Jueves, 25 de Abril Villa Gesell

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LOS NUEVOS DESAPARECIDOS (II)

Las historias de desaparecidos que voy a contar son un elemento fundamental en la epidemia de consumo de drogas instalada en nuestro país desde hace varios años. De ellos se habla poco o casi nada. Forman el "mundo de los nadies" o de los desaparecidos sin nombre que quedan mutilados en una villa cuando fueron a comprar, se "pierden "en el vértigo de las reyertas", las secuestradas por grupos de venta; en fin seres sin nombre ni destino que ni siquiera tienen la dignidad de un cementerio. Tres historias que son un resumen de un "mal" transversal de tipo sanitario y social que atraviesa a la sociedad argentina.

La familia de Oscar me consulta ya que su hijo desde hace 8 meses se encuentra en una comunidad terapéutica y su conducta se ha tornado apática, abúlica y solo contesta con monosílabos. Es lógico, pienso, ya que desde los 12 años hasta la actualidad de sus 20 años su sistema nervioso y su personalidad estuvieron confiscados por drogas estimulantes de todo tipo y pastillas tranquilizantes al lado de alcohol y además viviendo en un contexto marginal y también altamente estimulante (choques, asaltos, aprietes a cierta gente, robos). Típico joven de un barrio del conurbano más marginal en donde la droga se regala como "caramelos" y se hace sentir con la entrega de su persona a "barras bravas y /o grupos de presión". El regalo se "paga" con vida en acciones arriesgadas siempre con un "Patrón del Mal" (símil barrios de Medellín de los 80 con los Pablos Escobar reinando) a cargo de las operaciones. Las instituciones no existen o están debilitadas. Pregunto por la escuela y la sonrisa de los padres se acompaña de "ahí hay más drogas" mientras los docentes mirando atónitos o desviando la mirada. Las fuerzas de seguridad "pasan la gorra" pero no actúan más que para un "circo" cada tanto aunque también están superadas por las fuerzas locales en anomia y crisis; las familias están en la llamada categoría de Multiproblemáticas. Perdieron función de guía .No hay ni un solo garante. Todos están con problemas. Alguno preso. Un padre biológico inexistente. Una madre trabajadora y que debe atender hijos de diferentes parejas. Se unen los "astros" para generar un caos normativo.

La anomia reina y donde ésta existe sabemos desde E.Durkheim que hay muerte o sea suicidio, muertes súbitas, homicidios. La Ley es pacificante .El drama es que la Ley está pero los referentes cumplidores de la Ley están ausentes o escondidos. Padres, maestros, policías, fiscales, jueces, fuerzas del barrio, iglesias, centros culturales, etc.; parecen ser solo monumentos vacíos. Solo el club de barrio de futbol de la Primera C los vincula aunque éste parece estar tomado por marginales y por negocios turbios. La bandera del club y "sus trapos" son el emblema de Identidad pero también de guerra. O sea lo que humaniza al hombre parece estar ausente. Acá aumentan los desaparecidos y cuando le pregunto al paciente en su barrio cuantos amigos vivían me comenta que muchos estaban presos, otros murieron y otros estaban en fuga.

Jorgelina vive en un barrio de clase media la ciudad de Buenos Aires. Dejó ya la escuela. La marihuana precozmente consumida y altamente propagandeada en medios juveniles afectos a una cierta progresía "ligth" se enseñoreó en su vida junto con la cervecita y los fines de semana pastillas y/ o cocaína .A sus 16 años abandona la escuela y es disputada en parte por su belleza y en parte porque en los grupos de "dealers" la mujer es un valor de intercambio fundamental ya que el sexo es una variable como así también la función de transportadora o "delivery" aprovechando el síndrome de Estocolmo que se da en estas relaciones.(la consumidora empieza a depender del proveedor que además apela a estrategias de extorsión sado-masoquistas). La veo en riesgo. Los padres fracturados en sus vínculos no viven juntos desde hace años y están desesperados tratando de ejercitar el amor que los unió. Ella los junta con su turbulencia y sus conductas de riesgo. Se "pegan" a mí .Solo una entrevista bastó y les dije que ante otra situación explosiva llamaran a la guardia médica de la prepaga y que la internaran bajo su responsabilidad apartándola de todo el circuito adictivo y homicida. El domingo a la madrugada me llaman que estaba en su casa con un vidrio queriendo cortarse. Les recomiendo a los padres que llamen a la ambulancia. Hoy ella está en un centro psiquiátrico y luego ingresará en una comunidad terapéutica luego de pasar por una clínica médica en donde se curó de varias infecciones venéreas, urinarias, bronquitis por marihuana, etc. Jorgelina me llama antes de entrar al centro psiquiátrico y me agradece mi actuación.

