Jueves, 28 de Marzo Villa Gesell

Opinión | Columnistas

Juan Oviedo, filósofo local

Manifestaciones

Vemos un manifestar de gente en un acto político y pensamos que todos están ahí compartiendo la misma consigna, en especial ahora que estamos en campaña electoral, ahora, ¿qué se puede leer en ese movilizar, manifestar?, tener participación y una cuota de presencia anónima como individuos pero también, anónimo como colectivo, porque el mitin está abierto a todos.

Pero el todos es comparable al ninguno, la masificación del todo licua a esa particularidad a ser entendida como tal con sus peculiares deseos o necesidades a cuestas y en definitiva las cuestiones implícitas detrás de cada individuo, y que no manifiestan porque si, sino por algo, entonces, una reciprocidad tácita sostenga que "si me pides te doy" pero "si te doy", también tengo derecho a pedirte, sin embargo, solo una voz se escuche en esa generalidad y es la del orador.

Suponga usted que cada voz pueda ser escuchada en una manifestación de 100.000 o más personas, imposible, no alcanzaría un día para escucharlos a todos, entonces, lo tácito se impone, usted que cree que dice algo, pero en el fondo no dice nada, solo se encuentra alienado por el discurso oficial que el orador dice. Pero si está de acuerdo ¿rompa eso la alienación?, su presencia es un número que no expresa su acordar porque no dice el por qué de su estar, y que está por algo, y quien está a su lado nada sabe por lo tanto, usted se ajusta con el decir del orador y la alienación persista.

Todos estamos ahí ¿para?, usted se vuelve automáticamente cantidad y a través de eso augure el fracaso o el éxito de la convocación, ¿qué estamos diciendo?, estamos expresando que manifestar, movilizar en términos electorales en el fondo ¡es no decir nada!

Usted se presta a eso, pero ese prestar no quita la cuestión que decimos, su presencia es una voz a la que otros le ponen el decir, usted elige lo que se dice, usted sabe lo que se dirá, le importa eso, pero usted al estar allí no determina el éxito o fracaso que le augura la cantidad, tal variable otros determinan ya que usted no está allí para ganar o fracasar.

Mire, en el fondo usted se halla en la misma condición cuando se gobierna, se lo hace en su nombre pero sin usted, ya que ha terminado por aceptar sin ningún tipo de cuestionamiento la trampa del sistema de la representación o sea, usted no tiene voz propia y por la corriente en ciernes, cree que la voz del orador le representa.

Escuche el decir de esa voz "mayor crecimiento, trabajo para todos, sueldo más justos" la preferida reza "la etapa que viene es de crecimiento, de más alivio", ahora, ¿piensa usted que el que manifiesta se encuentra en un país que vive o vivió tales consignas? porque nada de eso ocurre o ha ocurrido en el país, entonces, escucha promesas y cree en ellas. ¿Qué significa tácitamente esa credulidad?, necesidad, cambio, expectativas por mejor futuro, y es lo que no se dice, he aquí el discurso de aquellos que manifiestan desde el vedar de la voz.

Y esto es así porque quien manifiesta no se halla bajo una reciprocidad ni una simetría, sino de subordinación ante quien tiene voz, y a los que son interpretado como números participando de una masa y si va para demostrar que es cantidad en oposición a otra corriente política, es que asume usted la condición cuantificadora porque si lo piensa, sus necesidades, ideas o ideología si o si se expresan en la palabra, en la voz, en el debate, en los puntos de vista, a frente a terceros, y no en la arenga, o el acto exasperado de levantar el tono y llegar al grito, algo que busca tener un efecto emocional por sobre un argumento racional.

Y usted orgulloso decirse, "somos muchos"..............
Juan Oviedo, filósofo local

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