Jueves, 25 de Abril Villa Gesell

Opinión | Columnistas

Juan Oviedo, profesor de filosofía geselino

Búho de Minerva

A igual que "el Búho de Minerva", con la finalización del año, la instancia reflexiva aflore con -un eje en particular-: la Pandemia "y con ella", cuidados y recomendaciones sanitarias del Estado con medidas -como la cuarentena, los barbijos y el aislamiento-, se hallen bajo otra mirada y dispensen un examen distinto -al de las acciones preventivas- para combatir "contagios del covic-19".


Y con esto, una instancia "típica del existencialismo" se nos posicione en el colectivo: la incerteza pero que no trata de un "no saber", sino que la incerteza -incluye al mismo saber-, en otras palabras, "no saber si se podrá saber". ¿Saber qué?, cuando se terminará con todo esto, por supuesto, la palabra mágica y redentora ser "la vacuna".


La incerteza inaugura un estado -de fragilidad e indefensión-, pero no respecto hacia el afuera, sino respecto a la propia condición de lo que "cree ser uno", por primera vez en mucho tiempo, "las personas vuelquen su mirada" -no a su entorno- sino en sus ¡si mismos! ante la exigencia que la cuarentena les impuso. Con el afuera clausurado, el adentro, aflore.


Ahora, ¿cómo miro eso que no es cosa concreta?, porque no estoy educado, preparado, sensibilizado para "algo así", las acciones -no son el relámpago acostumbrado del estímulo/respuesta- pues, casi no hay acciones, no hay desafíos materiales, no hay realidad como a la que estoy acostumbrado, la pasividad comience a hacer sus estragos y cierta irascibilidad presentarse, cualquier cosa "me enoje". Se asienta una propensión al desencuentro y la discusión, se posee menos paciencia, tolerancia y comprensión hacia el otro, entonces, la protección sanitaria al covid-19 desnude una ausencia acerca  de otra esfera  de competencia hospitalaria también, "la mental".


Y justo eso mental -no concebido como parte de un sujeto-, lo hace sujeto fragmentado muy relacionado a la fragmentación de lo económico, pero "eso mental" reclame su espacio y es lo que- poco a poco-  el oficialismo alertado sobre ello lo denomina "relajación" pero se trata de algo -que se le ha escapado de las manos-, o como el grueso de la población "determino" ¡basta! a tanta cosa pública en la esfera de la privacidad, y al igual que los aumentos "permitidos" porque no le queda otra cosa -que ceder a la presión de los grupos de poder productivos-, el gobierno, " termine por perder el control de la credibilidad que al comienzo de todo -tenia sobre la población-. 


Y en el pueblo, ¿habrá presión para que se habiliten los boliches bailables?, según el intendente "no lo permitirá", ¿motivos? "el esfuerzo para evitar contagios masivos y tomar medidas de prevención permitió -a Villa Gesell-, convertirse en una de las localidades de la costa atlántica ¡con menor circulación del virus! "y considerarlo" como el destino más seguros de cara -a la temporada inminente-.


Pero si la temporada "es un riesgo", ¿por qué permitirla?, porque "la razón de ser" de todos los balnearios costeros -son el económico-, ahora, ¿son imposibles los protocolos a nivel boliches? -Mar del Plata los habilitará-, Pinamar y La Costa en conversaciones con Gustavo Palmer -vocero de la Cámara provincial-, con un dato interesante "que los boliches" ofrecen "80.000 puestos de trabajo”.


Quizás porque "la palabra boliche" en el pueblo -fue estigmatizada-, mientras, por aquí todos se preparen para la temporada y en este punto, ¡sí que la incerteza estará a la orden del día!, por la cantidad de turistas, por el consumo a realizar, por la cadena de contagios a nacer, por los alquileres etc., donde "el optimismo y la desazón" serán simultáneos en cada una de las conciencias de patrones, empleados y habitantes ante esa realidad inédita. No saber ¡que podrá pasar! y al igual que al gobierno, dar a entender "que sabe hacia dónde va"...........y la incerteza, "son de los otros".

Juan Oviedo, profesor de filosofía geselino

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