Viernes, 29 de Marzo Villa Gesell

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“Biblia y calefón”- “Anemia” de Valores (Anomia)

"El problema no es que coexistan la Biblia y el calefón, sino que lo hagan en un mismo nivel; eso es el “Cambalache" discepoliano” - Jaime Barylko- En Busca de los Valores Perdidos.

No hay mejor sitio que un consultorio en adicciones para ver y vivenciar la indiferenciación de los valores: la “Biblia al lado de un calefón”, lo mismo un “burro que un gran profesor”. Discépolo en 1934 hace casi 100 años mostró uno de los dramas nuestros en su célebre “Cambalache”.

Jaime Barylko, filosofo de nota añorado pero presente en sus pensamientos nos decía tomando imágenes bíblicas que la “Biblia y el calefón” denotaban la “Babel” de los valores (celebre torre de Babel en donde todo se comprometía en la confusión de lenguas y procederes): “nada vale o todo vale igual”. Minguito Tinguitella, precursor del default humanístico, ya en los 80 lo sintetizaba con un "se igual". Es igual, es lo mismo "un burro que un gran profesor

Hablo desde la clínica de la escucha al sufrimiento del paciente; no desde otro lugar que personalmente desconozco, aunque el paciente puede ser una pintura del contexto social.

Jorge, uno de los tantos tributarios del Babel de confusiones, ingeniero de profesión abandona todo a medida que se interna en el “Apocalipsis Now” (ese rio profundo de Vietnam en donde se va transformando Marlon Brando en la película memorable) del consumo desenfrenado de cocaína y pasa de ser un prospero empresario a un distribuidor de drogas.

Llega a verme en su “Apocalipsis” luego de un pasaje por terapia intensiva. Confía que después de ese Apocalipsis en donde sintió a la “Parca” llegar que una aurora esperanzadora asomarà. Tendrá que hacer cambios. El “transa” dejará de ser su confidente, tendrá que abandonar a los testigos de la Ley transformados por el dinero en sus cómplices.

Tendrá que aceptar que tiene una enfermedad que depende de él modificarla con la ayuda de un equipo y renunciar a los apóstoles de su decadencia: transas, “policías malos” como dicen los chicos, jueces venales, etc. Aceptación y renuncia dos ejes del cambio, pero todo sobre un prisma de valores.

En adicciones comprometidas las estructuras cerebrales frontales y los sistemas de autocontrol de impulsos y los llamados centros de la neuro-moral se llega al “se igual” de Minguito Tinguitela en su célebre personaje quizás otro de los filósofos populares de los 80. El “se igual” parece ser la morfología de la crisis. No hay más que relativismo; arriba y abajo no existen, lo mejor y lo abyecto desaparecen. Todo depende del Ego de cada uno.

El “Cambalache” de Discépolo y la anomia como una "anemia" normativa van unidos. Singularmente la anomia, produce en tropel discapacitados sociales, agota también los presupuestos públicos al generar en masa criminalidad, enfermos crónicos, atemoriza las relaciones sociales en ciertos barrios que funcionan como “ghettos” marginales y va creando una subclase de "mutantes" que obsesionará a la sociedad durante décadas.

SOCIEDAD DE LA “VIGILANCIA” O LA SOCIEDAD DE LA LEY

El estado de vigilancia lo utilizan muchas sociedades apelando a los múltiples controles electrónicos y a amenazas draconianas con castigos mortales a los que infringen las normas sociales. En Asia es común. Los vigías electrónicos y los aliados del sistema de vigilancia con patrullas ciudadanas funcionan como cerebros del Gran Poder que castiga al infractor. El sistema de vigilancia se complementa (en algunos casos) con una cultura ancestral del respeto a la Ley, pero el Poder político omnisciente refuerza eso con un Estado Policiaco estricto.