Jorge-rosarino él-vivió entre "dealers" y "punteros" de la droga que habían tomado barriadas, clubes, centros de diversión. Luego de instalada de la dependencia Jorge, ya, buscaba afanosamente los "dealers". Extorsiones varias como haber entregado un celular de precio en dólares por dos dosis de cocaína. Incluso entre amenazas en el mismo momento de extorsión y salvajismo. Verdadero "síndrome de Estocolmo" se da entre el que necesita la droga y el torturador; siguiendo, quizás, la simbólica que se narra desde los campos de concentración en donde el cautivo queda a expensas del gendarme y se ofrece a él como un esclavo. En realidad Jorge estaba en un campo de concentración y como tal era un "nadie" (el dependiente a sustancias); llega al estatuto de nadie en esta sociedad quedando a expensas de cualquiera.

Llega a nosotros luego de una larga cadena de instancias en donde él para liberarse de su tierra se asila como un "extranjero sin valijas" en un territorio -dentro de la Argentina - en el sur en donde la marihuana forma parte del estilo de vida. Equivocación supina...cuando el sistema nervioso y la personalidad se han subsumido en el consumo la voracidad por todas las drogas lo domina. Está un tiempo y vuelve; dominado ya por su enfermedad. Ahí la familia solo apela a llamar a una ambulancia que lo lleva sin destino a distintos centros que lo rechazan.

La ambulancia recorre distintos lugares de la Argentina con un "furioso" en abstinencia en donde el médico, los enfermeros y los familiares no sabían que hacer y en donde nadie quería y podía hacerse cargo del él. Hospitales, clínicas, centros de adicciones; él era un "resto" indeseable de una sociedad que le daba la espalda. Apelaban a una cierta voluntariedad para tratarse cuando precisamente estaba alienado. Un juez probo y serio pone fin a esta situación de muerte lenta y comenzó un tratamiento que ya ha finalizado luego de dos años de intensa lucha con el apoyo de los familiares y de él mismo.

Tres historias; una del interior profundo del conurbano, otra de plena Caba y por último de Rosario (emblemática del consumo y del tráfico en el imaginario social argentino).Clases medias y clase baja con trabajo formal (pensemos lo que puede pasar si fuera sin trabajo formal).Los pacientes parecen ser un "símbolo" de la realidad.

Los padecimientos individuales cuando tienden a ser masivos delatan un modo de vivir. Se agolpan ante mi memoria decena de pacientes en donde el consumo precoz de drogas en medios familiares vulnerables genera desastres médicos, neurológicos, psiquiátricos y existenciales después. Las estadísticas de la realidad del consumo después lo mostrará, pero estos son números demasiado fríos que delatan la crisis de sentido y de orientación vital de miles.

Todos los días y desde diferentes lugares del país recibimos -como centro especializado en patologías complejas ligadas a la adicción concurrentes con fenómenos psiquiátricos - menores y mayores complicados con lo que hoy se denomina múltiple diagnóstico (concurrencia en la misma persona de varios padecimientos) y con familias Multiproblemáticas. Múltiple diagnóstico en donde el descontrol adictivo se une con la baja de las funciones de control de los impulsos y del pensamiento por déficits cerebrales causados por el consumo continuado de sustancias .Todo esto va acompañado con daños renales , diabetes, síndromes metabólicos, distintas variedades de hepatitis e incluso ACV.

