Martes, 16 de Abril Villa Gesell

Opinión | Columnistas

Juan Oviedo, profesor de filosofía

Debate

Se lee, "debate para esto, para aquello y para lo otro" por lo tanto la pregunta ¿para qué sirve un debate?, para fijar posición -sea la respuesta-. Ahora, ¿eso cambia los puntos de vista de los debatientes?, no, porque el debate no es para enriquecer "sino para confrontar". En el debate no está en juego -la verdad- "sino los puntos de vista", mas fervor o menos fervor en el decir, no ponga en juego a la verdad, se debate porque ¡no hay verdad!........

Por supuesto que los puntos de vista -para no ser disparatados y auto anularse como decir-, deben tener "una dosis de veracidad", por ejemplo, hablar de fuerzas ocultas, fuerzas naturales y fuerzas humanas, entender que en las invocaciones apeladas -la veracidad entra en juego para determinarse en esa apelación-, no obstante, en los políticos especialmente, un mentiroso, un hipócrita o un falso, hable en nombre de la veracidad y comparta el mismo escenario con alguien sincero, honesto, franco y poseedor de buena fe (que no chicanea) con un decir veraz.

"El debate" -reúne lo peor de un sistema- por mezclar "lo que no se debe mezclar", al honesto con el corrupto, y al que detenta lo veraz con quien detenta el punto de vista, se trate de una mascarada que oculta, antes que develar -a mentirosos y corruptos-.

"Pero si el debate no devela", entonces, ¿qué lo hace? -los hechos-, pero si los hechos entran a ser debatidos, pierdan parte de su realidad al ser bastardeados -por palabras y puntos de vista- que los tergiversa.

La cantidad de las voces resaltando los hechos en el debate, pueda determinar su veracidad, no obstante, la cantidad cambie de mano y encumbra a mentirosos y corruptos, legislen la veracidad según la cantidad, ¿patético no?

Ahora, imagine usted, ¡un espacio! -en donde no hay debates-, ¿qué sucede con corruptos y mentirosos?, al no tener espacio, no pueden engañar y sin medios para aparecer, "no desaparecerían como corruptos y mentirosos" pero no engañen masivamente y votos de por medio - los lleva al poder-.

¡Qué sucede con los probos y honestos sin espacio para debatir?, nada, ellos no necesitan confrontar ni necesiten del debate, la verdad como la honestidad -no son palabras de recintos ni de medios- ¡sino de hechos!

Si debates "ontologizas" y ahí, -abres la caja de pandora- las calamidades de la sociedad y que son "los políticos", fuente de "los no iguales" buscando igualar -algo que jamás logren-, pues verdad y mentira, probo y corrupto -son el agua y el aceite-, aun, "yuxtapuestos" en recintos y medios -no se mezclen-.

Pero "se deba lidiar con el mismo problema de siempre", se trata de esos y de aquellos¡ que no saben delimitar! y entonces, ¡la verdad y la honestidad! serán legalizadas por la cantidad.

Y en donde el número gana, la realidad se le encumbre.
Juan Oviedo, profesor de filosofía

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