En Occidente fuera, por ahora, de la sociedad de la vigilancia es el imperio de la Ley lo que valdría. Esto implica un trabajo educativo e institucional muy grande. Así definía E. Durkhein a la anomia: “…todas las normas de conducta y reglas morales forman un mundo imaginario alrededor de la persona; si en algún momento esa barrera se resquebraja, los impulsos se liberan a borbotones y sin control". E. Durkheim sobre la anomia- La Educación Moral- 1925. Si el sistema normativo se rebalsó ¿qué pasó?, porque, como decía Durkheim, cuando esto sucede los impulsos más primitivos se desatan sin control.


En nosotros con otra cultura la anomia (anemia de valores) surge cuando no se pueden resolver necesidades esenciales de la persona en crecimiento: autoestima, supervivencia, realización , proyectos con un contexto institucional que perdió eficacia :familias productoras de hijos pero no protectoras de hijos, escuela que no forma para la vida, espiritualidad popular ausente o en déficit, instituciones de seguridad o judiciales en crisis y en algunos casos infiltradas por el delito y en otras denostadas para sacar un rédito político, y la pérdida de la cultura del trabajo en donde si bien éste escasea triunfa el apriete, la coima y el arreglo como lo peor de la cultura marginal del porteño.

AUGE DE SOCIEDADES CRIMINALES

La criminología es una disciplina científica. El auge de la actividad y las organizaciones criminales depende de varios factores que se entrelazan, interactúan y retro-actúan en una sociedad compleja como la actual denominada por los estudiosos como posmoderna.

Estos factores son varios, pero los más importantes son los llamados históricamente factores de integración social: nivel de empleo, des-familiarizaciòn o protección familiar de las jóvenes generaciones, niveles de calidad educativa, disciplina normativa escolar y cuantitativamente los grados de repitencia, abandono o fracaso escolar.

Entre otros factores de integración social influyen el continente de valores sociales que constituyen la moral media de la comunidad, el grado de aceptación social de la transgresión a las leyes y las sanciones a las mismas que configurarían como de alto riesgo el delinquir y por último el control que una sociedad pueda lograr del consumo de sustancias (drogas) que dañan la salud y que de no encontrarse un nivel bajo de ingestión de las mismas operarán, también, como un factor inductor de criminalidad tanto individual como organizada a través de bandas.

Cuando una sociedad no logra tener niveles óptimos de estos mencionados factores de integración social surgen signos de desintegración social encontrándonos con un aumento del daño a personas y sociedades y a un incremento de la violencia que tiende a ser generalizada.

La Argentina desde hace varios años viene asistiendo y, a la vez, padeciendo una baja en el nivel de empleo, una creciente des-familiarizaciòn que lleva a un aumento de niños solos y en la calle, una baja de la calidad educativa que descendió tanto en sus niveles informativos como formativos de la persona humana.

La moral social se resintió bajo la crítica permanente a valores religiosos o utopías laicas rebajando al ser humano a ser un mero consumidor de objetos sin una escala axiológica valedera y que reduce al hombre a un mero tener y por ende más manipulable.

La ley por otra parte queda devaluada aplaudiéndose la cultura de la transgresión y las sanciones son casi inexistentes fomentando esto la plusvalía del delito y desactivando esto - aún más - la cultura del trabajo.

Vemos así personajes en los medios que semejan a aquellos que describe Albert Camus en su novela "El Extraño" en donde describe la historia de hombres que matan sin sentir, víctimas y victimarios de la anomia social. Es una verdadera demencia semántica: en donde lo que se hace y dice no tiene ninguna connotación afectiva. Robots humanos éstos, sujetos imaginarios (mientras dure la dosis) los otros.

Pero, desde mi punto de vista, la anomia es también la apatía comunitaria ante el default humanístico que vivimos. Hoy, viendo las consecuencias de un consumo indiscriminado de sustancias en todos los sectores sociales, no existe en las organizaciones una respuesta acorde con la magnitud de la crisis. Escuelas, instituciones espirituales, medios de comunicación, familias; asistimos a una inercia anómica.

