Viernes, 19 de Abril Villa Gesell

Opinión | Columnistas

Juan Oviedo, pensador local

Dominación costera

Hablar, señalar o pensar la dominación que se ejerce en otras partes, significa que en donde se vive, habita y reside, no exista o se mire en otra dirección, acción por demás sospechosa si en especial se arroja ese individuo el derecho de ser un denunciante de la dominación ajena, foránea o de la que sea.

Como introducción partimos de una afirmación directa, ¿cómo es la dominación en los balnearios costeros?, porque de eso vamos a tratar en el presente escrito, alternaremos entre expresar y reflejar el ejercicio de esa dominación en la costa bonaerense.

Si definimos la dominación como el poder que se posee sobre un tercero que la sufre, lo que siga a continuación, es que la misma sea consciente o inconscientemente, ahora, más allá de la forma que sea, tal estado de conciencia no quitará el hecho del dominio experimentado, aunque, sí será posible señalar una actitud diferente en aquel que es consciente, y sea el de resistir, se trata de alguien que no naturalizó las relaciones de dominación, por el cual una acción de alerta en contra de ella se haga patente afín de poder combatirla. En el segundo caso, ya se la ha naturalizado hasta invisibilizarla y mantenerse así indefinidamente el estado de las cosas que atañe a ese dominar, padres dominados, hijos dominados, nietos dominados.

Se trata de personas portadoras de un tipo de razonamiento tales como, bueno, "si hay ricos, entonces, debe haber pobres", ellos son los ricos y yo pertenezco al bando de los pobres y así siempre fueron las cosas, entonces,- ellas jamás cambiarán-.

Pero claro, razonar así parte de la simple premisa que considera al "hecho social" como algo exclusivamente fáctico despojado de la dimensión simbólica, y justamente lo simbólico es la base interpretativa de esos hechos fácticos, y en el razonamiento de "si hay ricos si o si debe haber pobres", nos habla de una aceptada desigualdad fáctica que ha sido naturalizado como hecho al que no se puede cambiar.

Con el primer caso, si bien la desigualdad continúa, no quede justificada como hecho natural, sino que será entendida como la acción de personas que explotan a otras en pos de intereses comerciales, materiales o del tipo del que sean.

Sin embargo, no podemos señalar sólo un tipo de dominación, sino que allende a la económica existan otros tipos porque a la ya señalada también le corresponda la política y por supuesto, la simbólica, y a las que trataremos de discernir cómo se dan las tres concretamente en el pueblo.

La económica posiciona al patrón y a la temporada en un tiempo lineal de explotación, justificado por la alta tasa de desempleo a lo largo del año y en condiciones impuestas por la patronal (sueldo, horas, modos y meses) el empleado estará obligado a aceptar esas condiciones si quiere ingresar a trabajar.

El libre intercambio que supuestamente existe entre el empleador y su empleado, no lo es tal, pues uno se ve obligado a aceptar las condiciones del otro o a estar bajo cierto estándar requerido por todo dueño a su futuro empleado como ser laborioso, sumiso, obediente, fiel y acatador de órdenes. Pero, ¿es tan malo ser patrón?, puesto ¿qué sería del empleado si no fuera por su empleador o la persona que le da la oportunidad de ganarse el sustento?, tierno, ¿no?, sin embargo, ese empleo ofrecido no lo sea por bondad ni gratuidad sino que se trate de un medio para el fin del patrón a lograr mayores ganancias, todo empleo es una estrategia utilizada en beneficio del patrón al que avala la plusvalía como eje explotador.

El desempleo en las zonas costeras y las necesidades que ello provocan son los motivos de una dominación por aquellos que tienen recursos materiales y a las que difícilmente quienes no los tienen, se puedan oponer como tal.

Vayamos al segundo orden de la dominación, el de los políticos que son los señores de la representación, y al igual que sus semejantes nacionales los políticos locales formen una clase como tal, ahora, ¿de qué extracto social provienen?, ¿son trabajadores de la construcción, changadores, desocupados, artesanos o por el contrario, hablamos de profesionales, patrones, gente vinculada a las fuerzas comerciales del lugar?, si hace un repaso de las autoridades del ejecutivo en el pueblo desde el 83 en adelante, ahí tiene la respuesta de quienes ideológicamente obedecen sus representantes.

Una característica de la clase política que nos representa sea su mudar, por ejemplo, en que los que eran peronistas, pasaron a ser justicialistas y después kirchneristas, como también ocurrió con el radicalismo hoy embanderado al espacio de Cambiemos, y la tercera posición que no es la setentista sino del Deliberante local cuyo jefe político de la bancada fue funcionario kirchnerista y solo ayer votó en el Congreso leyes a favor de Cambiemos, nos señale de ese permanente acomodar, cuadrar, encajar. Una inducción implique ese acontecer del nivel local y su inferir al todo nacional, se trata de adaptarse para seguir perteneciendo a la clase política y no perder tal privilegio, con algo de fondo a considerar, que tales prácticas erradiquen la denuncia o el vituperio de turno de un político hacia otro aplicar la palabra "traición", el mudar señalado ha licuado de sentido y de pertinencia a la definición de traidor para significar algo en este sistema de acomodaticios.

Vayamos a la tercera forma de dominación y presente en lo simbólico, ahora, ¿cómo se da aquí en el pueblo eso simbólico?, hay tres conceptos claves: anfitrionidad, elector y geselino, he aquí la verdadera bisagra que nos permita entender la vigencia de todo lo anterior, los hechos interpretados bajo una línea ideológica donde lo simbólico se instituye en las conciencias de las personas y desde allí, ejercer su significado encubridor.

