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Comisario Vila: “como están las leyes es querer y no poder hacer”

El comisario de la distrital, Edgardo Luis Vila aseguró que las leyes actuales dificultan la tarea policial y sostuvo que el cambio para que los niveles de inseguridad disminuyan debe ser generado desde la política con una nueva legislación impulsada por el gobierno con normas menos permisivas y más cárceles que alberguen a los miles de detenidos, que luego son liberados con los permisos de los jueces. En tanto aseguró que la relación con el intendente Jorge Rodríguez Erneta es excelente, y lo destacó por la constante preocupación y colaboración con las fuerzas. En un diálogo con sectorinformativo.com, este hombre de 47 años, padre de cinco hijos, con el tercer nieto en camino y policía de raza, recorrió las acciones que tuvo en su vida siendo parte del ejército durante la guerra de las islas Malvinas y ocupando cargos relevantes en diversas localidades. En su tiempo libre escribe libros, el actual sobre sucesos paranormales durante el cumplimiento de su función. Una interesante entrevista donde se habla de todo. Lea la nota completa aquí.

La carrera policial de Edgardo Vila en la policía es amplia, con un nutrido currículo que incluye jefaturas en distintas áreas. Esa vocación surgió por sus raíces, una herencia familiar que dos de sus hijos continuarán extendiendo, el varón en la armada


- ¿Cómo fue crecer en Buenos Aires?
- Vivíamos en Liniers y era muy distinto a lo que es ahora, porque era muy tranquilo, si dejabas algo afuera al otro día seguía estando en el mismo lugar. Cuando tenía diez años nos mudamos a San Justo, y ahora hace veinte años que vivo en Santa Teresita, en el partido de La Costa.

- ¿Cómo fue el ingreso a la policía?
- En 1980 después del secundario, fue por mi familia, mi papá, mis hermanos, todos en la Federal , y un tío abuelo ya era del ejército Los Pontoneros en España, se podría decir que lo elegí porque es de raza. Incluso una hija hizo el liceo policial y mi hijo está en la armada en Mar del Plata.

- ¿Cómo fue la experiencia de la guerra de Malvinas?
- Terminé de estudiar el 16 de febrero de 1982 y era oficial ayudante, el 22 de marzo me casé y el 2 de abril empezó la guerra. Me convocó el ejército por estar entre los siete mejores promedios del área de comunicaciones, y estaba en la base en Palermo.

Hacíamos el enlace por tierra, reuníamos a los solados y los llevábamos en camiones hasta los aeropuertos que eran en Bahía Blanca y en Comodoro Rivadavia. La mayoría de los que llevábamos eran chicos de 18 a 20 años, habré hecho unos doce viajes, los primeros seis llevando al regimiento, los tres siguientes traíamos materiales en mal estado y heridos, y los últimos tres con chicos mutilados y cuerpos sin vida que fue lo más horroroso.

- ¿Hubo un pre aviso o preparación para ir a la guerra?
- No se tenía conciencia de la fuerza de la armada inglesa, nuestro armamento era viejo y los soldados no estaban preparados. Tuvimos dos detenidos ingleses, tenían más de 38 años, hablaban siete idiomas, chaleco térmico, armas, sabían artes marciales y hasta tenían unos lentes para visión nocturna, algo que para nosotros era de extraterrestres.

- ¿Te tomó por sorpresa la guerra?
- Tenía 18 años y la idea era ser policía, no de ir a la guerra donde vi cosas para las que no estaba preparado. Algunos soldados recién en marzo habían empezado la colimba, se hacían pis encima del miedo y no sabían usar las armas, en los viajes les dábamos una instrucción. De todo eso me queda un recuerdo, y la desgracia de tener un hijo de esa edad en la armada me agarra congoja. No sé si hay culpables, si hay vencedores o vencidos, sólo comparto el dolor de los papás y el de mi viejo cuando me llevaban a mí.

- ¿Se podía hacer frente sin experiencia?
- Fue meritorio el valor de los soldados argentinos, pero no podíamos ganar de ninguna manera. Algunos tenían un mes de servicio militar, no sólo no conocían cómo era una granada o el ruido de un fal cuando lo disparás, sino que no sabían lo que era comer de un plato o no sabían hacer una cama porque toda su vida habían dormido en el piso. Me gustaría escribir un libro con esas vivencias.

- ¿Le gusta escribir?
- Si, ya tengo un par de libros, y ahora estoy terminando uno sobre situaciones paranormales durante mi trabajo, se titula "Los fantasmas de mi carrera".

- ¿Un ejemplo?
- Una vez estábamos buscando un ladrón en un segundo piso, un nene de unos cuatro años se asomó al balcón y se cayó, la madre gritaba y no podíamos contenerle, bajamos por la escalera corriendo a la calle y el nene estaba sentado en el cordón de la vereda sin un golpe ni nada. Éramos siete en el operativo más las personas de la casa y no podíamos creerlo, el nene decía que una señora con alas lo había agarrado y lo dejó ahí. Historias como esa tengo un montón.

