Viernes, 19 de Abril Villa Gesell

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COVID-DE MARZO A SEPTIEMBRE:” APOCALIPSIS NOW”

“…no existe entrenamiento que pueda eliminar completamente la posibilidad de que una persona no quede afectada en el orden psíquico cuando es testigo de tragedias”

Dr. Martin Bourdieu-médico psiquiatra -Director de Salud Mental en veteranos de Guerra de Malvinas.
Nadie como Coppola describe en “Apocalipsis Now” a través de Marlon Brando como un “ex boina verde” americano se vuelve “loco” y se convierte en un mesiánico mientras se interna en un territorio supuestamente enemigo. “Apocalipsis Now” muestra los limites de la salud mental en situaciones extremas y las transformaciones que se dan.

La película retrata en su trasfondo como mutan los procesos morales y mentales cuando somos sometidos a condiciones adversas y de extrema tensión. Todo de repente empieza a cambiar.

El personaje (Marlon Brando) mientras se interna en la selva se va transformando y se hace adorar por los nativos; la travesía por el rio implica como un descenso a los infiernos y se convierte en un Buda despótico. Los propios actores describen que el horror era clave y a medida que filmaban era el caos lo que predominaba (“nos gustaba el olor a napalm, decía uno de ellos”).

Coppola y Brando describen los dos Titanes del siglo: la locura en Apocalipsis Now y la Mafia en el Padrino. No solo la guerra nos puede transmutar sino también las tragedias, las epidemias, lo imprevisto.

Las pandemias tienen mucho de “Apocalipsis Now”: el inicio de una locura incipiente a medida que entramos en el territorio del horror o sea de la muerte. En Marzo vivíamos la vida de otra manera. El abrazo, la reunión, la certidumbre reinaban.

Desde ahí el COVID y progresivamente el mundo cambia. Lo que sucedía en China parecía lejano o para los porteños que todo lo saben quizás un “cuento chino”. Ya lo que sucedía en Italia y España (nuestras raíces) llamaron nuestra atención.

De repente cierra el restaurant del barrio para siempre, la silla habitual reservada ya no está, la rotisería también y sus dueños- amigos a quienes ya no veré más. El bar de la esquina no atiende y la cara del dueño amigo está llena de ira. El mundo pequeño que nos rodea varia y ese es “nuestro mundo”. Nietos lejos, también. Todo muta. Me consultan pacientes con depresión que los invade; cierran negocios de años, empresas familiares desaparecen.

A medida que avanzaba el tiempo desde Marzo era como cuando en “Apocalipsis Now” internarse en el rio en este caso de los meses venideros muchos comienzan a despersonalizarse y enloquecer.

Toda muta de sentido, mes a mes llegamos a tasas de aumento de casos y de muertes. Es el horror que describe magistralmente Coppola.

La consulta habitual con la guardia del sanatorio de la zona se complica y el propio medico nos dice que llamemos a las emergencias porque ahí nos podemos infectar. El mundo de la peste aparece con fuerza y lo familiar se vuelve extraño. Es el mundo de lo siniestro.

El temor nos invade ante un mundo que de familiar pasa a ser extraño, desconocido y por ende siniestro. Los “stressores” son amigos del miedo y mucho más del pánico. Obesidad, hipertensión, aumento del azúcar en sangre, alcohol en exceso, aislamiento extremo superior al que exige la cuarentena. Muchos envejecen más rápido sometidos al miedo-pánico en soledad encerrados en sus casas sin salir ni siquiera para caminar y oxigenarse.

En marzo todo empieza a variar y por ejemplo en nuestros centros de rehabilitación el termómetro, la saturación de oxígeno, las pruebas de gusto y olfato, los barbijos, los camisolines especiales, las habitaciones de aislamiento, los tests rápidos de sangre, los hisopados, la muerte de personas amigas o conocidas empiezan a poblar nuestra escena habitual.

La gripe habitual de todos los años parece no existir y puede encubrir un COVID.Rapido al hisopado. Una diarrea también, un vomito, una mialgia. La pérdida de olfato y del gusto pueblan nuestras consultas.

Asistimos a un cambio de escenario desde las llamadas a lugares habituales de relación que no contestan porque hay oficinas cerradas por contagios de COVID de los empleados, familiares de pacientes que mueren, temor en los profesionales de atención por el contagio. Distancia social que se transforma en emocional. Serenidad que se pierde. Pánico y stress que avanza.

Lo seguro y firme deja de serlo (enfermedad viene de in-firmus: piso no seguro). No estamos sobre tierra firme y nos vamos enfermando. La sugestión se apodera de nosotros y el Paracetamol parece ser el “curalotodo”. Somos frágiles.

Nuestras certidumbres en la Ciencia y la Razón se van desvaneciendo. Desde chicos pensamos que toda epidemia era controlable bajo el viejo lema positivista que la Ciencia reemplazaba toda superstición.

Nuestro lugar tiembla (locura viene de locus o sea lugar). Suelo poco firme y el miedo y la locura se juntan. Buscamos pócimas (jugos, líquidos prestigiados, remedios para otras enfermedades, etc.) que nos salven como fetiches o amuletos que nos acompañaran y nos salvaran del virus desconocido.

El stress se transforma en tóxico y lo somático habla con dolores de todo tipo, insomnio, aumento del consumo de tranquilizantes, de drogas y alcohol.

