Sábado, 20 de Abril Villa Gesell

Opinión | Comentarios

COVID 19: MIEDOS, SUFRIMIENTO, ESPERANZA

“…no he nacido para compartir odio sino amor …” - Antígona de Sófocles

Tiempos de espera o sea de esperanza tenue, pero esperanza al fin. Tiempos de sufrimiento y fundamentalmente tiempo de miedos.

Amigos que agonizan en una sala de terapia, nuestros pacientes en riesgo, nosotros como personal de salud mental en la trinchera de las asistencias en donde cada paciente puede ser un potencial transmisor o quizás nosotros mismos. La espera con miedo del test rápido de sangre en donde en 5 minutos esa gotita de sangre puede decirnos (como si hablara) que estamos desarrollando la enfermedad y de ahí a la incertidumbre del hisopado y la ignorancia de lo que pasará.

Tiempos de miedos en donde se teme por la pérdida del trabajo, el cierre de negocios, por la salud de los familiares. Tiempos de prueba y de sufrimiento. Habíamos sacralizado la Ciencia desde nuestra infancia con las vacunas que habían desterrado las enfermedades epidémicas y ahora el discurso científico tropieza; no se sabe o se sabe a medias. Todos estamos en la caverna más oscura de Platón y el mundo de la Verdad que estaba ahí afuera de la caverna que lucia resplandeciente ya no luce y la oscuridad desata el sufrimiento.

La creencia religiosa fue desplazada en la era secular por la Ciencia y la Razón y luego en la era post-secular por los nuevos dioses: la Droga, el Sexo sin límites, el individualismo, el Ego como eje de la existencia, el dinero, el PODER, etc. Todo eso esta cayendo.

El desencantamiento del mundo que pronosticó Max Weber con la caída del pensamiento religioso ahora muestra el desencantamiento de ese otro mundo construido (el secular) con la Razón y la Ciencia como ejes y el post-secular con otros ídolos e ideales que creíamos narcisisticamente imbatibles (Han Joas -Los panoramas de lo sacro-2020).
Nos habíamos fabricado paraísos con la ciencia como guardiana de este y todo parece caer.

LA CAIDA DE LOS IDOLOS POSTMODERNOS

Volvamos a la poesía popular de los hermanos Expósito que pinta desde los arrabales de la poesía el drama del hombre de hoy “…primero hay que saber sufrir, después amar, después partir y al fin andar sin pensamiento…” Desde el sufrimiento y el amor se construye la vida. Los Expósito en su adolescencia creativa nos traían dos temas de la vida humana centrales saber sufrir y amar y después vivir (andar sin pensamiento)” en su celebre tango Naranjo en Flor.

La vida actual se orquesto desde la coraza de la defensa frente al sufrimiento con drogas, alcohol, juegos, huidas prestigiadas, etc. (10 millones de personas mueren al año en el mundo por daños ocasionados por el alcohol, la nicotina, las drogas, los opiáceos, el fentanilo y las comorbilidades asociadas según datos de la OMS). Flor de negación mundial sobre esta epidemia.

Toda la coraza se derrumba ya que un virus nos replantea el fin probable de nuestra existencia y sin remedios plenamente conocidos (experiencia magna de la incertidumbre del siglo tecnológico de la certidumbre total).

Fallan los pronósticos matemáticos de la epidemia, no alcanzan las camas, se desbordan los noticieros multiplicando geométricamente los miedos sociales. Nos cuesta pensar como como nos enseña Expósito porque pensar implica “pesar” entre propuestas, pausa y entonces el miedo se transforma en pánico y llega el stress que deviene crónico y luego el stress postraumático al devenir cíclicamente la angustia, el insomnio, los dolores corporales, el agotamiento, la irritabilidad. Nos vamos enredando en nuestras propias incertidumbres.
Quedo “acobardado como un pájaro sin luz” dicen los Expósito en “Naranjo en Flor”.

