Martes, 23 de Abril Villa Gesell

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Juan Oviedo, pensador local

9. Lo que somos

No fue ¡porque sí! la máxima griega del "conócete a ti mismo", como la fundamental actividad de un sujeto para acceder a un cabal saber, la sabiduría a emerger por el autoconocimiento. 

Porque en el fondo "lo que somos" o por qué hemos devenido en eso que somos, es algo que se nos escapa, puesto que cada vez que pensamos acerca del "ser", un misterio es despertado y que nos sitúa en el espacio de lo intangible, anónimo, que interroga por el origen de las cosas, en especial, por eso que hace que seamos y cuan estilete, nos señale, "lo que eres", ¿es como has querido ser?

Tal respuesta instale la metafísica como marco referente según la tradición de Occidente, sin embargo, hoy la biología tome la iniciativa y señale desde su ámbito a una entidad llamado cerebro al cual su programa, le ordena sobrevivir, y para ello, justifique para su ejercer (eso ya no es biológico) una creación óntica, un centro, un sí, he aquí en este invento la antesala de lo que somos, así, un embrión ontológico incluya el desarrollo mecánico que posiciona a esa entidad centrada en el "sí mismo" y al que después denominaremos "yo", como derrotero hacia la condición humana.

Tres disciplinas recorran ese laberinto que indaga por lo que somos, la metafísica con el ser, la biología desde el cerebro y la psicología con el yo.

Pero nos centraremos en las implicancia que tiene tal ontología sin quedarnos en una esfera en especial, y que se inicie con la experiencia del otro como opuesto a lo propio, el ser del otro es presencia refractaria al ser propio, presencia alejada de nuestra elección, porque "ese otro sí mismo" nos limita con su existir por el cual una doble condición sucede, primero, desconocimiento total de lo que nos hace "ser lo que somos" y segundo, que el otro por hacernos desde sus límites, suframos la imposición que nos hace ser. Corolario, no ser señores de lo que somos.

Tal como sucede con la vida, ya que jamás se vive como se quiere sino ¡cómo se puede!, se habla acerca del espectro maravilloso de la vida y sus posibilidades extraordinarias abiertas a todos los seres humanos para su existir, sin embargo, la vida implique más coerción de la que se piensa porque el ser, al no poder existir como lo desea, no se halle en un mundo infinito de posibilidades sino más bien finito y la vida, sea ese modo del ser de ajustar sus respuestas en actos de supervivencia u oscuro ámbito del hacer reactivo que no decide.

La vida como algo más allá de nosotros nos dice que vivir conforme a lo que deseamos, es más que complicado.

Y similar situación a la del ser, a la ontología que no elegimos, le agregamos el vivir con elecciones se nos escapan.

Así somos y cada uno de nosotros se amolde al ser que no ha elegido, un ser que se encuentra más allá del infructuoso insistir de las ciencias sociales en su búsqueda por captarlo, mensurarlo, predecirlo, hallar el santo grial del poder explicarlo y llegar a su más profunda realidad, sin embargo, se trate de una holografía de saber, porque sólo podrá contar acerca del ser como efecto, y dejar de lado el origen, la causa, el motivo o el ser que en el fondo es el verdadero porqué de todo conocimiento y al que no pueden tales disciplinas acceder de plano por sus limitaciones y por lo evanescente de su honorable objeto.

Sólo pueden predicar desde una condición descriptiva, pero jamás explicativa acerca del ser, el ser es, acontece, así, su emerger desnude la instancia metafísica como nula cuando lo aborda y lo postula como principio supremo explicativo de lo real, cuando en el fondo se trata que lo real siempre hubo de preceder al ser, el fracaso explicativo acerca del ser y su correlato predictivo nos muestre que lo ignoramos todo, pero en especial, al ser y aquello que lo patentiza como es el vivir y lo real, la experiencia y el existir.

Hablamos del ser y de la vida, elementos sujetos a la generalidad y si se quiere rondando la paradoja del vacío porque sobrevuelan lo oculto de lo real junto a lo invisible de la existencia, ser y vida son categorías supremas que aluden más a lo que desconocemos desde esa pretensión del conocer, tal categorización nos revele una irresponsabilidad ante la evidencia del emerger ontológico que ignoramos y junto a ello, lo no causal de la vida, entonces, el ser se destine marioneta de lo real empujado por su propia supervivencia y experiencia que no sustrae de la vida su pobre destino, he aquí el límite por "no ser" según cada sí mismo como tampoco se viva, según el propio querer.

Este hiato entre el origen y el ser y lo incausado de la vida, no será zanjado por la mediación de lo real, ni siquiera con la irrupción del "poder ser" romper su pragmático adaptar.

Como mera designación y un designado sin plasmar, con su ontología definida en otro espacio, lugar o ámbito, el ser configurado desde algo ajeno a su propia voluntad, hace que su destino sufra el acecho de la contradicción que lo rechaza y punto de fuga hacia otra condición.

Momentos en cuando el propio ser no se "auto seduce más" y comprende que no es unidad hecha de sí sino producto de un allá al cual no puede abordar, determinado de una forma por una fuente lejana y a la que no puede asir, busque determinarse de otra forma, elegir una nueva condición de ser pero desde él, sin imposición alguna de eso que lo hizo ser.

Caer en nosotros desde un nosotros al que uno mismo no ha elegido ser, y vivir resignados a ese sí mismo al que no se ha construido, es la presente situación en la vida de mujeres y hombres de todos los días, sufriendo la autonomía de la vida respecto a cada sí mismo, vida también alejada de fuentes causales, nos hará vivir no como deseemos y queramos, y esa sea la principal lección que nos dice y señala que no manejamos nada.

¡No somos según nosotros, simplemente nos ajustamos a ello!, tal sea lo que nos muestra toda contradicción o atisbo de rebeldía de la mismidad que no se eligió.

Entonces, entiende que no amas por lo que el otro "es" sino porque te ayuda a definir.

 

 

 

Juan Oviedo, pensador local

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