Sábado, 20 de Abril Villa Gesell

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Juan Oviedo, filósofo y profesor geselino

A mi manera

¿Qué hubiese pasado si el acto de tirar al animal del helicóptero y tanta revuelta mediática provocada, no hubiera sido mediatizado?, simplemente la demonización del hecho no hubiera ocurrido, sin embargo, hay algo mayor y trascienda lo dicho y son las aptitudes de quienes intervinieron en el hecho, esas actitudes son un a priori encarnado en tales personas por el cual habrán de generarse nuevos hechos, entonces, lo potencial se hace patente por el mismo tono actitudinal, hablamos de acciones rondando la provocación, el rechazo y antipatía, por ese tipo de conducta arbitraria cuyo eje es solo el "sí mismo", algo al cual podemos definir como un vivir "a mi manera".

¿Pero es solo esa gente -algunos- pudientes, empresarios, hombres de negocios los adeptos del vivir "a mi manera"?, no, claro que no, por ejemplo, cuando su vecino escucha música a todo lo que da, hablamos de alguien no rico, es más, quizás carenciado o cuando aquel manejando con excesiva velocidad y no con autos última gamma sino con autos viejos, los autos de la pobreza con escapes estridentes y manejar a todo volumen, y cuando le arman en su cuadra una y otra vez reuniones, fiestas y celebraciones con música, voces altas, y también en devenidas peleas, eso también significa "vivir a mi manera".

Se cuelgan de la luz, hacen de su estadía su lugar, sea en el barrio privado o en la cuadra, donde no importan los demás y no están dispuestos a dar explicaciones de sus conductas porque son "cotidianas", y todo dispuesto para ellos, sea en la comodidad material o no, reproducen la misma actitud del vivir "a mi manera".

Lo importante de todo este revuelto pone en la palestra algo, las conductas no son de un momento para otro, sino cuentan con una historia, un modelo del cual se las aprende, así, ese vivir "a mi manera" ha sido naturalizado, donde el pedigree social o la fama de matón o capanga de la cuadra, son las razones por el cual nadie se meta con nadie.

Y hablamos de arbitrariedades e infinitas en cantidad, con modos y alcances por doquier, hablamos de abusos en una zona entre lo punible y no, y si ponemos en tela de juicio lo punible es porque el orden, lo moral, lo legal no son reconocidos plenamente por ellos, pues eso implicaría un reconocimiento hacia un otro distinto al "uno mismo" al que detentan, un sí mismo con una historia de vida en términos de conflicto, lucha, violencia, crueldad, fortaleza, furia, decisión y deseo, cincelando caracteres, aprendizajes y estilos de vida muy propios, las arbitrariedades señaladas surgen de tal contexto formativo y aquí esta lo central, algo que no hace distinción de clases.

Posicionar a esas personas y sus actitudes herencia de una clase acomodada, es también arbitrario, catalogar, enjuiciar desde el pre juicio, malversar sentidos, conspirar ideológicamente, también es abusivo como los medios ahora lo están realizando, por centrarse en la figura de quien cometió ese hecho lamentable y pida perdón, ¿quién duda que lo hizo por estar compelido mediáticamente?

Ahora, sin lugar a dudas más allá de abolengos o de pobreza, surge la obligación por tratar de entender esto de las conductas centradas en el "sí mismo" y nos hace pensar en estar ante sujetos desclasados, porque la clase y su conciencia como tal, posicionan ejes normativos interviniendo en las conductas, la educación, la cultura y lo social, algo que anula a ese nada me importa por adecuarse a los valores de clase, porque toda clase es portadora de valores, por ejemplo, la solidaridad, típico de la clase baja o proletaria, jamás saldrá por ahí sin importarle lo que provoca a terceros ni vivirá con la consigna del "a mi manera".

Estos desclasados pertenecen a la zona oscura de la sociedad, parados entre el umbral de lo impertinente, lo repugnante, el asco y lo censurable, se visibilizan a diario con el escándalo a flor de piel, actitudes matonas acostumbrados a una impunidad protectora, también proclives a sus grotescos lúdicos como implica no respetar la seriedad de una asunción en el balcón presidencial, con movimientos de lamentable bufón en mimético baile típico de juerga asistir a la representación de un significado letal: balcón, función, gobierno y República, constituyan un jolgorio.

Los desclasados compartan actitudes entre sí, y aquí en esta zona oscura no existan diferencia de clase, tanto el "cheto" como el "negro" quedan hermanados como tal y si son tus vecinos, en especial en los hacinamientos, te harán la vida un infierno.

Porque como diría el maestro, "el infierno son los otros".
Juan Oviedo, filósofo y profesor geselino

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