Viernes, 29 de Marzo Villa Gesell

Opinión | Columnistas

Juan Oviedo, profesor de filosofía geselino

Voraz

Lo que -define a un político- no es su capacidad resolutiva, sino su voracidad por la realidad y hacerla suya, porque no quiere ni desea que exista "una realidad" en la que él, no pueda saber y así, "no poder operar". Por el cual la -omnipresencia del político-, sea una clara demostración de lo que "es él" como sujeto, y oculte su condición de voraz.


La actitud del voraz posee su correlación con lo real y es -su operar como político-  partiendo de una premisa clara, "la de posicionarse él y su partido", y en cada hecho electoral volver a ser teniendo en cuenta, como es en este país "cada dos años". Por el cual su maniobrar para ser vigente, será disfrazar su intención de continuar y actuar en términos de "gobierno para todos", confeccionando una agenda en beneficio de la generalidad, pero se trata de un mero aparentar, porque se trata de un gobierno centrado -en su continuidad- y eje de su voracidad.


Por el cual "operar" -es también voracidad- pero con otra característica.


Es interesante ver ¡como el voraz! se presenta a la sociedad en la forma que "no es tal", primero se oculte y después disimule sus intenciones de fondo, exponiendo una fachada y mostrase -solidario, desinteresado y empático- a sus posibles "electores, militantes y simpatizantes".


Estos ávidos sujetos se posicionan como "desinteresados servidores" dispuesto a ayudar al colectivo, desinteresados y sin apetencias personales, estarán siempre orientados hacia los terceros y sin distinción partidaria alguna. La cultura del sistema político los muestre como "las columnas de la representación" de todo -gobierno democrático- y por lo tanto, indispensables, así, sus figuras mediáticas aparezcan en los medios, hablando, opinando, dirigiéndose como sapientes de lo que hablan, cuando en el fondo -es muy magro- lo que dominan con cabal propiedad.


Como acción de distracción, a la voracidad se la suele endilgar -por ejemplo- al capitalismo salvaje, las empresas nacionales y multinacionales o la cultura neoliberal, pero sabemos que esas prácticas de tales entidades, han creado para sus propios beneficios la presencia y continuidad de estos "voraces", maestros del señuelo y la distracción se mostrarán como desinteresados al servicio de los que -más necesitan- y paradojalmente, una vez "votados" estos voraces, por sus políticas a servicio de los intereses señalados, ayudarán a acrecentar desmintiendo su combatir.


Mostrarse como -los primeros en ayudar- y resolver las penurias de los demás, una vez llegados adonde quieren llegar, continúen así por décadas (¿qué más voracidad que esa?), sin importarle el trasfondo calamitoso de la sociedad a la que van empobreciendo y pauperizando años tras años, e inmunes a todo ello, continúen como si nada.


Entonces, no es por gratuidad el presente -nivel intelectual de los que gobiernan-, ni la pobreza moral de los vencidos como denominada oposición o la mediocridad presente en los discursos, siguiendo con las acusaciones falsas, las mentiras y los insultos etc., lo que nos señalan un progresivo retroceso y decadencia:  "que los voraces", décadas tras décadas van instalado, hasta el día que devengan garrotes, y retornar al reino de los homínidos camino a los primates.

Juan Oviedo, profesor de filosofía geselino

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