Jueves, 28 de Marzo Villa Gesell

Opinión | Columnistas

Juan Oviedo, filósofo y profesor geselino

Aprender solo aprender

Quizás la protección en un sentido nos revele desprotección en otro, el corona virus por un lado y el aislamiento oponiéndosele, en especial, con los jóvenes alumnos de todas las escuelas secundarias en el país, adolescentes instruidos bajo consignas de éxito pivotando en la materialidad, e iniciado en la supuesta excelencia que significa la nota diez, seguido por ser abanderado y destacarse para ello, quizás, ser el mejor compañero, hablamos de consignas meritocráticas y de un sistema capitalista que premia al " mejor", donde el otro, sea el reflejo de su capacidad porque ser mejor, siempre lo será en relación con un otro.

Lo señalado posicione en la temprana edad de cada niño y cada joven el imaginario que "para ser alguien", se debe tener capacidad competitiva con la idea que "todo otro", no será concebirlo como un par sino como amenaza, porque aquel siempre estará presente para convalidar ¡mi éxito o mi fracaso!, la raíz de la condición salvaje del capitalismo la debemos buscar ahí, en lo que se les enseña institucionalmente a niños y jóvenes.

El aislamiento a escala mundial nos muestre algo, que las ciencias sociales no puedan ser guía alguna para la estadía de los millones de jóvenes en la cuarentana que la pandemia implícitamente les exige: enfrentarse a una interioridad, pues niños y adolescentes con un universo restringido al máximo deberán plantarse todos los días a una situación inédita en sus vidas, en otras palabras, estos niños, jóvenes, adolescentes alumnos no fueron jamás preparados para ello, y sin embargo, más allá de ello lo deberán hacer ante la imposición que les exige la cuarentena

Esto ponga en la palestra algo, lo no verificable que significan las preparaciones como algo necesario cuando se debe realizar una acción desconocida, en un ámbito donde hay y proliferan las charlatanerías y en donde no son posibles los ojos de las ciencias, el ámbito de la interioridad -tan cercana pero tan lejos- signifique un meollo para todo joven, estudiantes y alumnos a la que deberán enfrentar.

Dejemos de lado la instancia metafísica de lo interno con la palabra "ser", también dejemos de lado la instancia religiosa del "espíritu" acerca de lo interno, en la lista del dejar continuemos con el término afectivo del "alma" como sinónimo de eso interno, por supuesto, le siga la instancia filosófica de la "esencia" o la "ousia", y para finalizar, con la mística del "yo superior" o la cosmológica determinada como "energía", entonces, ¿qué queda?, solo vos.

La interioridad no está compuesta por estas definiciones que la cosifican ni por la magnitud de pensamientos sujetos a las millones de neuronas que poseemos o sea, si se cree que esta en el pensar, bueno, jamás lo hallaran por la vastedad señalada, tampoco por lo que puedan emocionalmente sentir porque todo sentir obedezca a motivos que están más allá de tu decisión consciente, la conciencia acerca de lo que sentimos no está determina por ella sino que ella, ya a sido determinada por ese sentir in situ o lo que se entiende por el cerebro emocional.

Lo interno es una condición en el joven que conoce pero que desconoce a la vez, pues posee un saber que el otorga la experiencia que "piensa y siente", pero no puede bucear en ese pensar y ese sentir, porque tales expresiones han sido ahí puestas por la educación, cultura, familia, contexto, él, es un títere que no puede reconocer al titiritero, ¡oh, paradoja!, lo interno revela a lo externo posicionado interioridad.

Los hijos de la pandemia se retuercen en su mismidad dislocada y sollocen salir por sufrir la abstinencia del afuera donde se mueven como pez en el agua, pero hoy, con una movilidad reducida deben ir en la dirección contraria, y como no lo saben hacer ¡deberán aprender! ir, que en el fondo no es un trasladarse, ir sin moverse, viajar sin distancia, caminar sin espacio, y estar en donde no se quiere estar, más allá de los caprichos por evadir esa instancia, ellos deberán estar.

Pero ¿donde estar? en soledad y consigo, entonces, "bienvenido al desierto de lo real". Nunca mejor una palabra sea tan aplicable a la realidad interior de los jóvenes, una realidad basada en la vacuidad que ellos conciben de si porque nada significativo ahí existe, aunque, ¡solo ellos!

Así, un tema musical, una serie, un chat, una video conferencia con otro, un libro, una película, si todo eso es significativo, real y fructífero porque ¿que soy sin eso?, ¡que soy?, por el cual una condición escéptica rodea a todo joven acerca de esa interioridad por no ser visible ni concreta como lo es afuera, para colmo, como una suerte de auto defensa para mantener distancia con esa interioridad surgen los hastíos, bostezos, aburrimientos como incapacidad no declarada para abordar el espejo o ese reflejo interior el cual se es.

Un hastío al que se experimenta como sucedía a jugar al truco en las aula, o ir a bailar al boliche del pueblo en invierno, o mover una pelota porque está ahí, donde nada de eso provoque ya nada, y ¡te aburras con ellos!,
Entonces, el desafío es inmenso, saber de tu interioridad ¿cómo llegar a ella?, .......pero ¡si está ahí!, en lo que eres, en lo que te defines como tal, en la identificación con tu nombre, alias, gustos, pareceres, colores, ideas, quizás conceptos, ahí está, eso eres y para ese camino no hay libros, ni escuelas, ni docentes, ni consejos, ni experiencias de terceros, estas solo en el desierto de lo real.

Salve valeroso ¡y suerte!...........................hoy más que nunca debes aprender pero en serio, sin que nada o nadie te lo pueda enseñar.
Juan Oviedo, filósofo y profesor geselino

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