Viernes, 19 de Abril Villa Gesell

Columna de la Semana

Escritor geselino

Tengo una camioneta cuatro por cuatro y luego existo

Ismael García

El escritor local nos presenta un nuevo artículo sobre la ciudad, su comunidad y su idiosincracia. En esta oportunidad nos deleita con un escrito sobre el consumo masivo, el status social y la necesidad de pertenencia de las personas. Leela, una nota brillante con pensamiento y crítica.

Villa Gesell ha mutado. Pasó de pueblo a ciudad en menos de dos décadas. El crecimiento demográfico tiene, sin duda, sus consecuencias. Una de ellas, bien lo sabemos los peatones, bien lo saben los turistas que vienen en micros, son los autos. Hay, según los datos oficiales de la dirección de tránsito, más autos que geselinos. Se calcula un auto y una moto por casa. Pero ¿ por qué ocurre esto?

En primer lugar es cierto que los ciudadanos pertenecemos a un mundo capitalista que no deja de elevar sus ofertas de consumo. Hay, claro, muchos productos que afectan al bolsillo: Celulares, cigarrillos, alcohol, y, por sobre todo, autos. En Gesell el problema son las camionetas cuatro por cuatro. Estas camionetas según sus consumidores son necesarias por razones varias: el clima (lluvia, frío) y, lo más importante, el tener una familia numererosa. Este argumento es, a todas luces, una falacia. Lo sé porque el año pasado estuve en Europa y tuve la oportunidad de conocer, además de varias capitales, a ciudades como Normandía y Annecy. En Normandía me quedé en Caen que es una ciudad universitaria y tiene una clase social alta. Y, la verdad, es que no hay ni autos caros, ni camionetas cuatro por cuatro.

¿Por qué se compran estas camionetas cuatro por cuatro? La mayoría de las personas las compran para demostrar la pertenencia a una clase social alta, y segundo, para decir que no han fracasado. Muchos no lo admiten. En rigor, sostienen que las compran porque son útiles. Esto, para mi, es una mentira. Pues esas camionetas fueron creadas para el campo. Acá entra la normalización del consumo del producto. Pues, por lo general, cuando se normaliza algo se deja de ver sus taras. Empero, en el caso de los dueños de estas camionetas, ellos, gastan una fortuna para mantener estos vehículos. Esto, para mi, es una actitud de autoflagelación. Porque prefieren gastar un dineral en las camionetas, que en vacaciones o salidas al cine, teatro o, simplemente, en mejor comida.

Si tener este tipo de camionetas sirve para demostrar que hemos triunfado, estamos, claro, en problemas. Por eso creo que los valores han sido destrozados. Antes el conocimiento tenía un valor y nos otorgaba una clase social. Ahora la posesión de un mero vehículo sirve de trasporte social. Los dueños de esas camionetas cuatro por cuatro me dicen que no, que las compran porque son útiles por las calles de arena. Yo creo que el problema es, también, la libertad. La libertad muchas veces nos ofrece herramientas que más que beneficiarnos, nos perjudican. Y las camionetas cuatro por cuatro son un ejemplo de ello. Ese, sin duda alguna, es el quid de la cuestión. Me sirvo de Ziygmunt Bauman. Él afirma: «La lucha por la singularidad se ha convertido en el principal motor, tanto de la producción en masa como del consumo en masa. Todos son singulares utilizando las mismas marcas y aparatos, y serán más o menos singulares dependiendo de la capacidad de compra y actualización de los objetos, y ésto, evidentemente, requiere dinero » Por otro lado, Zygmunt Bauman alerta de las dos acusaciones que lanzó Karl Marx contra el capitalismo, pues, « el carácter derrochador y su iniquidad moral del capitalismo, siguen totalmente vigentes. Lo único que ha cambiado es el alcance del derroche y de la injusticia: ambos han adquirido dimensiones planetarias »

En fin, tengo una camioneta cuatro por cuatro, y luego existo es, lamentablemente, un grave error. Cada uno puede, sin duda, hacer lo que quiere. Pero me parece que primero hay que poner en la balanza qué es lo que uno quiere, a quién perjudica con ese fatuo alarde clasista. Si no tenés para darle a tu hijo un yogurt o la posibilidad de que estudie idiomas o haga deportes porque no te alcanza el dinero porque tenés que pagar la patente o el seguro de la camioneta, sin duda, estas equivocado. Las ciudades europeas donde se usan más bicicletas que autos (Ámsterdam, por ejemplo) son un buen ejemplo de que los dueños de las camionetas cuatro por cuatro están equivocados. Se puede, por qué no, caminar. Tener un auto implica, como he dicho, vedar hermosas cosas: las vacaciones son una de ellas. Basta de consumir para demostrar que sos algo. Es momento de faltarle el respecto al consumo frívolo, líquido, para darle lugar al consumo que más nos sirve: el artístico.

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