Jueves, 25 de Abril Villa Gesell

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DROGAS: “DIAS” QUE SON “NOCHES ETERNAS”

“LOS DIOSES DE LA EMBRIAGUEZ DE LA “NOCHE” SANTIFICAN EL OLVIDO DE SI MISMOS “ – JASPERS


Hoy el consumo de drogas está “legalizado” de hecho; desde plantines de marihuana que se venden en jardinerías, pequeñas o grandes plantaciones en los jardines, el reparto puerta a puerta de todas las drogas desde diversos medios electrónicos con mensajerías a en tiempo real (Facebook, Instagram, WhatsApp, etc.).


Esto genera efectos, especialmente en los menores cuando empiezan a consumir acompañado esto por la falta de información de los padres o por la gran des-familiarizaciòn que observamos en nuestra sociedad y una escuela que cuando està no toma el tema de las drogas y el alcohol como una educación para la salud, salvo contadas excepciones.


Así, con un cerebro y una personalidad inmaduras en los niños y jóvenes va ganando terreno el descontrol de impulsos, la negación de las consecuencias del consumo y la dependencia, con abandonos de la escolarización, la falta de capacidades y habilidades para trabajar y una vida en donde el vacío queda como única posibilidad ante la pérdida del sentido de la vida y de un proyecto vital.


Todo esto lleva a una progresiva esclavitud y esto parece formar parte de un adoctrinamiento diario hacia la banalización de los daños del consumo. Lamentablemente hoy todo discurso preventivo para la “progresía” dominante en el mundo es nominado y designado como represivo.


Lo que lleva a una pérdida de libertad en un tiempo más corto o más largo paradójicamente es considerado un ataque a la libertad prevenir el daño del uso de drogas.


Se puede prevenir desde el cáncer de mama hasta el de próstata y todas las enfermedades, pero con el consumo de drogas y alcohol hay un silencio que precisamente no es salud (como decía aquel infortunado lema “el silencio es salud”). El discurso cancelatorio (cancelar con una “vocinglería” lo que desafía al pensamiento único) se impone cuando alguien trata de proponer alertar a la sociedad sobre los peligros del consumo.


Así vamos perdiendo progresivamente la libertad (adicción implica esclavitud, adictos eran los esclavos de la Antigua Roma) con el alto costo de la perdida de la vida y de la destrucción de áreas vitales de la inteligencia, el sistema nervioso y de todo el sistema metabólico (diabetes, accidentes cardiovasculares, obesidad, dementizaciòn precoz, etc.).


Desde hace años la sala de emergencias de Gradiva es un lamento por la “Noche” perdida. Pero también hay días eternos que son pura “noche” por la nada y el vacío que surge entre impulsos desaforados y transgresiones inenarrables.


NOCHES ETERNAS COMO VIGENCIA DE LA “NADA”


Me sorprende un adulto de 40 años traído desde una provincia alejada en ambulancia protegido por sueros y tranquilizantes ante la mirada asustada del médico que lo trasladò y del enfermero. La madre, también, asustada está casi escondida observando todo. 


La “noche” hablaba en él y en su confusión grita por la cocaína que no tiene. El grito es imperativo y su cerebro automático pide ese “polvo blanco” que es su olvido final al decir de Jaspers. Embriagado en su alienación pide lo imposible o sea que alguien lo mate dándole más de aquello que lo está matando. Un “tsunami” había pasado por su vida con quince años de consumo de cocaína en ese adulto que se llamaba Saúl.


Era un hombre de la noche y había quedado consumido por esa misma “noche”. La noche como “nada” fue tema de la filosofía de Jaspers y de grandes filósofos e incluso de mitologías griegas y orientales en general


El criterio de realidad nos impone que no podemos realizarnos en la noche y Jaspers brillantemente enseña: “¿…no podría yo realizarme en la noche? ser una pasión que avasalla, entregarme a mis impulsos, rebelarme contra toda norma y sin remordimientos por lo que destruyo…pero ahí me precipito en la nada…no podemos aspirar a salvarnos en la noche pues toda aspiración surge de la Ley del Día”.


Magistral el maestro K. Jaspers (1883-1969 y referente ideológico de la reconstrucción alemana) filósofo y médico psiquiatra cuando nos dice que no tenemos otra misión que entregarnos a la Ley del día que es disciplinar la diversidad y e imponer orden al caos. De lo contrario aparecerá el suicidio.


