Lunes, 13 de Octubre Villa Gesell

Opinión | Columnistas

Juan Oviedo

Cuba 2025

 


Años noventa cae el “Muro de Berlín”, Cuba sufre un golpe duro en sus recursos provenientes de Rusia, por el cual la nueva estrategia será crear infraestructura y lograr convenios con hoteles internacionales y así, proveer condiciones tras una economía a base de un -turismo internacional-, nace la construcción de carreteras, puentes y hoteles en las zonas deshabitadas de los Cayos cubanos, así, nacen turísticamente Cayo Coco, Cayo Blanco, Cayo Guillermo entre otros, y adosarle un “conglomerado” de hoteles y servicios para el disfrute de las mejores aguas que el Caribe pueda disponer, la apuesta por los Cayos se publicita, se difunde y es elegida masivamente por el turismo canadiense y Latinoamericano en general, un acierto sin lugar a dudas.


 


¿La idea?, fue posicionar a Cuba como un -destino- atractivo y competente con otros destinos caribeños, por ello se le describe con un contenido “apolíneo”, esto significa y determina a mirar a la isla desde una visión “romántica” y concebida –idealmente- como la presentan las publicidades, ser el ¡paraíso caribeño con aguas cristalinas, playas fantásticas y naturaleza increíble! y al referirnos a Varadero, señalar a la península de Hicacos como un lugar ¡fascinante! por estar ante una de las “mejores” playas del mundo y con un servicio de hotelería de primer nivel.


 


¿Y qué decir de La Habana?, fue el “ombligo” de Cuba pre castrista, y mostrada en su faz comercial, y del sueño glamoroso, distinta, pujante, elitista, y también ciudad señorial y aristócrata, recordada de la siguiente forma “El que no la vio, no podrá nunca imaginar lo que era La Habana en aquel momento: una pequeña Viena, un Paris en miniatura, un extracto de Buenos Aires, sin la sosera ni tanta calle ancha y descolorida”[1]


 


Pero hoy, La Habana sufra las consecuencias de una falta de recursos elementales como cortes de luz prolongados, acumulación de basura en muchas de sus calles, un mercado negro instalado en las calles más cercanas a su casco viejo ofreciendo productos como ron, habanos, cigarrillos etc. dista mucho que desear de aquel recuerdo glamoroso. Varadero señalado como que –nunca- fue parte de Cuba y los callos, sin población propia se yerguen guetos aislados como espacios de disfrute para los clientes extranjeros, pero la pregunta central es por la revolución, ¿cuánto de ello es cierta y que vigencia ´posea hoy? Desde el punto de vista formal del Estado cubano, ella es una -realidad- que guía el quehacer político en Cuba, su cultura, educación, pero la diáspora de su población la revela como una instancia vieja, agotada y en muchos casos “ficticia”, el escepticismo arraigado, en especial, en la presente generación más atenta a conseguir mejoras materiales que a vivir o participar del sueño revolucionario que exige sacrificio y renuncias a las apetencias personales, por lo cual aquellos triunfadores del cuentapropismo instalado, provoque un ascenso social dado por el éxito de sus negocios y -ruptura- con la igualdad social postulado por lo revolucionario.


 


¿Y el bloqueo, cuanta responsabilidad tiene por el padecer del país cubano?, bueno, el bloqueo es al “país”, no hay bloquea para que el cuenta propista cubano que vaya y consiga productos en los países de América central y después, comerciarlos en Cuba, pero sigue vigente la prohibición de viajes turísticos de ciudadanos estadounidenses a Cuba, bloquear al país y no a las personas, no deja de ser una interesante estrategia de Estados Unidos para el enriquecimiento personal y con ello, romper con la idea de igualdad social como principio revolucionario, además, el bloqueo tenga otra mirada por el propio cubano, justificación a la decidía de no hacer nada mejor ni búsqueda de superación material, social y personal.


 


Con una –desaprobación- generalizada hacia su clase dirigente, un recelo también por ese sentido revolucionario al cual es -entendido- como parte de un “régimen”, un cuentapropismo en alza, generador de una nueva clase social y una diáspora iniciado por lo balseros en los años noventa y hoy, más vigente que nunca, sea la fase oscura del glamour apolíneo que la publicidad instala acerca de la isla.


 


Juan Oviedo






[1]Roque Miguel, “Dulce María Loynaz: La Habana y el Vedado” en Patrimonio Cultural, pág. web: http://www.patrimoniociudad.cult.cu/dulce-maria-loynaz-la-habana/ (en línea).



Juan Oviedo

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