Parecería que todo -mayormente -comenzaría en la pubertad. Ahí múltiples bocas de expendio cautivan a vulnerables por edad y en muchos casos por severos problemas de contención familiar. La experiencia médica nos enseña que las alteraciones cerebrales y sus equivalentes en la conducta se empiezan a consolidar al primer año de consumo. Luego de no haber intervenciones terapéuticas sigue el tropel de ansiedad comandado por las compulsiones a consumir, la necesidad de consumir más dosis por efecto biológico de la llamada tolerancia y la imperiosidad de buscar la sustancia de cualquier manera. Parecen ser Leyes del consumo puberal cuando no hay intervenciones rápidas de la familia y de la sociedad para iniciar un tratamiento. A menor edad más posibilidad de consumo problemático y de dependencia. A menor edad más posibilidad de daño ya que el cerebro está en evolución y no ha terminado su fase madurativa y esto implica menor capacidad de "freno" de los impulsos y mayor fuerza de la motivación y el deseo de repetir el consumo. A esto se agrega la fuerza de los grupos de pares que rodean al joven que empieza a consumir - esto le pasó a Jorge- ; a medida que avanza la dependencia los vínculos sociales se estrechan hacia personas que consumen y se van disociando del medio gratificante de estímulos culturales y de salud. El barrio es otra variable fundamental. Jorge-rosarino él-vivió entre "dealers" y "punteros" de la droga que habían tomado barriadas, clubes, centros de diversión.

Datos de la Realidad

La marihuana está igualando al cigarrillo en el consumo juvenil en nuestro país (datos de Sedronar en escuelas secundarias de CABA). Las plantaciones en casas y viveros especializados con mutaciones genéticas de alta concentración de cannabis es ya un dato cierto. Mientras tanto el abuso de alcohol llega al 33,5% de la población juvenil .Ni hablar de las sustancias sintéticas como éxtasis en donde hay redes preparadas para todos los centros de diversión nocturna juvenil. Creció el 1.200% y con gran impacto según la Sedronar en la Provincia de Buenos Aires.

Aneurismas en gente joven, arritmias, infartos en intoxicaciones son atendidas en suelo bonaerenses anuncian médicos de los hospitales platenses. Además -y lo puedo testimoniar en mi tarea clínica - toman algunos 3 o 4 pastillas de éxtasis en una noche electrónica que comienza a las 2 de la mañana hasta las 17 hs. del día siguiente.

La estadística -fría-marca de 12 a 16 años el inicio del consumo .Mientras tanto hay decenas de laboratorios clandestinos que producen estas pastillas en nuestro país denuncian pacientes y fuentes periodísticas serias. La ketamina ("keta") está haciendo estragos ya que es un disociador de la personalidad (con claros efectos psicóticos) creando una realidad paralela por los cambios perceptuales y sensoriales que provoca.

A la vez hay ciudades de la Argentina con tasas de homicidio paralelas a las de países con altos índices delictivos como por ejemplo Mar del Plata. En el conurbano las autoridades judiciales y policiales decidieron conjuntamente con representantes municipales reforzar "25 zonas críticas ". Nombres que me resultan conocidos porque los pacientes me relataron peripecias con esos lugares (La rana, V.Korea, sapito, etc.).

¿QUIEN PAGARA LA FIESTA?

No será que debamos aumentar la conciencia comunitaria desde la escuela, la familia, los barrios, clubes deportivos. Si no hay anticuerpos culturales basados en una cultura de la salud el consumo aumenta. A mayor aceptación social del consumo más venta. A mayor tolerancia social mayor cantidad de puestos de venta. La anomia llama al narco. Ciudades, escuelas y familias Preventivas es la consigna. Es -dicen los países que viven este mal de la postmodernidad- el mejor antídoto. Si no protegemos la infancia y la juventud; ¿quién pagará esta "fiesta"? ; Más discapacitados, lesionados en el cuerpo y en la psiquis, familias todavía más desmembradas y padecientes.

Dr. Juan Alberto Yaría

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