Sábado, 20 de Abril Villa Gesell

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EL MUNDO “BARRA BRAVA” Y LAS DROGAS

"El infierno de los vivos no es algo por venir, hay uno, el que ya existe aquí ; hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos, aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es riesgosa y exige atención y aprendizajes continuos, buscar y saber quién en medio del infierno no es infierno, y hacer que dure y dejarle espacio". Ítalo Calvino (1923-1985)


Muchos de nuestros pacientes formaron parte de “sociedades paralelas” que resultan ser “infiernos terrenales” en donde se confunden o forman parte de “barras bravas” (una de las dimensiones tribales de la Argentina). Son grupos que “transan” drogas, muchos son contratados para actos o actividades de presión a ciertos otros grupos, extorsionan a comerciantes para conseguir dinero o ciertas exenciones para entrar a ciertos lugares.


Son “sociedades paralelas” porque incluso muchos tienen una doble vida en donde están en contacto con sociedades marginales y al mismo


tiempo actividades legales.
La densa cantidad de clubes barriales de futbol del conurbano y de la cuidad de Buenos Aires se nutren de centenares de miembros de estos grupos de presión que no solo participan del futbol sino todo lo que cada “sociedad paralela” manda. Todas tienen un jefe al cual reverencian y a sus “ídolos” muertos en batallas con otros grupos de “barras” o con la policía o en actividades de delito no ligadas al futbol.


Hablando con ellos nos muestran “otro mundo” distinto al mundo de nuestra vida corriente; quizás un mundo pequeño el nuestro y un mundo más masivo el de ellos. Todos tienen contactos políticos y se ofrecen o son utilizados como “multiservicio”.


El consumo de drogas es una variante esencial en el mundo “barra brava”. Recuerdo cuando en la década del 90 el Prof. Luigi Cancrini, estudioso excelso de las drogas en Italia y Europa y además dirigente futbolero de la Lazio me decía viendo un partido de futbol conmigo, en la cancha de River que le había impactado el nombre de una hinchada “Los borrachos del Tablón” y luego le traduje sus canticos en donde la marihuana estaba presente. La reflexión de él fue la siguiente: “cuando la droga penetra en el mundo de las hinchadas de futbol la “inundación” ya esta desatada”.


La inundación para él significaba la entrada de las drogas en la masividad de la población como un hecho “normalizado” y aceptado o sea la epidemia.


En tiempos de pandemia son “mano de obra desocupada” (desde hace 9 meses) están ellos también sin actividad a la vista. Todo acto masivo los desplaza masivamente y la abstinencia de lo tribal (aman lo tribal) queda satisfecha. El movimiento, la turba los llama enseguida y el vino como aperitivo sigue luego con distintas drogas estimulantes. Además, el mundo del futbol los sostiene con dinero, prebendas, contactos y dinero al fin. Con la pandemia eso se acabó.


Sufren la abstinencia no solo de drogas en ciclo masivo (eso tiene un sabor especial para ellos) sino también la abstinencia de lo masivo como fenómeno envolvente y que los cautiva y acelera. Aman la aceleración; ese otro tiempo del vacío.


Se recrea así un mundo paranoico en donde hay otro con quien luchar ya que éste es el “sino” (destino) de un mundo disociado: los unos y los otros, los buenos y los malos. Entonces el ataque al Otro está ahí cerca y en cualquier momento se da y máxime con conciencias exaltadas y paradójicamente en singular estado de inconciencia por el uso de estupefacientes y por lo que el fenómeno de masas genera. Hipnotización colectiva. En muchos clubes hay “altares” para los muertos en batalla. Además, para la sociedad que los utiliza son material “reciclable”. Si no están ellos vendrán otros para cumplir determinadas tareas que llamamos “antisociales”.


Es el mundo del Infierno en la Tierra que describe Ítalo Calvino y de la mega-barbarie organizada de E. Morin. La historia de vida de muchos de ellos abona el desamparo, la inexistencia de familias y de todo aquello que atenta contra el desarrollo sano de las personas y máxime cuando “tienen a la mano” la pócima alucinatoria que por un momento los ayuda a “salir del pozo de vida” en el cual están y que al mismo tiempo los atrapa.


INFIERNO EN LA TIERRA


Las historias de vida de nuestros pacientes parecen ser una imagen anticipada del "infierno", pero en la Tierra. El pensador francés Edgard Morin hablaba de estos tiempos como de una "mega barbarie organizada" en donde se conjugaban en este tiempo tres componentes: individualismo (caída de la noción de comunidad); "errancia" de los amores (vínculos líquidos y de utilización del otro como mero objeto mostrando la "agonía" del amor humano) y la masificación de las drogas.


En nuestra tarea cotidiana en los consultorios, muchas veces, el "infierno" parece estar cerca y más cuando tratamos adicciones que nos confrontan con la visión de lo que puede llegar a pasar (nuestra experiencia clínica nos va guiando) en ciertas situaciones críticas pero que, al mismo tiempo, no podemos detener porque no está en nuestras manos hacerlo o porque no nos dan la autoridad para remediarlo. Aparece ahí la visión del "infierno" terrenal junto a la megabarbarie.


