Lo de Barrera es complejo. Tiene muchas opciones pero miles de incógnitas.
La semana que comienza será importante en materia de decisiones para el intendente Gustavo Barrera. Es que, debe comenzar a "cranear" la lista que presentará en las elecciones de septiembre y además, pensar qué quiere para su futuro político.
Lo de Barrera no es fácil. Viene de una gestión marcada por el desgaste: la inseguridad se "lo llevó puesto" y los problemas reiterados en salud no dejan de apuntarlo ante la gente. Posiblemente a muchos adeptos al proyecto barrerista no les gusten estas últimas apreciaciones de este periodista, pero no podrán negar que esos dos tópicos fueron (y son) un dolor de cabeza para el jefe comunal.
A esto, se le suma el desgaste natural del intendente. Es lo que se conoce como el "síndrome del tercer mandato" al que pocos pudieron escapar. Ganan por tercera vez, la gente los vota, pero al poco tiempo, comienza el cansancio/hartazgo del electorado. Le pasó a Luis Baldo en su tercera mandato y a Gustavo no le escapan los mismos síntomas.
En este esquema de desgaste, el intendente debe definir quienes representarán su proyecto en el legislativo. Todo hace pensar qué Barrera irá por gente de su riñón más íntimo, algo distinto a lo que usualmente lo caracterizaba.
Repasemos este concepto: el Barrera de los primeros años en el poder sorprendía con gente ajena a la política al momento de armar la lista. De alguna u otra forma, captaba vecinos, comerciantes, referentes sociales que no tenían identificación política y los convertía en candidatos. Eso le funcionó a mil amores con el electorado geselino durante casi toda su carrera política. Él mismo nació de la misma forma: un comerciante reconocido, integrante de una familia trabajadora con fuerte arraigo a la ciudad. Pero nunca involucrado abiertamente en política.
Ya en el segundo mandato, Barrera tuvo un giro: con el desgaste llegó el arraigo a sus más íntimos. Ya no se trataba de personas apolíticas sino en hombres y mujeres que "no se dieran vuelta" y respondan a ciegas al proyecto a cualquier precio.
Para este septiembre, es posible que Gustavo vuelva a convocar a sus adeptos más fuertes. Es que el 2026 y el 2027 serán difíciles para el oficialismo local: sin plata, con una planta municipal enorme y sobredimensionada y un gasto mensual fuerte, vivirá en "jaque" constante. Esa situación requiere de concejales que defiendan la idea a todo o nada. No serán dos años para "tibios".
En el medio, Barrera debe definir qué le toca a él en la Provincia. Análisis para esto: el intendente, con la ley actual, no puede volver a ser candidato. Entonces, debe buscar lugar en un nivel superior al municipal. No es ningún secreto que Barrera está jugando (desde hace tiempo) para ser legislador provincial por la quinta sección electoral. Y sino, al menos espera recibir un "salvavidas" de Axel con algún cargo ejecutivo en La Plata.
Para Gustavo, esa definición es central en su futuro. Si no es candidato a legislador en septiembre de este año, el embudo se le cierra. Tal vez demasiado. ¿Por qué? simplemente porque el intendente geselino ya no renueva y su "valor en el mercado" caerá sustancialmente. Eso no quita que no puede, en el 2027, ser candidato a legislador. Pero, a medir con coherencia, si ahora no le dan lugar (que está jugando a muerte como armador de Kicillof)... ¿por qué le darían el último día de gestión cuando ya no tendrá ningún tipo de valor como dirigente?
Se vienen tiempos difíciles para Barrera. A la inseguridad, los problemas en la salud pública, y la falta de dinero, ahora se le suma su futuro político.