Viernes, 19 de Abril Villa Gesell

Opinión | Columnistas

Juan Oviedo, pensador local

2. Lo pendiente

A medida que vamos envejeciendo, lo pendiente, pareciera que va adquiriendo un sutil y silencioso relevar, pues nos poner frente a nosotros mismos ciertos sucesos o acciones que no hemos llevado a cabo en el pasado y a las que sí o si se debieron realizar y no se las hizo por equis razones.

Tal postergación ha quedado como grabada en esas conciencias, primero, en la forma de una latencia que emerge en forma circunstancial para después, convertirse en una aguja que va hincando esos cerebros desde la forma sustancial de un reclamo y que no dejará de aguijonear a lo largo de toda esa vida adulta, en especial, después de posicionar una nueva significación señalando que tanto objetivos, proyectos y formas de existencias, encuentros con personas etc. sean sospechadas de ser instancias equívocas más sujeta a lo coyuntural que a lo decididamente importante e interpele al presente de tales sujetos, tal es la presencia de lo pendiente y su posible desencanto que provoca.

Por el cual una especie de segunda oportunidad vaya diagramándose silente buscando saldar eso que pende, sin embargo, un trasfondo aguarde y sea el del choque generacional, pues lo no hecho en la juventud difícilmente se pueda zanjar en la adultez, la pauta epocal (joven, adulto, viejo) es una barrera infranqueable que determina que para cada caso, hay, existe, una serie de posibilidades que no se vuelven a repetir ni se reiteran en la etapa siguiente por emerger otras nuevas.

Entonces, lo que dependa de nosotros se habrá de escapar irremediablemente, algo que hará más difícil la posibilidad de zanjar la deuda de lo que pende.

Lo epocal es la gran condición que nos acompaña, es ahí donde se gestan los triunfos y logros y se constituyen las historias de vida ante el binomio pautas-objetivos, pero con un peligro de fondo, llevar al éxito nuestros objetivos implique adaptación y centramiento en ellos, no apartarnos de lo planeado pero todo centrar si o si lleve al descuido de otros aspectos que por el momento no son importantes, sin embargo, si lo eran y fueron acallados por esa urgencia de lo contingente, nos topemos con la fuente generadora de lo que pende.

El éxito es el esfuerzo junto a la lucha y la voluntad ejercidas a pleno, pero no desordenadamente sino siguiendo pautas, algunas de ellas impliquen la continuidad del trabajo, el lugar de residencia en correspondencia con un contexto favorable, la suma de todo ello ahuyenten las contradicciones tan corrientes en esto de estimular ambiciones que no cuentan con condiciones para llevarse a cabo, algo que excita al desanimo, provoca frustración y estimula la inercia del estar por estar.

Recordemos que la globalización posiciono mandatos donde pocos pueden alcanzar y lograr sus éxitos porque en el fondo, tal realización es elitista por estar centrada en las clases pudientes donde no participan la generalidad de las poblaciones, tal hecho pone como nadie a lo pendiente entre las subjetividades del mundo entero, en especial, en los países periféricos y en aquellos en vías de desarrollo o en los otrora del tercer mundo dominadas por las publicidades globales que tienen por objeto de realización sólo a sus minorías dominantes.

Por el cual el éxito, implique una categoría ajena a las mayorías de las personas en los sectores señalados.

Entonces, lo pendiente si o si se torna realidad cuando se experimenta la dualidad entre "lo que se quiere y lo que se puede", entre "lo que se gusta y lo que se obtiene", entre "lo que conviene o lo que se desea", donde la oposición entre lo simbólico y lo material, no es más que la agigantada dualidad en ciernes.

Y desde esa dualidad se hace patente el inoperar de cada sí mismo cuando solo vamos operando en la obtención de metas y éxitos, un inoperar que inscribe la forma de lo pendiente.

Así, lo que pende implica una categoría que señala un planteo epocal al que emerge cuando ya se ha recorrido más de la mitad del existir biológico, un advenir sigiloso con su inquietante estar sucede, esa presencia despierte en mujeres y hombres adultos del mundo entero en edades que rondan sus cincuenta años, hablamos de políticos, dirigentes, profesionales exitosos y cuantas cosas más, individuos que en sus años mozos se orientaron hacia aspectos en conformidad con los mandatos de su tiempo pero indiferentes a sus intereses más profundos y ahora, el reclamo de lo dejado y no creído importante golpea con el rigor de un implacable martillo desde el llamado de lo pendiente en la vida de cada uno de ellos.

Esa dualidad instalada discretamente en años anteriores, ahora, adquiere una vigencia concreta en la presente brecha entre "lo querido y lo deseado", entre "lo debido y lo correcto", porque en la medida que resolvían su presente inscribían en sus futuros la inquietud que por el momento, no tenía un curso seguro ni una presencia concreta.

Momentos en que el desasosiego se patentiza y la angustia gana consistencia, una sospecha se instala firme, que los aciertos del pasado fueron mera conformidad hacia la petición de terceros (sociedad, círculo familiar) y todo ante la creciente insatisfacción del presente instalado y su recriminar de siempre, "no haber vivido conforme a sus deseos y apetencias de jóvenes" por vivir ajustados a los mandatos según momentos y pautas epocales.

¡Y en qué consiste eso pendiente?, no será jamás un caminar descalzos ni el permitirse un postre ni probar sensualismos entretenedores o incursionar por el mundo buscando sorprenderse como ingenuamente muestran los medios publicitarios sino un recriminar que no perdona ni olvida con su tragedia a cuestas, porque hablamos de algo que no podrá realizarse ni cumplir jamás.

Como es asumir la verdadera sexualidad antes de tu muerte o pedir perdón a tus padres en sus lechos de moribundos, separarte de ella o de él en lo terminal de tu vida, irte lejos del mundo por estar desahuciado o simplemente reconocerte vencido por cumplir con el contrato familiar, legal y moral antes de expirar, tal ser la profundidad de lo pendiente, un saber que te visita y al cual no puedes solucionar, .....he aquí tu grotesco existencial.

O quizás, en el augurio de descubrirte.....posicione más que nunca a lo pendiente.

Juan Oviedo, pensador local

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