EL MIEDO EN EL PERSONAL DE SALUD

En Argentina, entre la semana epidemiológica desde el 1 de enero y el 28 de agosto de 2020 según informes de OPS (Organización Panamericana de la Salud) se notificaron un total de 16.194 casos confirmados de COVID-19 en personal de salud.

La mayor proporción de los casos se observó en los grupos de edad de 29 a 39 años (39%), seguido del grupo de 40 a 50 años (28%), el de 51 a 61 años (16%), el de 18 a 28 años (14%) y el de 62 años y más (3%): distribución de casos confirmados de COVID-19 en personal sanitario según grupo de edad y semana epidemiológica. El pico mayor fue en agosto tendiendo la curva a bajar en el final del mes.

El tema es como cuidarnos entre nosotros y a los que cuidan porque estamos en el centro de los problemas y nuestra palabra y acción es central para para paliar a los que están con la incertidumbre de lo que vendrá en un hotel a la espera de resultados, en una clínica aislados, en un centro de terapia con oxigeno o respirador.

Nuestra salud mental parece flaquear. Por mi posición y edad tengo que serenar -esa es la palabra – a personal experimentado o juvenil que comete errores por el miedo y el pánico que los invade. Un termómetro se transforma en el eje de las discordias e incluso se lee mal la temperatura. La “ceguera de los que ven” como diría Saramago es capital hoy en el personal de salud.

Insomnio, distanciamiento social que es emocional con los pacientes, fobias al contacto, “ojeras” que anuncian noches sin descanso; o sea extremos de la ansiedad. Pero todos somos afectados por esta pandemia que no sabe de momentos de aparición y tienen destinatarios determinados dependiendo del sistema inmunológico de cada cual y de vínculos en donde el otro es un fantasma que aparece como raramente en el foco de contagios.

Todos empezamos a vivir experiencias fuera de lo normal, y a veces nos preguntamos qué distinto era febrero en nuestras vidas al último agosto. Surge ahí un extrañamiento; todo parece ser diferente.

Pero también surge la solidaridad entre compañeros, la fraternidad y el apoyo de las familias, las muestras de heroísmo de todos aquellos que se sienten llamados por una vocación.

LA COMUNIDAD TERAPEUTICA COMO CASA DE VIDA

La comunidad terapéutica-superación del manicomio-es una verdadera familia sustituta para muchos que encuentran calidez y reparo y máxime cuando existe rechazo de los más allegados. De lo contrario muchos consumidores andarían por las calles tirados como los vemos hoy a la espera de un tratamiento que no pueden llegar. Los pacientes nos relatan que están verdaderamente resguardados en la comunidad terapéutica.

Como diría Goethe” … ¿sin el amor que sería el mundo para nuestro corazón? Y sigue diciendo una linterna mágica sin luz o lo que los Expósito dirían un “pájaro que se quedó sin luz”.

En tiempos de crisis hay que revisar todo: la Biblia y el calefón al decir de Discépolo. Aprender a disipar las sombras para dejar de tener miedo.

El miedo nos persigue desde que salimos del Paraíso maternal al nacer hasta la intemperie de una vida signada por el llanto. Siempre buscamos volver al paraíso: la fe, la ciencia, los dogmas posmodernos, los fanatismos, las sectas …todo esto se cae ante la inminencia de lo que no podemos controlar: un virus que la ciencia no atina a comprender.
Estamos otra vez a la intemperie como cuando nacimos.

Entonces sufrimos. La muerte parece acechar como el ocaso del sol. Pero debemos y necesitamos vivir y defender y proteger el valor de la vida hasta el fin o hasta que se de el fin. Es nuestra misión y en el caso del Personal de Salud nuestra vocación y proyecto que según Ortega es la felicidad misma. Feliz del que tiene vocación, misión y proyecto decía el célebre español.

Ahí surge la espera serena que es la antesala -como en la sala de espera de un médico-de la esperanza. Aparece el sentido de nuestras vidas como el sendero posible para una cierta felicidad.
Dr. Juan Alberto Yaría, especialista en drogadependencia

Más Comentarios

Ver Archivo