Viernes, 19 de Abril Villa Gesell

Opinión | Columnistas

Juan Oviedo, profesor de filosofia geselino

Viudas

"Se va a c....agar muriendo el gordo", frase dicha -según los medios- por el médico particular que lo atendía y  algo quede en claro, que las fotos publicadas entre - ambos- donde se los mostraba sonrientes, unidos  etc., eran solo poses.


Hay una máxima en todo querer que significa "cuidado", donde si se te quiere, entonces  -se te cuida-, y no dejas en manos de terceros el apoyo, atención, decoro, protección o lo que sea en manos de otros, ¿por qué?, porque pasa esto de " se va a c...muriendo el gordo".


Entonces, ¿cómo alguien idolatrado, querido, mistificado y cuanta cosa más que denota  afectos, sentimientos etc., ¿termine como termino?, en manos de alguien que considero a su amigo-cliente con el epíteto "de gordo (nada  cariñoso)" ¿y con el inefable sentido ¡del cagar! destinando su muerte?.


Ya no se trató de -Dios, el rey, emperador, el genio, el ilustre-, sino del "gordo" y su ¡inefable deceso!, o la distancia que existe -en lo que se muestra- y lo que oculta el mostrar, una comedia globalizada y una tragedia única y personal de la muerte, y con ese grado de incredulidad que despertó tal morir, pues ¿cómo alguien con esa aureola, dinero, tecnología y sapiencia que lo rodeaba, ¿no se pudo hacer nada?, la inutilidad de ese contexto -en el fondo- fue la causa del estupor y la vulnerabilidad revelarse tal.


Lo que nos muestra que todo ser humano, "es una entidad vulnerable", aunque, tal  condición -no sea percibida así- por los propios seres humanos, por el cual "ese ignorar" -la de ser un sujeto vulnerable-, no lo proteja de las vicisitudes existenciales que habrán de producirle -la herida- de la vulnerabilidad y lo acerque a esa experiencia de todo ser humano, "su finitud".


Tal finitud -es un indicador- de cierta impotencia en nuestro estar mundano, ante un estado de cosas que -no se dominan- como significa no poder impedir alguna "pérdida querida", en definitiva, se trate de evadir por todos medios "las situaciones límites" que Jaspers considero como principio de todo filosofar, donde la muerte, sea la mayor de todas.


Sin embargo, el camino hacia la muerte o a la propia finitud -que la vulnerabilidad provoca-, hace hincapié en la participación de -ciertos funcionales del colectivo-, que hicieron todo lo posible para infligir la herida desde temprano o sea  "ver en el contexto", el motivo de la vulnerabilidad.


Y aquí, una comedia se instala, con el juicio a los responsables ¿y porque comedia?, pues si ningún organismo (judicial) no supo intervenir "antes", cuando se lo vulneraba y no lo protegía de su entorno, ahora, intervenir ante -su deceso-, lo haga para desviar  las sospechas que le competen por su inacción, y así, posicionar mala praxis, pseudo asesinato en otro ámbito, porque algo mal "se hizo" para la muerte del occiso. 


Entonces, "solo, abandonado, vulnerable y sin poder de decisión", estaba la persona que más simpatías, reconocimientos, admiración entre los argentinos -en primer lugar- y a lo largo de todo el mundo -en segundo lugar-, despertó pero ¡todo vano! para poder hacer algo "y salvarlo" o quizás, todo haber sido parte de una liviandad mediática y una simulación de algo que no fue: "los afectos" porque insistimos, si  alguien te quiere, entonces, -ese te cuida-, esta a tu lado, se ocupa de ti, no te suelta la mano ni te abandona, ni jamás hubiera permitido que lo siguieran vulnerando (hirieran).


Por eso la pregunta simple ¿qué hiciste tú para salvarlo?, pero en especial ¡a vos! como a todos los ensalzadores y los lame c......, que lo parasitaron como nadie y lo seguirán haciendo "como lo hacen con el otro", o práctica habitual "de periodistas deportivos", y sabedores de la alienación que lo perseguía "la del personaje por la persona", como efecto del herir prolongado, donde ¡jamás hicieron nada! y hoy, ser los primero en encolumnarse  -en su papel principal-, "ser las viudas de Maradona".


Lo que nos recuerda a Baudrillard -con su simular -que es fingir tener "lo que no se tiene". 

Juan Oviedo, profesor de filosofia geselino

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