Martes, 16 de Abril Villa Gesell

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Juan Oviedo, profesor y filósofo local

Pelo........

La palabra "pelotudo" es un vulgarismo y según el diccionario de la lengua española se aplica a la persona estúpida, imbécil y de escasa razón, muy parecido del común "boludo", hoy más que nunca término muy popular y por ello, más que ambivalente, porque puede referirse a alguien tonto, estúpido, sin embargo, hoy posee una connotación de complicidad o de compañerismo empleado entre amigos, especialmente entre los adolescentes.
Para nuestros fines nos quedaremos con la palabra pelotudo.

Hay una diferencia que alguien le diga a uno, "sos un pelotudo" a que uno se diga, "soy un pelotudo", la primera más allá del posible insulto o sentido de vituperio no dejará huella, pero la segunda, será diferente porque para tal decirse "pelotudo", hubo de mediar cierta reflexión que provoca en el sujeto un grado de autoconciencia o saber de sí mismo, que le dice que "es un pelotudo".

Por ejemplo, usted cumple a rajatabla esto de la cuarentena, barbijo, distancia social, se queda en su casa, se lava las manos etc., soporta estoicamente tales directiva del protocolo impuesto y sus consecuencias mentales como aburrimiento, ansiedad, cambio de humor y vaya a saber cuánta cosa más, usted cree en todo eso, se lo banca y de pronto, ve a corredores en la calle, docenas. cientos, miles, entonces, puedo imaginar la escena a seguir, se mira, los mira a ellos y se dice, "¡qué gran pelotudo que soy!".

La autoconciencia de ser pelotudo nace en una creencia derrumbada y a la que usted estaba a favor, no importa si se lo han hecho creer o fue por su propia deducción que determino ese creer, tal cuando vota a un candidato, y una vez llegado al gobierno, se siente burlado porque gobierna en contra de lo que dijo hacer. Así, pobreza cero pero aumenta la pobreza, luchar contra la corrupción pero lleva adelante un proceso para espiar a políticos, fiscales, amigos, familiares, habla de la división de poderes y se moviliza para presionar a jueces y así favorezcan sus políticas persecutorias.

Habla de asistir al empleo pero llena de despidos la agenda, habla de desarrollo económico y pide préstamos a
tasas altísimas cuyo dinero llegado no se invierte en el país, dice una cosa y hace otra, neciamente justificarse con la herencia recibida, el contexto global y la contingencia de lo real, sucesos macros por los cuales aún no estaba preparado pero que en el nuevo periodo ¡sí lo estará!,

Ahora, si usted los voto para sacarse de encima a la década pasada es una cosa, pero si los voto porque creyó en ellos, eso es otra.

Mire, ser incauto o ingenuo habla de cierto operar del afuera en usted, por el cual termina creyendo propuestas para cambiar el estado de cosas, la ingenuidad está dada porque no utilizó el filtro de su razón (se dejo llevar por lo ideológico), por ejemplo, considere usted que en un mes hay elecciones en el pueblo y equis candidato le dice que si lo vota a él, va haber trabajo para todos, usted sabe que eso no es así, directamente es falso y le mienten, pero si el discurso cala en lo profundo de la necesidad de la gente, entonces, ellas serán presas de su propia ingenuidad por creer en tal discurso. La desesperación en un anti filtro notable.

Eso los hace boludos para terceros, ahora, si usted está convencido que lo dicho es así, y ha examinado la cuestión y termina por convencerse de ello, entonces, usted amargamente, con bronca y rabia de por medio se diga sí mismo "que pelotudo", ¡como me deje engañar!.

Esto significa que usted no le echa la culpa de nadie, y se reconoce responsable de su creer, ¿qué le estamos diciendo?, que es preferible que "sea un pelotudo" y no que le digan que "es pelotudo", ¿la diferencia?, se la volvemos a remarcar , " es la autoconciencia", la misma que en algún momento le permita dejar de serlo.
Juan Oviedo, profesor y filósofo local

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