Viernes, 29 de Marzo Villa Gesell

Opinión | Columnistas

Juan Oviedo, pensador local

7. Sospechar

Los filósofos de las sospecha, (Marx, Nietzsche, Freud) así llamados por el filósofo francés Paul Ricoeur , nos señalaron algo de cabal importancia, que los supuestos que se manejaban acerca del mundo y la realidad, no eran tal como se decía que eran.

Puesto que sospechar consista poner en tela de juicio algo dicho o señalado, hecho o cosa que no es, ni será así, supone una actitud del no dejarse llevar por los comentarios de terceros, académicos, epocales, por el cual la sospecha, aseste un golpe a la credulidad acerca del curso mismo de lo real por ser examinado.

Con tal ejercer se suspenden los ámbitos de las certezas, la autoridad, incluso la tradición y la misma beatitud de la verdad acerca de lo real, pero ¡no a lo real!, pues la sospecha tiene un preceder más que histórico como lo fue la duda cartesiana y mucho antes, el mito sospechado por el logos.

¿Qué es lo que se involucra en la dicotomía del sospechar?, que lo real pierda su condición granítica según el perfil de lo concreto y se indaguen otros aspectos de esa verdad como lo es "el ámbito simbólico", por lo cual la verdad no pueda ser hallada en lo concreto sino se entiende antes que el llamado plano de lo inteligible, es donde se organizan y delimitan lo concreto abordado, entonces, la misma fuente simbólica sea en principio de lo que se deba sospechar por la intencionalidades de los sujetos operando en enmascarado digitar.

Entonces, ¿de qué se sospecha?, no de lo real sino de lo simbólico, éste por preceder en las formas de pensar y maneras de ver, sea de lo que se debe dudar, por ejemplo con la cuantificación ejercida en el orden de la democracia, nos topemos que la cantidad no sólo determina ¡qué candidato gana! sino quien instale un tipo de gobierno también, por el cual la cantidad se convierte en juez que legitima a un gobierno también (y de eso se debe examinar) porque la cuantificación jamás puede legitimar la cualificación, algo que también nos lleve a sospechar de ¡la trampa que puede existir en toda representación!

Sospechar no es tarea fácil porque supone estar en una realidad dada y atentos a no caer en la trampa del mero oponerse como método de sospecha y así, ser presa de la propia necedad, estamos frente a la ardua tarea intelectual y emocional de la suspensión de certezas, algo que en algún momento puede llevarnos al agotamiento, la condena social o al desasosiego existencial.

No es gratuito que la mayoría de las personas se dejan llevar por el suave e hipnótico murmullo de la credulidad que no pone en duda los intangibles que posicionan lo simbólico y delimitan lo real, que son los que sitúa todo creer como la piedra angular de la ontología de lo real.

Ahora, con la creencia vivamos su pertinente paradoja, que al momento de determinar un objeto como realidad también se nieguen a otros, por ejemplo, con "el hombre invisible" no es que no pueda ser visto por "su condición de invisible", sino porque simplemente no exista como tal, sin embargo, lo mismo suceda con el átomo respecto a la vista, algo que tampoco se lo ve, no obstante, tal entidad exista desde el presupuesto epocal de la ciencia que legitima lo real. Sin lugar a dudas que todo realismo está condicionado a lo epocal del mundo.

Sospechar provoque zozobra en aquellos que no comulgan con la conformidad de lo establecido y experimenten el desasosiego por esa actitud y actividad, el geocentrismo hijo dilecto del teocentrismo, lo mismo que el heliocentrismo del antropocentrismo, implicaron un mudar de lo real e iniciados desde la sospecha, que posicionaron un nuevo orden del cual se deba sospechar.
Entonces, ¿cómo es un mundo donde se han suspendido las certezas?, no es un mundo de un hacer o construir ni un estar en el cotidiano espacio concreto sino hablamos de un mundo débil, fluctuante, leve, por examinar sus ejes epocales donde se sustenta el espectro de lo real, el mundo se detiene como parte integrante de lo real por el efecto de la sospecha.

Los contenidos sospechados vayan desde el interpretar del decir ajeno, a los contenidos del pensamiento de moda, a la última teoría aceptada, al nuevo mesiánico de turno (político y dictador encubierto), al flamante producto publicitado, consecuencias de una realidad positiva y natural que por lo general, enreda la presencia de sectores acomodados, que hacen del mundo un hecho objetivo y verdadero, expresión de una racionalidad presente.

La costumbre y los hábitos no permiten el nacimiento de lo cuestionable, ni de la verdad que se ejerce, por ello no libere ni incomode ni tampoco enaltezca nada, se mimetice en el aspecto empírico de las cosas y lo falso, una condición lógica antes que una premisa cierta habitante de lo verdadero. Hablamos de un mundo interpretado asépticamente sin intereses que posiciona lo natural haciendo abstracción de lo histórico y de lo epocal.

Mundo que jamás puede ser explicado según lo que aparece, mundo cerrado donde nada se puede hacer ni tampoco cambiar, mucha explicación que no dice nada, mundo donde las voluntades no cuentan si no se subordinan a los intereses capitales y neoliberales, tal cerrazón solo puede ser abierto por la sospecha de tal mundo.

Por eso decimos que la sospecha -a diferencia de lo positivo que pondera-, puede desenmascarar lo oculto, pero no se trata de una sospecha policíaca ni tampoco doméstica del tipo de si esa esposa o esposo se engañan, sino de lo real como parte de un producto creado donde tal crear, ha sido ocultado.

Y esto ponga límites a los sentidos como aprehendedores del mundo, ir a lo simbólico fuente constructor de sistemas y posicionados intereses, cultura creada a tal fin, con instituciones delimitando objetivos, como son los espacio escolares desde los cuales se educan a niños y domestican sus inocentes mentes, mantengan cerradas la capacidad de preguntas y conserven así, la vigencia del actual estado de las cosas.

Por ello la mayor sospecha será el desconfiar del pensamiento que no conduzca a los propios............. porque ahí, en esos, se deben iniciar las sospechas.

Juan Oviedo, pensador local

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