La anomia transforma todo en indiferenciado porque se pierde toda referencia de valores. La tolerancia a lo marginal como si fuera una norma de conducta es algo que se da en nuestra comunidad; aumentan las cegueras de los ciudadanos ante lo antisocial, se difuminan las fronteras entre lo que hace bien y lo que hace mal. Se propagandiza algo que daña como algo bueno y se denigra a todos aquéllos que tienen otros valores (se los llama "panchos" o "caretas" incluso adquiriendo términos típicos de lo marginal).

Lewis Monford, sociólogo e historiador brillante, refiriéndose a ciclos históricos en donde la anomia parecía reinar, decía que de esto nos podemos recuperar para que la ciudad sea la fuerza vital de la civilización: "el centro del cuidado y cultivo de los hombres y mujeres que la habitan". Pero primero debemos aceptar el problema que tenemos; y por lo menos una elite dirigente que pueda promover un nuevo discurso preventivo de la anomia.

DROGAS Y ANOMIA: “HARE LO QUE QUIERA CUANDO QUIERA”

Esto me recuerda la discusión en el Mayo Frances cuando los Profesores le decían a los alumnos:” …si todos hacen lo que se les da la gana entonces quien hará lo que se debe hacer”. Mientras tanto en nuestro país el consumo de drogas aumentó sensiblemente desde la década del 90, ligada la misma a una cultura anti- preventiva en donde se elogia el no daño del drogarse (alcohol/ cocaína).

Hoy sabemos que especialmente la cocaína es una droga que al lesionar zonas de control del cerebro de los impulsos destructivos aumenta la posibilidad de delinquir. No sólo el adicto delinque para comprar drogas. El daño cerebral lleva también a una "ceguera" moral en donde desaparecen las tendencias altruistas y se incrementan las variadas violencias, en determinado tipo de personalidades.


Esta sociedad con variadas líneas de desintegración produce en masa las llamadas personalidades antisociales. En el mundo y en la población general un 3% de los varones y un 1% de las mujeres pueden desarrollar distintos niveles de destrucción de lo humano, desde el ladrón de "guante blanco" hasta aquéllos que ejecutan los más aberrantes crímenes y violaciones a los derechos de los demás. Cuando una sociedad vive momentos de fragmentación y de anomia ("anemia" de valores y controles) aumentan estos males sociales.

El antisocial nunca trabaja solo, forma parte de bandas y la recaudación no es sólo para una persona. Ante el avance de los secuestros y de los crímenes por encargo nos podemos preguntar ¿para quiénes se recauda hoy?

Los rasgos más críticos de su personalidad son:
1- Ensañamiento con la víctima
2- Falta de compasión
3- Goce en el daño (el hombre es el único animal violento ya que erotiza al daño)
4- Imposibilidad de pensar; son máquinas de actuar
5- Exterminio del otro
6- Inoculación permanente del miedo en la víctima
7- Ausencia absoluta del remordimiento y del sentimiento normal de culpa

Todo esto unido al consumo de drogas, especialmente las estimulantes como la cocaína que alteran el cerebro (muchos de ellos que ya tienen un consumo crónico están prácticamente descerebrados y sin lóbulo frontal) incrementa su peligrosidad para sí y para terceros.
La violencia en estas personalidades es adictiva, necesitan hacerlo por un imperativo de su patología y máxime cuando no corren riesgos.

La respuesta de la sociedad debe ser dentro de la ley, luchando contra todos los factores de anomia. Una contra respuesta violenta (o sea fuera de la ley) nos debe recordar un lema de las sociedades civilizadas: "La violencia se come a sus hijos" o a aquel viejo lema de Hegel: "Si tú me matas, tú te suicidas".
Dr. Juan Alberto Yaría, especialista en drogadependencia

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