Viernes, 19 de Abril Villa Gesell

Opinión | Columnistas

Juan Oviedo, filósofo y profesor geselino

Fantasmas

En "Así hablo Zaratustra", el venerable Nietzsche dice: "¿no sabe ese santo varón que Dios ha muerto?" o el mito del eterno retorno que la voluntad de poder sitúa y por ello, la U.C.R. se ilusione como instancia política aun vigente.

Porque una idea de crisis la viene revoloteando, por el cual para saber de qué estamos hablando, solo se deberá delimitar el nivel de crisis que señalamos, ¿ a la de los principios o la del mercado electoral que posiciona a los exitosos?, el juego de lo inmaterial materializado en votos, es lo que está en crisis, y posicione una agonía en este partido de la Modernidad. Creado en el S. XIX con la idealización del progreso y cambio social, consecuente con la ideología del igualitarismo y defensor de la democracia liberal, fue un espacio inédito para que la clase media tuviera participación política como un sujeto federalizado.

La crisis señalada obedezca a los procesos culturales que se van sucediendo y los cambios que ellos implican, y no entender lo que ellos provocan porque si hablamos de un partido nacido en la modernidad, deberíamos tener en cuenta el salto que implica el litigar con una posmodernidad y ni que hablar si planteamos una pos posmodernidad, por el cual lo simbólico valorativo y su producción ontológica del mundo de ayer, hoy, yacen perimidas y es lo que pone en crisis de la U.C.R.

Definimos al posmodernismo como algo que se opone a las verdades absolutas que la modernidad sustentaba, por lo cual lo absoluto de lugar a lo relativo y la credulidad que generan los discursos y principios, hubieron de caer ante el escepticismo dominante de la época. Como dato empírico si nos posicionamos políticamente en la década de los ochenta, en nuestro país, el alfonsinismo trabajo denodadamente para volver a enderezar la faz institucional en la república o atisbo de una faz acabada moderna, pero si henos de ver la contracara de tales políticas lo más pertinente este dado en la caída de los valores republicanos e institucionales ante el operar concreto de Cambiemos donde la U.C.R, formo parte de esa agrupación. ¿Cómo puede defenderse una identidad partidaria ante tales atropellos de Cambiemos?

Sin lugar a dudas que la importancia del ahora que posiciona la posmodernidad y la gratificación inmediata, provoco la conveniente apariencia de vigencia política del radicalismo y por ello otorgó -estructura, territorialidad, nombres- y figurar como aliado incondicional a Cambiemos, pero ¿fue acertada esa decisión, hubo sentido común? o solo se trato de una estrategia desesperada para poner en tela de juicio esa carta de defunción que la sociedad electoral le ha ido insinuando, por el cual los grandes valores modernos que sustentaban a la U.C.R. hubieron de caer y dar lugar a un destino mezquino, no del éxito electoral y a la grandeza de ser gobierno nacional, algo que le va siendo esquivo, sino lograr alguna provincia de siempre, pequeñas intendencias y efímeros concejales.

Entonces, ¿cómo habremos de delimitar este nuevo periodo de la pos posmodernidad donde la digitalización manda?, el bombardeo contante de mensajes, el caos de la desinformación como son las news fake, la evanescencia de lo duradero y la liquidez de lo colectivo, la presencia del anonimato y autoría híbrida, se hacen patentes. La digitalización no solo es un mero método tecnológico como es la utilización de las redes sociales, sino un subvertir de valores tradicionales y modernos, posicionando nuevas relaciones como es la de estar ante un nuevo tipo de texto (metáfora por discurso), produciendo formas distintas al clásico vínculo de autor y lector, por ser reemplazados ante la reciprocidad del espectador, un ida y vuelta textual, generando una corriente mutua e incorporar nociones alteradas de "autoridad", "verdad" y "legitimación". El verticalismo queda destruido y la horizontalidad gana espacio.

Por ejemplo, el ejército de troll o sujetos de identidades desconocidas que saturaron las redes sociales con sus mensajes buscando manipular y vinculados a la administración de Cambiemos, más la presencia de las news fake y su provocación para desinformar, o la capacidad para manejar las redes sociales como fue el caso de Trump, pues cuanto más tuiteaba, más rápido incrementaba el número de sus seguidores, son casos de la presente ecuación donde la autoridad canónica ha desaparecido.

La pos posmodernidad en lo político deja de lado el fenómeno global para posicionar la atomización de los mismos, en tal sentido, los referentes locales carguen sobre sus espaldas sus capacidades dirigenciales pero sin la carga ideológica de lo partidario, el buen vecino, la buena persona, el sentido común de lo comunitario serán las condiciones a tener en cuenta al momento de elegir candidatos para el ejercicio de los gobiernos locales.

Sin mediación partidaria alguno, los vecinos ejerciten una concepción democrática directa y de cambio, reemplazando a las viejas prácticas de las listas sábanas y sin candidatos posicionados según dedocracia, militancia, edad o compra de cargos.

El nuevo paradigma posiciona la práctica de la democracia dejando de lado lo partidario tradicional, pero ante semejantes consideraciones la U.C.R. a nivel nacional y local busque salir de la presente crisis con la retórica y eufemismos tales como: juventud, renovación, hidalguía, unidad, despertar etc., tales serán las consignas, pero si los valores de antaño y con una identidad licuada (Cambiemos fue una victoria a lo Pirro para U.C.R.), entonces, ¿quién querrá ser parte de un partido perdedor? y dar espacio a lo dantesco en el plano nacional, provincial y local.

Por eso, una vez más. "¿no sabe ese santo varón que Dios ha muerto?".
Juan Oviedo, filósofo y profesor geselino

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