"Infierno" terrenal de Calvino y Megabarbarie organizada, según Morin, en estos tiempos líquidos abonan el desamparo de miles y la muerte anticipada con las drogas como arma letal (economías enteras viven de esto) y familias casi inexistentes que impiden por sus propias falencias una educación para enfrentar estos tiempos de inermidad y violencia homicida despeñando a muchos al abandono.


FAMILIAS SOLO NOMINALES


Hace seis años conocí en un centro psiquiátrico a Jorge, de alrededor de 30 años, internado por una crisis psicótica por consumo de estupefacientes. Todo había comenzado en el desierto mexicano cuando, a los 12 años, empezó a consumir alucinógenos. El corolario fue un desorden psicótico marcado que siguió con una internación de 6 meses en una comunidad terapéutica europea. El desorden familiar expresado en la falta de límites era muy visible en esa edad porque no podían asegurar un mínimo continente normativo que lo alejara de amistades en contacto con las drogas.


Así su vida va transcurriendo con el consumo de distintas sustancias quedando Jorge al cuidado de su madre mientras el padre estaba en otro país y el recuerdo de su hijo era solo una cuota pagada religiosamente. Era lo que hoy se denomina una "familia nominal". Están, hay una heladera llena, el ausente pasa dinero... pero todo el horizonte de amor, límites y valores (base de un crecimiento sano) luce también por ausencia.


A los tumbos el joven crece y establece pareja en Europa con una chica. Tiene un hijo, es padre, pero no puede cumplir la función parental. El también abandona. Se afirma ahí un consumo aún mayor. La paternidad implica el desarrollo de una función simbólica para la cual no estaba preparado. Puede ser padre biológico...pero no padre adoptante y orientador de senderos y de acompañamiento a la madre en su función de transmisora de la ley de la vida.


Ingresa en sociedades paralelas y forma parte de una “barra brava “ del futbol muy conocida.


Desde que lo conozco un fin de año del 2017 se genera un "tira y afloje" con la madre para que avale una internación en una comunidad terapéutica y habilite una intervención de un juez para que pueda hacerse un tratamiento con garantías de un resultado a pesar de las dificultades de tantos años de consumo y, por ende, de deterioro. Ahí aparece la saga criminosa que culmina con la muerte del paciente al final.


Durante cuatro meses el paciente entraba y salía de centros psiquiátricos para luego intoxicarse otra vez y terminar en terapia intensiva. Conoce así distintos centros de terapia intensiva y varias clínicas psiquiátricas. No podía frenar la compulsión a drogarse. Descontrol... compulsión (idea obsesiva) e impulsión acompañaban la danza del inyectarse con cualquier droga y culminar con distintos cuadros infecciosos a punta de entrada por vena.


Mientras tanto la madre permanentemente me llamaba y yo le repetía casi inocentemente que nos habilitara a nosotros y a un juez para intervenir y al mismo tiempo le volvía a decir que Jorge tenía riesgo de vida y que la ley de la transmisión de la vida pasaba (como siempre con nuestras madres) por ella. La negativa de ella y la solicitud del paciente de "vivir su libertad" (para morirse) se daban la mano. Finalmente murió.


PACTOS CRIMINOSOS


Ahí comprendí como la pulsión de autodestrucción del paciente se daba la mano con el pacto criminoso familiar. El pacto criminoso es un filicidio, buscar activamente la muerte del hijo de diversas maneras: abandono, falta de límites, renegar de la función del otro progenitor o incluso descalificarlo permanentemente, no prevenir situaciones de riesgo, habilitar consumo de drogas en edades infantiles o puberales, etcétera.


Es como tal un delito que consiste en atentar contra la vida y que es cometido por un genitor (padre/madre) hacia un menor hijo propio. El término deriva del latín "filius" que significa hijo.


Cuando hay consumo de drogas es todo más sutil. Habitualmente se habla de matar a un hijo de una manera cruenta. En las drogas lo incruento es lo que todos los días desde el "reloj del inconsciente" de los padres se va perpetrando. Es la crueldad realizada con la impostura farsante e hipócrita de la lentitud del goce sádico.


Al final Jorge murió. Solo utilizaban centros psiquiátricos como meros "lavaderos" o "tintorerías" para una desintoxicación, pero nada de lo que le pasaba al paciente se resolvía y tampoco lo que le pasaba a su familia.


EL FILICIDIO


¿A quién va matando lentamente el padre o la madre cuando ejecutan al hijo? A una figura de su propia infancia. No pude estudiar la historia familiar de esta madre que me anunciaba día a día la cantidad de neuronas menos que tenía su hijo, pero seguramente la historia de ella con sus propios padres como también la del padre estaba muy comprometida.


El hijo que muere resultaría ser la representación de nuestra propia infancia, crisis no superadas de los padres con sus propios padres. Por algo en todos los libros sagrados de todas las religiones se dice que los hijos, lamentablemente, pagan las faltas de los padres.

Dr. Juan Alberto Yaría, especialista en drogadependencia

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