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Literatura local

Viernes, 11 de Agosto

"El secretario": segunda entrega del escritor local Ismael García

"El secretario" es un nuevo aporte literario del gran escritor local, Ismael García. Una historia de celos, pasión y sexo. No te la pierdas.

Arnold y Carol desayunaban acompañados por un tándem que ya se había vuelto parte de cada mañana: silencio y miradas serias. El éxito laboral de ambos (él era ingeniero de una gran empresa, ella arquitecta de un estudio prestigioso) era lo único que mantenía en pie la relación. Él adjudicaba el fracaso de la relación a los celos de ella: desde que se casaron lo apartó de sus amigas y, en cuestión de un año, había tenido que cambiar tres veces de secretaria. Carol, por su parte, sostenía que Arnold había perdido la pasión que los unió desde el principio: el sexo.

Pero un día todo cambió. El desayuno no empezó con la clásica tensión. Carol había terminado una maqueta y estaba muy feliz con su resultado. Arnold advirtió la felicidad de su mujer y le dijo «Es una hermosa casa. Tiene hasta la típica pareja en el umbral». «Sí, así es como tiene que ser en la vida real». «Lo sé, todo se puede lograr» dijo Arnold con un dejo de esperanza.

Arnold la llevó a la oficina en su auto, pues el de ella estaba en el taller mecánico. «No sé si es momento para hablar de la relación» dijo él, mirándola con ojos tristes. Carol dejó el celular y dijo « dime, dime lo que piensas». Arnold dijo: «yo sè que me pasa, pero no sè còmo decirlo. Ella gritó: «Dilo, dilo, estás con otra» «No, para nada, sigo amándote, creo que, simplemente, estoy confundido» «es pasajero, no te preocupes» «Cuidado» gritó Carol al ver que Arnold estaba a punto de atropellar a un vagabundo que arrastraba un carro de supermercado. Arnold frenó y se lastimó la frente. A Carol no le pasó nada. Arnold miró al vagabundo y le sonrió a modo de disculpa. «Oh, la maqueta, dijo ella y se apeó, la sacó del asiento trasero y la apoyó en el techo. Se alivió al comprobar que estaba perfecta. Arnold se acordó que en la empresa festejaban el cumpleaños del dueño. Carol le dijo que no podía acompañarlo, que debía presentar la maqueta. Arnold le dijo que no se preocupase.

La fiesta empezó tímida, pero de a poco cobró vida. Arnold pasó todo el tiempo en la barra del bar, no quería hablar con nadie. Pero Edmund (el dueño, el festejado) se acercó y le presentó a su nieto Austin: un joven ingeniero que quería empezar a trabajar en su equipo. A Arnold no le gustaban las imposiciones. Pero después de esbozar una sonrisa falsa, le tendió la mano y le dijo «bienvenido».

Austin miró a Arnold, le guiñó el ojo y le dijo « eres un hombre apuesto, ¿cuánto tienes, 35? «No, 36» le contestó Arnold con una sonrisa tensa. «Ah, me encantan los mayores que yo, tengo diez años menos». Arnold entendía todo y eso lo asustaba. Con una palmada en el hombro, Austin le dijo: «Nos vemos en el baño del piso de la gente de limpieza; tengo las llaves, no te preocupes.» Arnold no podía creer lo que estaba sucediendo. Después de ver cómo Austin entraba en el ascensor, y tras comprobar, con una mirada de detective, que todos estaban inmersos en la fiesta (charlas y tragos de parejas que no eran parejas, de amantes que eran amantes, de amigos que no eran amigos) se dirigió hacia el la salida y, por la escalera, subió al segundo piso.

En el rato que estuvo con Austin inauguró la historia homosexual de su vida y, lo más importante, comprobó como la tensión -que sentía todas las mañanas cuando veía a su mujer, una tensión que estaba pegada en su piel, como una mugre- se disipaba a través de los sudores y los gritos de placer que sintió gracias a Austin.

Cuando salía del baño, pensó en Carol, sabía que la amaba y que podían recuperar la relación. Impulsivamente (mientras Austin ponía una tarjeta en el bolsillo de su pantalón) decidió llamarla. Antes que pudiera hablar, Carol le dijo: «Estoy mal, la mujer de la maqueta se partió en dos» A Arnold le pareció irónico, pero contestó: «Te amo, amor» A Carol le encantó escuchar eso y le respondió « yo también» A la noche, en la cama, los dos comprobaron que había vuelto la pasión.

Arnold y Austin se convirtieron en amantes. Encuentros casuales (en la terraza del edificio, en la cochera, etc.) fueron suplidos por otros más serios: la casa del joven, hoteles. A la semana, Austin le propuso ser su secretario. A Arnold no le gustó la propuesta, pero tampoco la rechazó. Austin le dijo que no tendrían problemas, pues, su tío aprobó la idea. «Es una forma de verte más; y tu mujer no te va a hacer problemas porque pronto Rachael (la secretaria, una mujer septuagenaria) se jubilará. Y con un secretario se acabarán los celos. » Arnold le dijo: «sí, tenès razón»

Al otro día, Arnold le contó a Carol que iba a tener un secretario. Carol le dijo «bien, Rachael está por jubilarse» Arnold sonrió y agregó «hablé con el joven, es muy inteligente, me dijo que es un orgullo para él trabajar conmigo, yo le dije lo mismo» «Esta noticia es lo que nos faltaba para festejar» le dijo Carol y lo beso. «Sí, sí» tenés razón le contestó Arnold y agregó: « Lo sé muy bien»

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Comentarios
  • 12.08.2017 | Claudia

    Hay un libro? Que pueda comprarse? Gracias