Martes, 23 de Abril Villa Gesell

Opinión | Columnistas

Juan Oviedo, pensador local

Siniestro

El poderoso, la persona poderosa ha logrado tener acceso a ese lugar porque a las varias características que posee para ocupar tal posición, cuente con una capacidad en especial, la de hacer, donde planificar y proyectar se tornan elementos centrales para llegar a ese pragmatismo y conservarlo, le permita obtener mayor poder.

En todo hacer, nos topemos con una acción o efecto final de una serie de pasos previos en las que se encuentran el discernimiento, la decisión, la información y el conocimiento por el cual ese poderoso, maneje todas esas variables redundantes en la acción concreta afín a sus necesidades.
Logrado eso central, desde ahí se determinen y decidan acciones, momentos, hechos hacia terceros, esos que habrán de cargar sobre si las decisiones tomadas por esos poderosos, hablamos de millonarios, empresarios, presidentes etc. personajes siempre acompañados por un séquito de colaboradores, que es la mano de obra dispuesta a llevar a cabo lo que aquel ha definido, un séquito que no cuestiona ni pone en tela de juicio las directrices que ese poderoso determina.

Momentos donde la esfera moral de lo bueno y de lo malo, no son juicios que ronde a menudo a esos poderosos, pues inmersos en un pragmatismo contextual, no presten atención a tales consideraciones, donde lo moral, si no afecta a su imagen o a sus intereses, no será algo tenido presente.

E instantes de situar la problemática, ¿hay bondad o maldad en el hombre por naturaleza?, la biología no determina cuestiones morales por lo tanto no entra en ese ámbito lo natural, se adquieren tales nociones de moral en la sociedad en donde se crece, reside y se actúa, pero si el mundo cada vez se rige más por lo meritocrático, por las capacidades, por las excelencia al servicio del logro, del éxito, entonces, lo moral siempre quedará en segundo lugar, y en una zona no muy clara actué en el hombre de una manera no muy consciente, "lo moral se ejerza en piloto automático", donde ese bien y ese mal incorporado en la temprana edad de niños, evolucionó en esa zona oscura, sin percatarse la persona que tal mudar fue hecho en términos interesados y sujetos a sus necesidades personales.

La ausencia de crítica en ese ámbito tan espinoso de lo moral, nos haga pensar que todo poderoso actúe siempre en términos de bien, aunque, muchas acciones contrarias a los intereses, ganancias, riquezas de la mayoría de la gente, serán consideradas como algo normal y si por ventura, las acciones de ese poderoso fueren sospechadas de no actuar bien en el ámbito de lo moral, el ´sequito siga la regla de oro del "no contradecirlo", del no oponérsele porque en un santiamén podemos quedar fuera del equipo por su enojo.

Y alguien al cual no se le dice NO, ese radio liberado de oposición quede bajo los antojos y designios de tal soberano.

Aquí hallemos el sentido de la frase que sostiene "que el poder corrompe" está ahí, hacer lo que uno quiere y se antoja, sin tener en cuenta otra visión que no sea el de la renta o el lograr más poder, sin oposición, ni discernimiento ajeno que ponga límites, hace que ese sujeto se endiose, donde el mundo bajo la esfera de su decisión, sufra por ese endiosamiento, actitud buscada y envidiada por todo poderoso ,entonces, ¿donde está lo moral?

En el fondo, la corrupción de poder ponga en la palestra algo más profundo e inquietante aún, lo siniestro que porta cada ser humano, algo mimetizado en la acción de los poderosos, pero no solo en ellos sino también situarse en los más vulnerables, porque el pobre busque ser poderoso y no para salir de la pobreza, sino para ejercer poder y nos señala el posicionarse de lo siniestro en lo mundano.

Lo siniestro es esa zona oculta de carácter extraño provocador de toda calamidad en el mundo, y como no es reconocido por la zona abisal en donde permanece, no sea reconocido por el cual cuanto emerge, lo hace de forma disimulada, no directa y abiertamente, el esclavo justifique la maldad de su amo por razones comerciales, económicas o personales, pero jamás entre en su cabeza que él como esclavo sea víctima de la condición siniestra de su amo algo que también sin que lo sepa, él porta.

Que te mutilen pudiéndote matar, que te castren y no te impidan nada, que te pellizquen y no como ocultación del castigo sino para que te duela más, los dulces a los que jamás podrás comprar, a la belleza que jamás podrás ser ni obtener, el tiempo y la libertad tras las rejas, colmarte de deseos, sueños y fantasías como consuelo a lo inexistencial que la realidad provoca, como lo invisible de lo esencial y el placer del mal de tu enemigo, el poder del poderoso y la indefensión del pobre, son aspecto de lo siniestro, enquistado en una manera de ser y no conocemos, por ello lo justifiquemos cuando emerge.

Entonces, el bien y el mal que manejamos, sea determinado por ese fondo abisal de lo siniestro, la moral en piloto automático sea efecto de eso abisal, y el poder del poderoso como el condescender de los subordinados, se trate de una normalidad inmoral licuada de corrupción, y se hace patente cuando se expresa "negocios son negocios o el nada personal", desmoralizando lo siniestro que habita en ese decir del poder.

Sin justificar alguno que lo siniestro manda y su poder, reina.

Juan Oviedo

Juan Oviedo, pensador local

Más columnistas

Ver Archivo