- ¿Cuándo asumió como comisario?
- El 5 de enero de 1998 cuando me nombró León Arslanian. Estuve 16 años en distintos lugares y cargos, me tocó participar en La Tablada , en el caso Cabezas, y en situaciones innumerables. Pero el ascenso se dio acá en Villa Gesell durante la época de Luis Baldo, yo estaba en el destacamento sur que ahora es comisaría segunda. Nos encargaron encontrar a un violador que llevaba 24 violaciones. Por descripciones de las víctimas supimos que era un pintor, hicimos un mapa del delito y tras una investigación muy fina detectamos que se escondía en las obras, que no lo encontraban con un cuchillo que amenazaba porque era una espátula, y logramos atraparlo. Después estuve en San Clemente, Conesa, Necochea e Ituzaingó, me nombraron comisario inspector en la cumbre de las Américas. Una vez hicieron un paneo sobre más intervenciones humanitarias y detenciones y junto al comisario mayor Carlos Prost fuimos reconocidos por la cámara de diputados. Fui jefe de comando en Morón con 288 policías y donde hay un enfrentamiento armado día por medio, también trabajé en La Matanza como jefe de robos y hurtos, y jefe de calle de cuatro comisarías como Almirante Brown y Temperley.

- ¿Cuál fue la situación más difícil que atravesó?
- Hubo muchas en las cuales corrí riesgo de muerte. Una en San Martín, en un procedimiento ingresé a una casa donde sabía que había un integrante de la banda de Luis Valor. Ellos robaban bancos, y entramos a buscar al "Loco" Daniel, un tipo que no entendía nada, armado con tres 9 mm y una granada. Cuando abrimos la puerta me tiró la granada, corrí hasta el balcón y me salvó la loza, él se murió en el estallido y yo quedé tres días sordo, me salvé los tímpanos porque abrí la boca, que es un entrenamiento que nos hacen. Fue el 29 de junio de 1991, me acuerdo porque ese día nació mi cuarta hija.

- ¿En algún momento te arrepentiste de la vida que elegiste?
- No, para nada. Tengo casi cincuenta años y de madrugada sigo patrullando, soy policía de alma, a veces a mi mujer (la escritora y periodista Emilia Sacomano) le digo que voy a morir peleando, un poco en broma y un poco en serio.

- ¿Cómo evalúa la situación en Villa Gesell?
- Me van a criticar, pero en comparación con el conurbano esto es Disney Landia. Cuando fui a Necochea se enojaron porque les dije que estaba como de vacaciones, es que había una denuncia por semana, yo llegaba del conurbano donde vivís con la inseguridad encima. Estamos mal porque hay muchos ladrones en la calle, es como "el cuento de la buena pipa", los metes adentro y enseguida salen.

- ¿Hay de esos casos en Gesell?
- Si, hay un menor con doce entradas a la comisaría o el más conocido es el de los Ginepro, hay uno con más de treinta causas y está libre. El problema en Argentina son las leyes, pasamos de una etapa en la cual no se podía abrir la boca a la del vale todo, y la gente que se jode es la que trabaja más horas de las normales para poder vivir. Si alguien elige el camino del delito debería sentir que si lo atrapan va a sufrir las consecuencias, y por lo contrario en este país les dan derechos especiales a tipos despreciables que no sirven para nada.

- ¿Cómo se vive desde adentro esta situación?
- Me toca ver sufrir a personas que ahorraron toda la vida para comprar un auto, viene un pibe con un arma y se lo lleva en un par de segundos. Por ejemplo a la diputada Mirta Pérez le pasó que un chorro le pegó un tiro a su hijo y lo mató, cuando el hombre estaba condenado por homicidio y sin embargo estaba libre. ¿Cómo le explicás a esa familia que la ley no cumplió con lo que debía? Esto es jodido porque querés ayudar y no te dejan.

- ¿Por qué no cambian las leyes?
- No entiendo por qué los gobernantes no toman conciencia. Deberían ser más rigurosos. En 30 años de carrera conozco dos presos que al salir de la cárcel agarraron un pico y una pala, y las usaron para abrir un boquete y robar en el banco Río.

- ¿Cómo es la comunicación con las comisarías?
- Es permanente, soy un comisario distrital atípico porque ando siempre atrás de los comisarios preguntando qué necesitan. Ellos tienen mucha presión, hay treinta presos en el calabozo y son treinta problemas distintos, más las presiones de arriba y los pedidos de la gente, son personas más allá del cargo y si no los ayudás en algún momento explotan.

- ¿Sin cambiar las leyes se puede bajar el índice de inseguridad?
- Así como están no podemos bajar nada, es una triste realidad.

- ¿Hay acompañamiento desde la municipalidad?
- Si, la preocupación del intendente es constante y nos ayuda cada vez que lo necesitamos, y eso que siempre le estamos pidiendo algo. Tenemos una relación excelente, él habla con ministros o jueces, siempre le cumplimos y él a nosotros. De todas maneras yo quiero continuar ascendiendo en mi carrera y para eso tendría que irme de Gesell, es triste pero es así.

- ¿Qué destino le gustaría?
- Mar del Plata sería muy lindo y un desafío, o La Matanza donde empecé, pero es una expresión de deseo.

La charla llega a su fin, el cuestionario sigue pero las respuestas quedan para otra ocasión. Entre condecoraciones, títulos y reconocimientos, el despacho de Vila es una pequeña reseña de una larga carrera que pareciera que seguirá en otros rumbos.

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