Lo económico desligado de todo explotar (más ideológico que eso es imposible) implique este concepto de anfitrionidad, que sugiere que todo el pueblo debe ser anfitrión, debe estar presto a recibir y a tratar al turista con su cuota de amabilidad y con lo que se quiera dar a entender con esa anfitrionidad.

Se trata de una actitud y mensaje de bienvenida netamente localista e inclusor de la totalidad del pueblo, pero claro, las ganancias que redunden tras ese gesto de anfitrionidad no estará al alcance de todas las manos sino de los pocos.

¿Qué significa anfitrión?, es aquel que comparte lo suyo con el visitante, pero este turista no quiere tratar con la mano de obra (el desposeído no puede ser anfitrión) sino con el servicio, entonces, ¿quienes realmente pueden compartir?, los que ofrecen servicios, en la medida que repito ese concepto y martilleo sobre él, poco a poco lo voy mitificando e internalizando, ahora, si lo mitifico, tal hecho o gesto de la anfitrionidad quede despolitizado sin mostrar el cabal sentido de clase que tiene como trasfondo, gasto y consumo y que el dinero quede en el pueblo, ¿en dónde?, ¡ahí!, en las arcas locales de dueños y patrones, eje de la anfitrionidad.

A continuación del anfitrión devenga el soberano que delega, contradictorio ¿no?, ¿por qué usted delegaría su poder en quien no lo tiene?, ahora, ¿a quienes delega el pueblo?, a los ya señalados representantes donde ellos -elección de por medio-, habrán de pensar por usted el que supuestamente poseía el poder, y ahora otorgado a ellos (bah, siempre lo tuvieron como clase política) que espera ansiosa los resultados de sus campañas, los spot publicitarios y sus frases electorales, y el efecto de haber calado en usted como representado.

Veamos a algunos números, Villa Gesell posee un padrón de 29.551 electores, hubo unos 19.622 votos en octubre del 2017, una participación del 69,52% del padrón con los siguientes resultados: CAMBIEMOS con 7.361 votos (37,96%), UNIDAD CIUDADANA y 6.382 votos (32,92%), después 1PAIS 3.610 con votos (18,62%), el FRENTE JUSTICIALISTA 1.228 votos (6,33%), más el FRENTE DE IZQUIERDA Y DE LOS TRABAJADORES 808 votos (4,17%), tales fueron las cantidades.

Un 30% no votó, ahora, ¿lo hizo como un acto de resistencia o fue simple acto de desidia?, como resistencia la creación de un partido local no debería tardarse y con candidatos surgido de las bases (albañiles, artesanos, changadores, hijos de inmigrantes etc.) y elegidos en asambleas, sería una consecuencia esperable, pero si no aparece tal hecho político, entonces, estemos más hablando de desidia que de otra cosa.

Este electoralismo pomposamente llamado democracia, en el fondo va propiciando un analfabetismo político, que hace de la representación su razón de ser, más allá que el divorcio de la política y las necesidades de la gente en el pueblo sea más que notable algo que viene sucediéndose décadas tras décadas, perpetuador de ese fenómeno llamado pobreza, exclusión y desigualdad, y gran culpable de ese estado de cosas, tal representación no será vulnerada por el anquilosar de las conciencias que seguirán votando por años a los mismos representantes.

Y como final del dominio simbólico abordaremos al geselino, ¿ese es el que vive, habita en Gesell o queremos decir otra cosa distinta con esa definición?, hablamos el del balneario, el de la ciudad o de ambos momentos que no hacen distinción de la euforia del verano y de la opacidad del invierno, pero sea como sea es aquel que vive en un pueblo detenido en su propio medioevo, con puntos de vista emulando al pensar, con locutores y escribas panfletarios junto a micrófonos de por medio, el eterno retorno de lo mismo que no es apolítico sino más político que nunca puesto que nada se transforma y nada se modifique, del todo es cultura, con las bandas de rock locales emulando porque todo es emular y nada original surja, el medioevo o el sopor que todo lo envuelve, aburre, como inevitable condición del lugar, (lo mismo que sucede en las aulas de los secundarios del pueblo, aburrimiento, rutina y sopor), eso "ser lo geselino" que sobrevuela siendo parte del lugar.

Varias naturalizaciones se han impuesto para este estado de cosas, quizás iniciada con la temporada y algo que excede la mera actividad económica, porque se ha convertido en una " realidad con mayúsculas", ya que el lugar se viste con otra gente, el turista es quien aporte esa realidad con su presencia, él, con su consuno, su cultura, su manera de tratar y de conducirse asume las riendas de lo real, la temporada es el advenir del visitante que todo lo transforma, después, todo muda, al clima no propicio le siga la poca actividad, emerge la quietud con su inercia instalada y lo real, queda fuera del pueblo, se mudo, se marcho, supeditado a los ejes ahora ausentes de la actividad comercial y del turista, solo queda un lapso de tiempo y al que hay que esperar para que pase.

Para finalizar, la presencia de un uniformado me dice que hay un dominio frente a mí, pero vivir conforme a pautas a las que no cuestiono, significa que estoy subordinado como si lo estuviera frente a un uniformado pero dominio al que no se ve, las forma del dominio a las clásicas del Estado y la económica se les ha adosado el de las formas simbólicas que buscan hacer mella en la conciencia de las personas como si no estuviera, por eso se habla y se dice de invisibilización, algo que esta pero a lo que no se ve.

Entonces, ¿quién se beneficia con todo esto?, primero, los dueño del balneario, segundo, la clase política y con el ejercicio mediático de por medio, se genere la ilusión de pertenecer a un espacio que hace de la exclusión, una cantidad ociosa destinada a sobrevivir.

Juan Oviedo, pensador local

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