La Unión de Guardavidas se manifestó el sábado por la noche en las calles de Mar de las Pampas. Y obligó a derivar el tránsito. Creemos que ese fue el "pecado capital del sindicato". Leelo.
Los guardavidas geselinos tienen en sus manos un reclamo totalmente legítimo pero confunden la forma de desarrollar la manifestación. Así, todo el ímpetu que ponen para lograr imponer derechos, se termina licuando con el malestar de la gente ante las expresiones en la vía pública.
El mejor y más claro ejemplo de esto que decimos ocurrió el sábado por la noche en Mar de las Pampas cuando un grupo de guardavidas -con la Unión a la cabeza- generó un caos terrible en el tránsito de esa localidad del sur del Partido.
Es cierto que si los reclamos no se visibilizan, pasan desapercibido. Y como dicen los manuales de comunicación -y vaya nosotros desde la prensa si no lo sabemos- "si no se dice, no es". Si los medios de prensa no cubren el reclamo, es posible que sólo sea un hecho aislado para los que pasaban por ahí, de casualidad. Los medios, y también la manifestación con cortes, bombos y platillos, aseguran la viralización del hecho.
El sábado, la manifestación obligó a cortar calles por todo el centro de Mar de las Pampas. ¿La medida causó el efecto deseado por los trabajadores? Sí, sin ninguna duda. Pero también causó rechazo de los turistas que "vuelteaban" con el auto sin saber dónde ir y de los comerciantes del lugar, quienes claramente se vieron afectados.
El asunto aquí es, justamente, que esta no es la primera vez que la Unión se manifiesta y genera descontento. Entonces, el reclamo (este más que nunca) es totalmente válido y hasta nos animamos a decir que tal vez tengan razon en lo que piden: completar los puestos hoy bacantes y otorgar una franja horaria extendida de cobertura ya que hoy, el servicio comienza a las 10 AM.
Pero de nuevo: confuden la forma. Ayer, en Mar de las Pampas, podrían haberse manifestado, con bombos y banderas, de la misma forma, sobre la vereda, con el mismo énfasis. Pero lo hicieron por la calle y cortaron el tránsito. Ese fue, una vez más, el pecado capital del sindicato.
