Viernes, 19 de Abril Villa Gesell

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EL ADOLESCENTE ABANDONADO Y LAS DROGAS

“…los adolescentes necesitan la “roca” de los adultos para crecer” - (F. Dolto-La causa de los adolescentes) 


Es común observar dos hechos clínicos en adolescentes e incluso en puberes que cuando los padres no pueden conducir un proceso adolescente crítico y lo abandonan a su propio destino -habitualmente es el deterioro y el suicidio -y vagan entonces en la calle o cuando aquellos tienen dinero le alquilan un departamento y el 911 los llama luego de quejas de vecinos por el consumo voraz de drogas y hechos lindantes con actos autodestructivos, la violencia, etc. En estos medios familiares observamos la permisividad con respecto al consumo de marihuana y alcohol y se tratan de negar los primeros eventos traumáticos ligados a este consumo.


 En realidad, todo esto, es una forma manifiesta( habitualmente inconsciente) de abortar la autonomía adolescente ya que esta libertad de maniobra es solo un peaje a la esclavitud y la imposibilidad de alcanzar una verdadera libertad.


Dejar de ser “Hijo de” para para empezar a ser “Padre de si mismo” (logro de un cierto autocontrol ligado a un proyecto de vida y al encuentro con la vocación) y luego poder ser “Padre de otros” (germinar en otros desde un hijo, hasta una obra, etc.) es todo un transito hacia una cierta madurez y libertad.


 La adolescencia es clave para todo este proceso de crecimiento emocional en donde el descubrimiento del sí mismo, la elaboración de un esquema vital y la elección de valores que amplifican un mundo hacia la libertad y el futuro y para todo esto hacen falta modelos (padres, maestros, profesores, libros, lideres, contextos culturales, etc.). Hoy surgen agujeros, vacíos de modelo identificatorios o “anti-modelos” como horizontes de vida


Todo este transito puede tener dificultades. Ausencias significativas en la infancia, abusos, duelos, violencias; abandonos en la adolescencia, uso de drogas y por fin en lugar de la libertad deseada aparece la esclavitud conseguida.


LA AUTONOMIA PRECOZ


 En tal sentido, toda autonomía acordada al adolescente


demasiado precozmente es una violencia ejercida sobre su vida psíquica, puesto que niega la necesidad vital que él tiene de un marco objetal protético (el adolescente necesita una prótesis que brinde amor, límites y transmisión de valores e incluso el conflicto con los padres frente a los limites resulta a la larga enriquecedor y fructífero).


 Así nos encontramos con padres frágiles, permisivos, débiles; lo que llamo “padres billetera “o padres “pares” en donde compiten con el hijo sobre quien es màs adolescente.


 También en este sentido, la fragilidad parental (el problema de las depresiones en los adultos, pero asimismo el de su indisponibilidad para el joven) puede inducir en el adolescente una pérdida clave (el hijo necesita del padre aun para pelearse) y la búsqueda de objetos sustitutos capaces de procurarle artificialmente un sentimiento de seguridad.


Solos vagando por la ciudad o en la soledad de un departamento “mantenido” por la billetera abierta de padres permisivos, o en los boliches para llegar a cualquier hora a la casa y dormir durante el día rompiendo reglas biológicas básicas de salud mental y cerebral (dormir de noche y vivir de día ya que no somos lechuzas ni murciélagos); así abandonan todo estudio, detienen su desarrollo emocional y se van uniendo a grupos que los marginan de una vida sana.


Surgen entonces historias todos los días de adolescentes confundidos. Un adolescente me dice que en el medio de su crisis adolescente se pone en contacto con las drogas y marcha hacia las calles a escribir con otros grupos de desamparados grafitis con los lemas de “Caos” y “Abandonarse”.


En las paredes de sus barrios surgen estos lemas que desde la voz de los adolescentes me conmueven y a la vez me indignan por el abandono que hemos hechos los adultos de los más jóvenes.


