Viernes, 26 de Abril Villa Gesell

Opinión | Columnistas

Juan Oviedo, pensador local

Un preceder o un destino, filosofía/poesía.

Introducción

Siendo niños, el mundo, tenía esa propiedad mágica de lo posible, pues la mayor disposición de la niñez se hallaba en eso que imaginábamos, entonces, la aventura se hacía presente en nosotros y ahí, éramos los héroes que queríamos ser, después, con el crecimiento perderlo todo ante un hito que hubo de acontecer, que lo real se encaramó en nuestras conciencias como parte de ese crecer y con una advertencia de fondo, el peligro que significaba dejarse tentar por tales cuestiones de ilusiones, fantasías y quimeras que habíamos experimentado en nuestra niñez, la locura era el precio a pagar por dejarse seducir por esas disputas, ser tildado de irracional si se persistía en continuar por esa aventura de caer bajo el canto de las sirenas de lo que imaginábamos, queríamos o deseábamos.

Tal cuestión posiciona la metáfora de la manta corta que implica esa exigencia de lo real y lo que nosotros somos desde lo que queremos o aspiramos en el mundo, el desequilibrio es que si tapas la cabeza dejas libre los pies y viceversa, y ello es así porque somos seres incompletos, carentes y por ello busquemos con ansias completarnos ya sea con lo real o haciendo de sueños y fantasías parte de eso real.

Si bien los imaginarios nos preceden apropiarnos de ellos fue parte de nuestra primera actividad que nos acompañó de niños para después, ya adultos, entrar al canon permitido que lo real significaba vivenciando la tensión entre lo real y nuestra propia carencia, momento del surgir del filosofar y el poetizar en auxilio a esos sujeto que sufren tales embates, continuando con la fresca aventura de lo que "no es" pero " anhelando ser", hablamos de miradas, expectativas, ensueños que mixturan pensamientos con la realidad, pintarrajean el mundo con los colores de las palabras e incursionan ácida y críticamente desde el pensar y la sensibilidad el entorno que nos circunda.

Instante en que lo real pierde su condición univoca para devenir en algo que "es y no es a la misma vez" porque las miradas ya no siguen bajo el influjo de la causalidad que destina al mundo con su preceder mensurable una guía hacia el sendero cerrado de lo concreto sino desde un atalaya que mira tal mudar de eso que "es y no es a la misma vez", objeto de lo que alguna vez trató la metafísica rastrear desde su interrogar por lo incondicionado o la "cosa en sí", el Arché de todo, del ser y del no ser etc., donde tal mudar pone nuevamente en la palestra estas olvidadas consideraciones, abriéndonos espacios al pensar que no buscan la predicción de las certezas porque éstas han sido desalojadas por un pensar mucho más diletante.

Por eso la misión del filosofar como del poetizar intervienen en el mundo para bucear en lo intangible que lo precede, por el cual el mundo vuelve a ser una panacea abierta a la indagación, a la pregunta que abre e inquiere por significados nuevos sospechando que ellos no están en las cosas mismas tal como lo dio a entender el maestro Fatone.

Con tal pretensión de fondo iniciamos esta mirada diferente y distante de la que nos endilgan las escuelas con su ideario educativo, presente incluso en la cultura que va tiñendo de previsibilidad nuestras propias experiencias y por eso, hoy más que nunca volver a los cimientes de nuestra historia occidental que nos precede y nos destina.

Juan Oviedo, pensador local

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