Sábado, 20 de Abril Villa Gesell

Opinión | Columnistas

Juan Oviedo, filósofo y profesor geselino

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La pregunta más allá que se haga bajo un fuerte corte normativo sea, ¿porqué aceptamos la cuarentena que se nos impone en Villa Gesell?, como primera medida surja el hecho nacional, provincial del mandato, ahora, la relación mando-obediencia que no se discute o analizar, obedece a principios castrenses los que enfatizan el mando y su correlato, el obedecer, pero acá no estamos bajo un mando de tal naturaleza, entonces, la pregunta ¿porqué aceptamos obedecer tal prescripción?

Desde el ejercer de una racionalidad no entendemos a la orden como mera orden sino su motivo de fondo, un sentido para lograr ciertas condiciones necesarias para enfrentar el fenómeno de la Pandemia, eso dicen, eso se cree, el desconocimiento posiciona creencias y no certezas, ¿lo paradójico?, la creencia en la ciencia con un saber desbordado por un no saber. Se acata por eso donde los medios han colaborado notablemente en ese creer.

La orden posicione un sentido y sea la del enfrentar, por el cual aceptar las condiciones del aislamiento implique una manera de enfrentarse a algo, ahora, más allá que sea pertinente tal forma de pensar por acatar el aislamiento puedan existir variables, porque no todos lo conciban de esa forma, pues algunos acaten por el miedo social que signifique ser corregidos por autoridades competentes, hablamos de multas, cárcel, confiscación de vehículos etc., otros, por el sentido aséptico de la protección y no exponerse a contraer el virus y para finalizar, el que más le gusta enfatizar a los medios y a mentalidades benéficas: la emergencia de ciertos valores como solidaridad, conciencia, vecindad, donde "me cuido y te cuido", "todos somos uno", "Argentina unida", un montón de cuestiones como tal, lindo ¿no?

Si el acatar implica dar una lucha en contra "de", hay y existan personas que no la acaten, no luchen y decidan no enfrentar la situación según la beligerancia establecida o sea, una particularidad, subjetividad, en posición a la universalidad impuesta de la cuarentena y ha decidido no respetarla.

Esto indudablemente abre una indisimulable grieta titulada: ellos o nosotros y que no es lo mismo: ellos y nosotros,
Por ejemplo, aquí en el pueblo toparnos con ese vecino y conocido, con quien se supo compartir momentos o tener alguna referencia de él, ese!, se convierta en quien vulnera el aislamiento designado y forme parte de un bando y poner en jaque a todos aquellos que respetan la cuarentena, por eso tales individuos en el pueblo son "el enemigo", aliados del enemigo invisible del virus impersonal, éste, adquiera presencia visible a través de esos sujetos que no cumplen la cuarentena, ya no se trate del enemigo viral sino del enemigo humano en Villa Gesell.

Así como preguntamos "¿por qué se acata?", debe preguntarse lo mismo en esos que no acatan, entonces, ¿por qué esos sujetos no acatan la cuarenta?

Sin lugar a dudas que no es una conducta aprendida en estos días, por lo cual la consabida frases que "el aislamiento saca lo peor o mejor de cada uno" en estos casos no sea así, usted no pasa por delante de una fila y se pone en primer lugar "hoy", sino que lo viene haciendo hace rato, ¿entonces?, la cuarentena lo que hace es visibilizarlo y no contar con la complicidad de aquellos que lo fueron apañando por miedo, amistad, conveniencia o lo que sea, el gran hermano social se hace presente y el sujeto ya no es impune al desapercibimiento, ¿corolario?, el vivo es mostrado como lo que es: el enemigo, en otras palabras, el vivo, el ventajero, el trepador no lo son hoy, sino que lo vienen siendo hace largo tiempo, solo que hoy se los muestre como lo que siempre fueron, un enemigo del lugar, hoy sin respetar la cuarentena, pero y ayer, ¿qué cosa no vienen respetando?

En este punto el ventajero saque su rédito como nunca y ya dejando de lado esto de cumplir o no la cuarentena, hablando de los ventajeros, de los que sacan provecho como sería no pagar sueldos a su personal que no trabaja por el aislamiento, a empleados que hace años vienen trabajando en cafés, negocios y bares en el pueblo, y la explotación del sueldo en negro los convierta en grandes desprotegidos, dependientes de las dádivas patronal cuando por derecho, los protegieran de tales indignidades, estos empleados sufran la desprotección laboral donde las consignas del "todos somos uno", "todo somos los mismo" etc. simplemente no son válidas.

O donde rigen los intereses, el todo, es declarativo.
Juan Oviedo, filósofo y profesor geselino

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