NOCHES EMBRIAGADAS Y OLVIDO DE SI


Tenemos que vencer las fuerzas que nos impulsan a lo “bajo” y este es un verdadero programa de tratamiento en pacientes graves que son dependientes a todo momento a estupefacientes.


Valores terapéuticos como la aceptación que esa noche vivida al lado de la muerte lo llevarán a un cambio posible, la humildad como otro valor lo llevará a poder escuchar y dejar la soberbia como defensa ante la vida, a su vez la transparencia con el Poder superior del grupo lo ayudará a reconciliarse de esa noche vivida con la muerte como espectro. Todo ese trabajo se completará con la renuncia al consumo ya que quedó vulnerable y ahí también se cumple el lema “una copa o dosis es mucha y cien son pocas”.


Su cerebro, en sus estructuras de control de impulsos y del pensamiento quedó “dañado”. La zona orbitofrontal muestra alteraciones evidentes. Ahí la cocaína hace estragos ya que es donde precisamente en la historia del desarrollo del sistema nervioso, desde los reptiles hasta los mamíferos y luego desde el simio al hombre, cuando las estructuras frontales tienen un crecimiento abrupto.


Este crecimiento va parejo y paralelo con la mejora de la percepción, la posibilidad de abstraer, llegar a una lógica que permita tomar decisiones más adecuadas, controlar mejor los impulsos para poder desarrollar planes y prospectivas de acción y fundamentalmente inferir los sentimientos y los pensamientos de los otros (empatía).


Se dice que este lóbulo es la civilización, pero la civilización hace al lóbulo frontal. Y civilización es educación, familia, escuela, límites, cultura. El cerebro es hecho también por el contexto. Una energía fundamental en el cerebro es la informacional (las palabras con las cuales lo llenamos) además de la energía química y eléctrica.


Así llegué a conocer a este ser “devastado”. Boliches, “puticlub”(me decía él), delitos menores que no se condecían con su condición económica, múltiples parejas e hijos sin protección (solo una cuota que el abuelo paterno pagaba). Al final ese “cuerpo- máquina” se paró. No había descanso y dijo basta. Internaciones en terapia intensiva, clínicas psiquiátricas, comunidades terapéuticas, etc., etc.


HISTORIAS DE "EMBRIAGADOS"


A Saúl le pasó lo que les pasa a miles hoy. A nosotros en la consulta nos llega un capítulo de esta novela de vida. De nosotros depende y fundamentalmente de él mismo que se pueda reescribir otro texto.


Cuando el caos se instala en nuestras vidas desde la infancia hay –creo- un lento devenir hacia el mismo en la adultez.


La familia del paciente tenía un alto contenido afectivo, pero con un gran divorcio emocional entre los padres. Peleas, violencia y separación cuando los hijos eran muy pequeños. La madre utiliza a sus hijos para vengarse del padre. 


Ausencias y fallas de éste. Saúl y su hermano viven en la calle y se “diploman” en porros y cocaína. Las plazas eran la escuela cotidiana. Los dos contrajeron patologías psiquiátricas severas.


Saúl luchó contra su adicción y tuvo que aceptar a sus 40 años un cambio que contradijo su experiencia de vida. Límites débiles en la adolescencia, anemia normativa en su desarrollo. Los tres pilares del desarrollo infantil estaban dañados: amor, límites y transmisión de valores.


Cambiar la forma de expresar la angustia o sea pasar de la droga a la palabra. Su vida estaba en juego y lo fue logrando luego de muchos meses de reparación y reconciliación consigo mismo y con sus hijos y sus padres. 


ADICCIÓN Y SUICIDIO


En muchas ocasiones el abuso de drogas lleva al suicidio. Así encontramos como producto de una vida con tóxicos la búsqueda de situaciones de riesgo, la posibilidad de tener una enfermedad infectocontagiosa como el Sida a través de distintas vías (sexual –droga intravenosa), auto mutilaciones con cortes en el cuerpo, las sobredosis.


Vivir para Saúl implicó aceptar un cambio de estilo de vida. Pasar de la transgresión a la presencia de la Ley. De la soberbia a la humildad. De la negación a la aceptación de la enfermedad. De creer que todo se puede a la posibilidad que nos permite nuestra realidad. De lo ilimitado al límite de lo posible que es la antesala de la libertad.


Este cambio de estilo de vida implica un nuevo aprendizaje emocional de la vida sin sustancias. Así el cerebro puede empezar a revivir y a recobrar la plenitud de lo humano. El cerebro le da una posibilidad más a la civilización de lo saludable para su recuperación.

Dr. Juan Alberto Yaría - Especialista en Drogadependencia

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