Jueves, 25 de Abril Villa Gesell

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Juan Oviedo, pensador geselino

Hoy cine

No he visto la última película de Depredador estrenada hace pocos días atrás, pero si sus críticas, si he visto a todas las anteriores entregas, la dos, la lucha en contra de los Aliens, la del 2010, pero ninguna de ellas hubo de tener el calibre y la altura de la primera Depredador, pues, las restantes fueron subsidiadas por este clásico instalado como tal.

Una atmósfera poco a poco se va posicionando en este notable film de Depredador, porque nos sitúa en su comienzo con un cotidiano intervenir de fuerzas de marine para rescatar a cierta persona importante en zona de la selva en América central, pero poco a poco comienza a adquirir ribetes nuevos y desconocidos, como es la presencia de un acecho al cual en sus comienzos no se puede inteligir.

Sabemos que si algo provoca terror es lo desconocido, pues ello atenta con lo más propio nuestro y representado por lo conocido, lo que somos en el mundo parte de una referente al que lamamos "ser" y eso sea lo que conocemos pues desde ahí, se conoce, se interpreta al mundo y a la realidad, por ello lo desconocido interpela no solo a lo real sino a lo que somos como conocimiento y lo que no puede ser explicado, no puede ser esbozado medianamente como pregunta, ¿qué es?, ¿de qué se trata?, ya lo que no es puesto en palabra no existe, donde el nombrar, el definir ontologiza.

La interrogación busque superar la indefensión que el desconocimiento significa para el ser humano, y ser indefenso, vulnerable, es quedar expuesto a contingencias a las que no se dominan, variables presentes que exacerban el terror.

Y eso es lo que involucra Depredador, el desoriento que va experimentando un grupo de soldados marines en la selva centroamericana, después de salir airosos de la misión encomendada, una pesadilla les espera, el ser cazados por un temible contendiente al cual no tienen idea de lo que ese contendiente es y significa.

La frase que pinta toda la situación entre ese grupo de soldados y lo que los acecha sea cuando el explorador del grupo (indio él) sostiene, "hay algo esperándonos allá en los árboles y no es humano", un golpe demoledor a la racionalidad que previene y sopesa el suceder pero desde referentes a los que en esos momentos no existen, entonces, ¿desde donde pensar ? y su correlato, ¿cómo actuar?, pero fundamentalmente, ¿desde donde se dice que existe algo cuando los ojos no ven lo que afirman que existe?, ahí, la ancestral mística chamánica diga presente pues Billy, (el indio), hubo heredado en su niñez una noción que pone en el tapete una forma de conocer no occidental, un existir de lo real detrás de lo real, algo que Platón hubo de señalar con su querella doxa y episteme.

Consecuente con lo dicho, también el decir de la prisionera tomada por el grupo, Ana, al narrar: "cuando era niña en el pueblo encontraron a un hombre desollado y las viejas del pueblo se santiguaron y dijeron (el diablo cazador de hombres), solo en los años más calurosos pasa eso".
Pero poco a poco tras la muerte de algunos de esos soldados cierta certeza comienza a aparecer y es que eso que los acecha y los caza, también sangra como efecto de un tiroteo, entonces, la memorable frase de Duch será: "si sangra, podemos matarlo".

La unión de dos opuestos en el hombre como son el miedo y la cobardía se resuma en la templanza, un equilibrio, y eso es lo que emerge entre esos humanos para no huir ni tampoco exponerse de esos que aún quedan vivos, un plan surge y será el atraparlo, para ello utilizar toda la sapiencia que el entrenamiento les dio a esos hombres como también su carácter, se pone en marcha pues eso que esta por ahí posee materia y sangra, entonces, puede ser atrapado, pero el diablo cazador de hombres los burla, y poco a poco los sigue cazando, matando y desollando.

Es invulnerable, es un poder al que no se puede enfrentar exitosamente, no hay tretas, trampas, armas que puedan hacer mella en esa formidable entidad, la fragilidad de la condición humana emerge, no hay ya más estrategias, músculos, ni templanza, ante algo que supera todo lo humano solo el acto de supervivencia, huir de ahí, de esa selva mientras se puede huir, y siempre acechados, perseguidos, atormentados por esa amenaza a la que realmente no ha sido vista directamente, porque los que lo hicieron fueron muertos, así, una suerte de Medusa se replique, morir a cambio de mirar.

Final épico, reconocer al otro es ofrecerle una muerte digna, de frente como se debe, Duch es elogiado, le será concedido la oportunidad del enfrentamiento mano a mano, sin armas, ni tecnologías, mirar de frente, aun, la cosa se saca su casco protector y emerge lo más patente a la identidad de cada ser, sujeto o entidad, el rostro, sintetizado en la frase de Duch: "eres horrible", la alteridad y el antropocentrismo dicen presente, primero en la frase por el aspecto de lo que no es humano y segundo, con el éxito del enfrentamiento, no importa que haya sido a lo Pirro, porque no hubo una secuela que mostrara ese aspecto, no obstante, más allá del ingenio y la destreza de Duch para derrotar a su oponente, el poder de este, si o si debía imponerse, pues el poder de fuego, de las ideas y de la fuerza tienen su espacio en el panteón de los exitosos.
Un jurado antropocéntrico le quito la pelea a quien guion de por medio, no debía ganar.

Juan Oviedo

Juan Oviedo, pensador geselino

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