Sábado, 20 de Abril Villa Gesell

Opinión | Columnistas

Juan Oviedo, profesor de filosofía

Limites

Recuerda la frase "¿el  Estado soy Yo?", si, lo dijo el rey Luis XIV, en la Francia del siglo17, o el derecho divino de gobernar, por el cual "al ser rey y ser Estado", no se debían discutir sus prerrogativas, -su actuar- estaba destinado por su preceder. 


Pero ¿y cuál es el problema de eso?, -es el de los límites- o tácito vigilar hacia aquellos que  actúan "en la cosa pública" pues castiga "con revoluciones, destituciones, golpes de Estado" etc. cuando ciertos límites se han roto.


"Los límites" implican una línea y demarcación un tanto subjetiva porque quien lo determina es quien sufra la agresión -del desmedido actuar- y falta de mesura, por el cual se vaya incubando poco a poco "una pena y un castigo" para aquel rey, gobernante o representante, por su falta de límites y algo que la historia -lo ha sabido señalar-.


Entonces, el poderoso, el soberano, el que administra, sufre tal punición, sin embargo, el estado de cosas que suceden en el país hoy, nos dice que -quienes ejercen esa desmedida condición- son aquellos ¡que no están al frente de las decisiones de gobierno! y que en nombre de una República, de un país, de las libertades, los derechos-, cometen la primera desmesura de "corrupción ideológica", al apropiarse de algo "que envuelven a otros", por ejemplo, ser ellos la República, el país, la patria ¡y cuanto intangible nacionalista más!


La justificación a la cotidiana descalificación, injuria, insulto y falta de respeto en sus mediáticos movilizar en contra del gobierno, es realizado por la defensa de tales intangibles "auto apropiados" y en consecuencia -en su nombre  actuar-.  .


Cuando usted escucha:"la República está feliz", es porque quien habla -se apropio del término- y a modo de los antiguos sacerdotes oraculares que interpretaban "el decir divino" para aquellos que iban a saber acerca de su destino y futuro, utilizaban ese decir de acuerdo a sus necesidades y apropiarse "del decir del Dios", ahora, se trata de los intangibles que hacen a una Nación. 


Así, declaraciones como "que hoy la República está contenta", nos recuerda a aquel pasado  pero hoy, con gente que lo quiere volver a posicionar, "cuando actúan" como traductores e  interpretadores, y se encuentran -en contacto directo- con los intangibles señalados.


Por ejemplo, en el pueblo con declaraciones como "Villa Gesell está feliz, está triste, está lúdico, está........." etc. mantenga el mismo tenor con lo señalado -de gente que se apropia- cuan ocupas, de algo "que no les pertenece" pero que hacen suyo. 


Se trata de  usurpadores y en ese usurpar -se halle el delito de corrupción-, "utilizar en beneficio propio y personal -algo público-", como es el uso de bancas para el propio partido, el mismo sesgo partidario, para sí mismo etc.


Los guardianes de los valores y afectos a la corrupción en cierne -por su auto legitimar- usan símbolos, pancartas, cantan el Himno y cuentan con un arsenal mediático que los posiciona  redentores de la justicia, la trasparencia, la legalidad, lo institucional y cuanto intangible más, pero no nos engañemos ¡son los bárbaros de nuestro tiempo!


Con una violencia simbólica y verbal diseñada en otros círculos, se sufran los embates de estos -auto creídos secuaces- cuando en el fondo -son víctimas de la utilización de terceros-o " mera carne de cañón", cumpliendo a rajatabla lo que el inmortal Jaureche supo decir "animémonos y vayan" y desnudar a los titiriteros de siempre, esos que dicen "que la República está contenta" o "que Villa Gesell esta .........."


Los impresentables "barbaros" ¡sin límites! y posicionar a sus titiriteros -como referentes-.

Juan Oviedo, profesor de filosofía

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