Viernes, 26 de Abril Villa Gesell

Opinión | Columnistas

Juan Oviedo, pensador local

1. Devenir

El devenir no es una categoría muy presente en lo cotidiano, ya que suele ser confundido con el futuro, pero existen diferencias entre uno y otro, mientras que éste queda perfilado según la voluntad de cada individuo, de lo que aspira, quiere o desea, con el devenir suceda todo lo contrario por no hallarse bajo la voluntad del ser humano.

Y que pone de relieve en el mundo el escenario de lo posible, la importancia del suceder y del acontecer, hablamos de una genuina condición que provoca a lo posible y a la que ningún presente puede agotar, abierto a las fuentes de lo que aún "no es" posiciona como nadie el potencial del "poder ser".

Por eso decimos que devenir y futuro son dos cuestiones muy distintas, sujeto a lo azaroso, lo que deviene, no sea consecuencia de un producto planificado o racionalidad futurista, algo que hace inútil el juego de las intuiciones y el bullicio de lo especular por intentar desentrañarlo.

Decimos, señalamos y ponderamos acerca de la condición azarosa y no pautable de todo devenir e incluso, estas definiciones solo pincelan algo como cambiante e imprevisible, por lo que ese "venir" se asemeje a la Physis de los griegos antiguos, expresión de un manantial creativo donde el germinar, suceder y perecer implicaba ciclo infinito e inmensurable.

Queda claro que los saltos en la vida que las personas experimentan están ligadas a eso que ha devenido y deja su sello de lo distinto.

La riqueza existencial que implica todo devenir puede provocar un contrasentido en la persona que lo vive y es su deseo por su durar pero en ese durar tal persona construye una condición rígida que congela lo abierto y flexible o aspecto esencial para el suceder del devenir, la pretendida intervención del individuo para que todo se mantenga igual con un devenir constante y fluido, contradice con aquello sujeto a lo indeterminado y configure una continuidad de cada sí mismo en términos de durar.

Dos momentos se enfrentan con "el devenir y el durar", que nos fuerza a preguntarnos por ¿quién dura?, si respondemos por el ser, entonces, ¿que deviene?, porque lo que deviene son propiedades ontológicas más que de cosas o sucesos y algo que alude al preciado tesoro del ser, ya que lo primero que apunta en todo devenir siempre es el del ser, si se "es" siempre el mismo nada distinto podrá golpear la puerta de ese sujeto clausurando el emerger de la nueva experiencia, porque no existe un diferente experimentador y sin la experiencia, todo devenir se nos muestre mera quimera sin propiedades ónticas ni red mundanal que lo pueda atrapar.

El devenir sucede, ocurre, deviene en la realidad humana y la vitaliza, le otorga nuevos horizontes, le da otra forma y le cabe a cada particularidad vivir sus sentidos y significados, mientras que con el "durar", no hallemos transformación alguna sino que se trate de un no acontecer, algo estático donde no se modifica nada y siempre bajo la reiteración de los mismos hechos, tal como sucede con las repeticiones o las formas estereotipadas de las conductas, que imperan a hacer lo mismo.

Para colmo, una dulce paradoja sucede entre el devenir y el durar, con el devenir el ser se encuentra acechado, mientras que el durar, lo tonifique, ¿por qué ello es así?, porque lo nuevo pone en tela de juicio a las formas que el "ser" ha aceptado y a las que se ha adecuado, a no ser asediado por cuestiones que puedan generarle incomodidad, crítica o poner en dudas realidades aceptadas como tales, que pueda llegar a interrogar por los cánones aceptados de lo que es real, mientras que con el durar, nos hallemos inmersos en la comodidad parasitaria del ser y al rechazo por toda nueva posibilidad embarazosa y perturbadora.

Así, el devenir para que sea en el ser, éste deba primero dejar de lado su comodidad, por el cual el ser debe abandonarse a su punto de fuga que significa el devenir y para ello, deba combatir a su propia molicie, abrirse y desligarse del simple durar que tiene un efecto narcotizante respecto a la aventura de lo distinto e impide que nada nuevo suceda.

Y tal aspecto entre el devenir y el durar según fenomenología husserliana suceda en dos tipos de vida; rígida o flexible, uno, con el plasmar de estereotipos que acartonan mientras que por el otro lado, con lo plástico y su condición enriquecedora, uno implique el para siempre y el otro a lo efímero, uno disponga de la realidad a su servicio y el otro, sea él quien quede dispuesto hacia lo que aun "no es".

Lo real mundano enredan formas de pensar, sistemas de gobiernos, políticos, económicos y tipos de sociedades, sin embargo, el sentido del devenir no pueda estructurarse desde ahí, algo contrario a su propio acontecer y sólo posible en la apertura que implica la condición de lo azaroso.

Que nos señala que el devenir no acontezca en todos por igual, sino solo en aquellos que se hallan en los umbrales de los sueños, de los destinos utópicos, en aquellos hacia una disposición a exponerse, de lo imponderable y lo aleatorio, detectar y enfrentar a las estructuras severas y rigurosas que mandan a producir y a consumir, en suma, enfrentar lo instrumental y al pragmatismo racional fundamento de la estructura del durar.

Entonces, ¿qué deviene?, un hecho, una cosa, algo material, algo simbólico, ¿qué? y tal respuesta le cabe a cada "ser" que se tope con ese devenir, ........un beso puede devenir, no en aquellas bocas que han sido besadas miles de veces por los mismos labios, en ellas, el devenir no les está permitido, les está vedado, ya que tales bocas se hallen también en el durar, pero todo original beso siempre deviene como una mirada también...... las tuyas.

Juan Oviedo, pensador local

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