Jueves, 25 de Abril Villa Gesell

Opinión | Columnistas

Juan Oviedo, pensador local

Péndulo

Los espacios adquieren perfiles al construirse en ellos y adquieren una presencia hegemónica en la medida que se van posicionando en los niveles de una cartografía provincial y nacional, tal como fue el caso de la época dorada en Villa Gesell. Con una aureola de balneario distinto en plena proliferación de pueblos balnearios al norte de Mar del Plata en la costa bonaerense (La Costa, Pinamar) se hubo de posicionar un discurso sesentista que le posicionó un renombre a nivel nacional, así, hippies, artesanos, libertad, paraíso de la juventud etc., fueron los contenidos de ese imaginario creando una plaza distinta, diferente y abierta a la aventura, al romance, a los encuentros, las charlas, eje de una bohemia intelectual y burguesa.

La hegemonía de Villa Gesell en la costa como espacio a la experiencia sin límite, fue también acompañado con un crecimiento urbano donde el pueblo se enfrentará a su mayor mudar: ser ciudad, pues ciertos hechos contribuyeron a lo señalado, como fue la independencia del partido cabecera (Gral. Madariaga), la afirmación de las instituciones por el nuevo periodo democrático, el crecimiento de dos de sus localidades en el sur del partido (Mar Azul y Mar de las Pampas) y una migración pareja, serían los ejes ponderando un crecimiento y una inventiva necesaria como escenario a la nueva realidad que la Villa se debía enfrentar: como ciudad, como sociedad, balneario y servicios.

Sin lugar a dudas que el crecimiento implicó un límite a esa Gesell sesentista y un nuevo rumbo abierto a lo azaroso donde si ese crecer fue fruto de una mezcla entre contingencia y azar, entonces nos lleve a preguntarnos ¿hasta qué punto tal crecimiento fue sostenible? porque si nos detenemos en la cuantificación señalada un límite se nota hasta el punto de cualificarlo en términos de decadencia, que no se crezca es una posible lectura pero decir de un decaer o afirmar que estamos bajo un proceso de deterioro y menoscabo como que algo comienza a empeorar, envejecer y anquilosarse, es otra.

La instancia pendular entre el crecer y el decaer en Villa Gesell es algo patente, porque aquello que llevo al crecimiento y posiciono a la Villa a niveles nacionales ya no está presente, hablamos de inversiones e ideas directrices, junto a individuos de su tiempo que las hicieron pertinentes y propiciaron su "coyuntura epocal", pero la cuestión de fondo no se encuentre tanto en la parálisis del crecer sino en la decadencia que se va instalando en el pueblo como parte de su idiosincrasia, en una perpetuidad de nombras y apellidos que junto a intereses y decisiones poseen un efecto lastre que no permite la necesaria innovación.

Un ejemplo de lo que decimos y perteneciente a la fenomenología de lo obvio es lo que sucede en el sistema político y partidario del pueblo, lea usted los apellidos de la representación actual, muchos ya presentes de la década de los 80 y pico en adelante o sea, renovación cero y los nuevos representantes que puedan a parecer, lo hagan bajo la vigilancia de aquel o aquellos que lo posicionaron y tras obediencia a sus mentores o al partido, la importancia del pensar distinto, mirar al futuro, romper con lo establecido e ir en contra del stablishment sea una tarea más que difícil, porque requiere de un acto de honestidad y entender a la política para el beneficio social y no utilizar ese espacio para el posicionamiento y el beneficio propio, lea usted a esos apellidos de las bancas del H.C.D . y busque en su memoria, han coaptado para si las diversas funciones de lo público donde "se es esto", se reconvierte "en lo otro", "jura en lo siguiente".
¡Ah!, prohibido justificarse en el que "todos lo hacen".

Pero para graficar como ninguno la decadencia en el pueblo, lo mejor sea dialectizar con el mayor crecimiento exitoso en el partido, hablamos de la célebre localidad de Mar de las Pampas, donde se dan cita servicios, excelencia, dinero, inventiva, sentido ecológico al servicio del negocio, el no permitir construcciones sobre la playa y posicionar el imaginario de ser espacio "slow", nos muestran algo distinto al estancamiento de la ciudad cabecera.

Recordemos que estas zonas de Mar de las Pampas muchas parcelas se las permutaban, vendían a muy bajos precios e incluso se las llegaron a regalar, lo que reseñamos ocurría en los años 80 y era para promover la construcción y la residencia en el lugar, por supuesto todo muy alejado al boom a experimentar desde el año 2000 en adelante que llevara a perfilar a esta localidad a lo que es hoy, nótese lo siguiente, no ya como un apéndice de Villa Gesell sino con una autonomía y posicionarse como destino propio, ya como "Mar de las Pampas", algo que nos muestra el estancamiento y el crecimiento o la forma pendular entre una y otra localidad.

Temporada y peatonal, espectáculos callejeros, ¿cambian, mudan o son los mismos años tras años?, la cantidad de cines y teatro funcionando, ¿es la misma cantidad o ha menguado?, ni hablar de la durabilidad de la temporada, cada vez menor, ya se habla de fines de semana largo como modalidad implementada y si nos preguntamos por la masividad reinante de los turistas, se destaque la de los jóvenes y cualitativamente, ¿qué significan ellos?, son esperados, queridos, soportados, deseados, hablamos de una franja etaria con hábitos muy definidos: tragos, música fuerte, vida nocturna, bulliciosos, irascibles y otras características más que los dueños de los departamento del pueblo si o si están obligados a soportar porque no pueden alquilar a otros tipos de visitantes.

Temporada, día de lluvia y viento en el pueblo, la playa está prohibida y aquí se muestran los verdaderos recursos que un destino tiene, café, consumo, hacinamiento disfrazado de paseo, un bar y más consumo, de lo que sea, ahora, eso es tolerable una día, pero ¿qué ocurre si son dos o tres días seguidos?........

Mientras, las décadas pasan pero lo que no pasa sea este estancamiento notable, el Medioevo situado en el pueblo, con programas que no dicen nada, con locutores y periodistas muy atentos a las pautas publicitarias, con ámbitos culturales y educativas persistiendo en su parálisis intelectual y cuanta levedad más, que la decadencia posiciona como noticia, como evento, reuniones, cursos, encuentros, hablamos de sucesos vacíos que no llegan ni hacen posible un significante, por el cual no son posibles los significados como tales, he ahí el imperio de la insignificancia reinando hace décadas y sin que nadie haga nada, cuando es tanto lo que se debe hacer.

¡Ah!, pobreza, inseguridad, estacionalidad, asentamientos, desnutrición, violencia de género, maternidad precoz, algo de paco y del resto .............y continúe usted amable lector con lo que falta, son los efectos instalados de una decadencia aceptada e instancia pendular que nos castiga con fiereza y sin piedad.

Juan Oviedo, pensador local

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