La aparición de animales silvestres en la ciudad preocupa y abre el debate sobre el avance del hombre en la naturaleza.
Hace algunas décadas (no muchas) para ver, por ejemplo, un carpincho, un chancho salvaje, un lagarto overo, un zorrito, había que ingresar varios kilómetros dentro de los montes y campos de los alrrededores. Aunque es cierto que los animales aparecen en la urbe desde siempre, en este último tiempo se ha observado una "normalización" del panorama y toparse con un puma, un carpincho u otro bichito en la jardín de casa ya es moneda más que corriente.
¿Pero que pasó para que los animales silvestres se acercaran a la ciudad? SECTOR INFORMARTIVO dialogó con Alejandro Herrera, de la ONG Verdemar -una entidad dedicada al rescate, resguardo y cuidado de fauna animal pero también de cualquier bichito que necesite asistencia- a fin de encontrarle una respuesta al dilema.
Desde la red ambientalista, destacaron dos elementos que fueron los que catapulataron la llegada de la vida silvestre a la ciudad: por un lado, la cercanía de los campos. Explica Alejandro: "son sólo algunos kilómetros entre el mar y la ruta y entonces el cruce de un ambiente a otro es muy rápido". La respuesta tiene lógica si se observa el frente de la ruta 11: las casas ya llegan a la avenida 32 y desde ahí, la ruta está a un paso.
Por otro lado, aparece la variable de la sequía en los campos, el "movimiento natural" de la cadena alimenticia y la consecuencia inmediata sobre el medioambiente. Para hacerlo más simple: los campos sufren sequías, entonces los animales que viven en los bañados buscan otras latitudes dentro de hábitat natural. Eso, empuja a los otros animales a "calcar" el mismo procedimiento en búsqueda de alimento.
Por eso, desde las entidades que investigan y estudian la naturaleza de nuestra región, no se alarmaron cuando aparecieron los pumas en Gesell, situación drama-cómica que otorgó publicidad absolutamente gratuita al destino. Gesell estuvo, al menos por 3 o 4 días, en boca de todo el país y fue noticia en todos lados gracias a los felinos.
Mismo panorama se repite con los zorros, los carpinchos y los largartos overos que constantemente aparecen en las calles geselinas. El carpincho es el que más se presenta en las viviendas. En efecto, en los últimos 60 días rescataron al menos 4 ejemplares que estaban perdidos en jardines y parques locales.
Parece ser que la respuesta está en la madre naturaleza y en la mano del hombre. La falta de lluvia no podría ser -en principio- responsabilidad del humano pero el advenimiento de la urbanización sobre el hábitat natural, sí. Será cuestión de estudiar el tema y lograr un consenso que permita el desarrollo sin afectar (al menos tanto), a la madre naturaleza.