Aumenta el miedo junto con la furia y también con el delirio como la quema de barbijos en pleno Obelisco o el desafío a las normas de cuidado en Salud Pública buscando delirantemente enfermarnos porque lo que dicen los organismos sanitarios es una mentira. Vamos desafiando el criterio de realidad y nos zambullimos a contraer la enfermedad.

ENLOQUECIMIENTOS

He visto en este tiempo corto, pero a la vez largo e interminable enloquecimientos y esto tiene una lógica ya que el virus con su fuerza desconocida cuando se encuentra con un huésped vulnerable o sea una persona con sistemas inmunológicos deficitarios cumple su tarea. Pero hay personas o sea huéspedes vulnerables psíquicamente y ahí surge el extrañamiento del mundo que es la primera vivencia de que empezamos a enloquecer. El mundo ya no es el mismo, cambia.

Uno de los grandes psiquiatras del siglo XX Klaus Conrad toma este tema de como nos vamos enloqueciendo cuando el piso firme de nuestras creencias tambalea. Es un remedo de lo que “Apocalipsis Now” muestra. También parte de las escenas de horror y sus consecuencias.

Lo observa desde la Segunda Guerra Mundial (o sea una tragedia como la actual) en donde ve como los soldados llegan a la “locura de la guerra” y desde ahí escribe un libro inolvidable (La esquizofrenia incipiente-terminado en 1958)

Conrad como medico los atendía en la retaguardia como hacemos nosotros con nuestros pacientes. En la retaguardia guarecemos a gente que vive con miedo a un mundo hostil. Hoy no son las bombas del enemigo sino un enemigo invisible que se oculta en lugares insondables. Parece no haber trinchera que valga.

El primer momento de extrañamiento y despersonalización Conrad lo llamo TREMA o sea temblor. Tiembla el mundo como ante el ruido de las bombas. Lo describe como un estado de tensión y fundamentalmente de incertidumbre de que algo va a pasar, pero de final incierto y que cuestiona nuestra propia existencia. Es lo inminente desconocido.

Hemos atendido personas tomadas por la angustia, la persecución ante enemigos imaginarios y la soledad de muchos en esta sociedad individualista y des-familiarizada los acerca al autismo por retracción de los afectos y la pérdida de contacto social. Epidemia de gente sola, pero luchando aun con su Ego sobrevalorado y de esa manera zambulléndose en la enfermedad psíquica o en la infectológica.

Vulnerables viviendo en las drogas y el alcohol que culminan en una sala de terapia intensiva en donde se enteran de que tienen el COVID.

Vulnerables en donde en la trinchera de la guerra como en la Segunda Guerra Mundial se hallan aglomerados en cuatro paredes de piso de tierra en el frio de la noche con cinco o seis acompañantes fuera de toda higiene y salubridad. Con hostilidad en muchos casos o historias de abusos.

Drama del AMBA con narcos que controlan vida y destinos y que son dadores de dinero a cambio de trabajos. Es la guerra que se vive en muchos barrios; guerra sorda y no dicha pro no por ello menos letal.

Cambió todo hasta no hay futbol (pasión de multitudes). Todo suena a gris y ese gris se torna animo depresivo y pesimista. Aparece un mundo en donde hay influencias, por ahora desconocidas, pero por algo pasa esto llega a pensar el que vive este extrañamiento de un mundo que ha variado. El humor cambia y en muchos la conspiración lleva casi al delirio; pensamientos erráticos, perdida de criterio de realidad. Teorías conspirativas inundan nuestra mente ante lo siniestro que se avecino (lo familiar se ha vuelto extraño o sea distinto).

LA PERDIDA DEL CRITERIO DE REALIDAD

La segunda etapa de Conrad es la APOFANIA en donde se van uniendo distintos elementos de la realidad inconexos llegando al delirio y la intuición delirante le dice con certeza como es todo. La certeza es fundamental. Ya el mundo cambio y tiene el la certeza de lo que sucede. El delirio suplanta a la frágil realidad que vivimos todos. Vivimos el mundo dentro de una conspiración.

Al final sucede la fase APOCALIPTICA en donde el miedo lo supera y puede terminar catatónico y paralizado.
Ese mundo gris e inseguro que pasa por el temblor de una realidad distinta e insegura y llega a la intuición delirante y paranoica para culminar en la quietud catatónica en el Apocalipsis de nuestras vidas merece quizás otra lectura ya que todo Apocalipsis anuncia un amanecer como en la lectura Teológica se nota. El tratamiento es necesario.
Aquietar ánimos. Recuperar el valor de la vida y quizás esta es la enseñanza de la pandemia: dejar ídolos sagrados de la postmodernidad y recuperar la humildad del vivir que va de la mano con la esperanza.

Así como Coppola nos muestra el Apocalipsis de la vida desde el horror y de los cambios de personalidad Conrad muestra el Apocalipsis como un fenómeno psiquiátrico final de una descompensación.

Pero todo Apocalipsis anuncia una aurora, una esperanza. Tomando un “cafecito” en un bar de Santa Fe y Oro disfrutando del sol casi primaveral surge la esperanza de un final diferente mientras un negocio se reabre y un grupo de obreros arreglan el mismo. La vida triunfara. Es una cuestión de Esperanza.
Dr. Juan Alberto Yaría, especialista en drogadependencia

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