Miércoles, 24 de Abril Villa Gesell

Opinión | Columnistas

Juan Oviedo, profesor de filosofia geselino

Oportunistas

Todo oportunista posea un significado claro, de tratar con  un individuo que está -al acecho- de cualquier ocasión "para apropiarse de ella" y lograr notoriedad, el ámbito de los políticos ha hecho de ello continua práctica estratégica, (mostrarse con y después de llegar adonde querían, desecharlos), por ello decimos que son -empedernidos oportunistas-. Ahora, ¿está bien, está mal ser oportunista?, más allá de moralizarlos -el oportunista- revela algo, que no puede "por sí mismo" lograr la notoriedad que busca "y poder arribar" por sí solo, adonde quiere llegar -vamos a un ejemplo-.


"Macri y la educación", con un presupuesto caído al 4,7 en Educación en su gestión, pedir -que se abran las escuelas- porque la educación "es importante", suena a oportunismo puro o como Sergio Massa, tras conocer el fallo de la Corte Suprema, tuitó que el tribunal, "corrigió otro error de Cambiemos, momentos en que la Abogada Peñafort increparía tal decir, “Te quiero recordar que vos y Bossio votaron esa ley que hoy la Corte declaró inconstitucional. Deberías corregir tu tuit diciendo que la Corte Suprema corrigió un error que “cometimos con Cambiemos". 


Pero el oportunista solo se queda en eso ¿o se le puede agregar algo más a su perfil como tal?, ¡sí! y es el siguiente desfile de adjetivaciones negativas tales como la "del trepador", conspirador, provocador de intrigas, y ambicioso por demás. Aunque, en este punto de la ambición podemos aclarar "una positiva" como significa -la superación, el esfuerzo o la búsqueda de la excelencia- y en oposición otra negativa, la mezquindad por ascender en "la escala social o profesional" y sin ningún tipo de reparo por los medios a emplear y para ello, todo el arsenal dispuesto para el oportunista en cuestión.


Una "condición camaleónica" posean estos -sujetos arribistas- y no delatarse como lo que son, y estén prestos a rendir pleitesías al poderoso de turno, alcahuetes empedernidos se mueven en una zona intermedia entre el gris y la luz pues su estrategia - abierta a los ojos de todos-, es simular afecto, interés, camaradería, amistad pero arteramente -para pocos y en confianza- el uso bien dosificado -de la descalificación- a quienes dicen querer, estimar etc.. Aquí -es preciso aclarar algo-, y es la "errónea interpretación" acerca de estos "oportunista-arribistas" cuando se los descubre y señalarlos como -traidores-, pero tal definición no sea la correcta, porque "la única lealtad" que ellos reconocen es -la de su sí mismo- ¡y nada más!.


¿Cómo detectarlos?, "en política es fácil", el cambio de banderas partidarias, salir del bloque y generar su propia banca, la condición de ¡veleta electoral! los delate -eso los expone-, mientras, que "los otros" mimetizados -como compañeros de trabajo, autotitulados escritores con las envidias del caso y la vanidad de pseudo pensadores-, "esos son más difíciles de descubrir" pero -que los hay los hay y pertenezcan "a la familia de los oportunistas". 


Y ¿cómo se expresa esa instancia familiar?, jamás reconocerán -en la esfera pública- la capacidad de sus competidores, pero ese no reconocer esté basado -justamente- en un conocer acerca "de lo que el otro hace" y ¡mejor que él!, y eso sea lo notable del caso, donde la envidia, la mediocridad y mezquindad se hallen al servicio de estos "sujetos figuradores" en el colectivo donde se desenvuelven. Si los oportunistas pertenecen al campo de la política, esta -segunda grosería existencial- pertenezcan al campo de la cultura, la educación y de los medios.


Y si este "es el termómetro" de un colectivo, pueblo, barrio o institución, entonces -no hay gratuidad- en la sordidez que a usted le rodea.

Juan Oviedo, profesor de filosofia geselino

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