La instalación de la pandemia y epidemia de consumo de jóvenes nos tiene a los adultos como grandes ausentes o por lo menos asistimos al desconcierto de todos nosotros ante este nuevo mundo.


EL GRAN HERMANO TECONOLOGICO


La función de los padres -cuando ellos están- se ha desdibujado frente a la autoridad del “Gran hermano tecnológico” que rige la vida de los jóvenes y que tiene mayor prestigio o autoridad que los padres.


Los jóvenes saben conectarse con la “Web negra “(lugares desconocidos por nosotros) por claves precisas en donde desde venta de drogas, mujeres, armas, etc. encuentran el alimento a la perversión y la decadencia.


Nuevo mundo con drogas como objetos inertes pero vividos y actuantes; mundo nuevo con la tecnología como actor clave en nuestras vidas; mundo nuevo con la licuación de límites, estructuras de contención y de valores sobre los que el gran filósofo y sociólogo Z. Baumann resalta de cómo se “debe vivir la vida” (anemia vivida por los adolescentes en relación con la falta de proyectos transmitidos). Crisis de deberes. Crisis de transmisiones.


SEGUNDO NACIMIENTO “ABORTADO”


Adolescencia implica un “segundo nacimiento” y lo dijo un filósofo como Jean-Jacques Rousseau que desde los albores de su siglo XVIII la mencionó así. No conocía de neurociencia Rousseau, pero si de lo que significa vivir. Así nos dice “no conoce ya guía y no quiere ser gobernado”.


Pero al mismo tiempo otra grande del estudio de esta edad F. Dolto (psicoanalista francesa) nos dice que es la vida del adolescente un “purgatorio” en donde se asiste a la “muerte de la infancia”. Y la peor tragedia es cuando el adolescente percibe que sus padres son adolescentes, son pares de ellos y quieren competir con ellos. Quedan presos de las identificaciones con sus hijos. No hay adolescentes si no hay adultos. Sin confrontación con el mundo adulto no hay crecimiento de la adolescencia a la juventud.


La misma F. Dolto, maestra de la psiquiatría infantil y adolescente, enseña comparando al adolescente con la vida de un molusco que en determinada etapa de la vida cae una cascara y queda en carne viva .Ahí -eso es la adolescencia -los traumas, las drogas, las violencias son marcas que de no cerrarse y suturarse impiden que crezca la otra cascara que el completamiento del ciclo madurativo del molusco. Se frustra una existencia humana de no completarse el ciclo adolescente con cuidados y ayuda.


Mientras tanto la adolescencia asiste a dos tareas claves en el desarrollo:


 a. La Identidad que es la prueba de la mismidad alcanzada y la posibilidad de trascender al “ombligo” infantil de las demandas inmediatas y encontrarse con otro de quien aprender y a la vez amar;


 b. la construcción de un cerebro adulto tanto es así que se llama al cerebro adolescente un “cerebro en construcción”. En esta obra en construcción que culmina en parte a los 25 años la ingesta de drogas es una alteración de la estructura química y eléctrica de consecuencias imprevisibles. Por eso hoy se dice que la adicción es una enfermedad del desarrollo cuando entramos en contacto con las sustancias (alcohol y drogas en general) en esta edad.


El comienzo temprano entonces asegura un mayor riesgo de adicción debido a la falta de controles inhibitorios y del pensamiento (estructuras superiores corticales) y la prevalencia de sectores cerebrales más emocionales e impulsivos.


 El cerebro es una obra maestra de sistemas de placer-recompensa, articulados a la memoria, motivación y de control. Las drogas “hipotecan” al cerebro en sus áreas de control de impulsos y nos dejan a expensas de una memoria adictiva.


Así el cerebro que es un hermoso equilibrio entre el llamado sistema1 (rápido, automático, reflejo, sin esfuerzo abstracto) y el sistema2 que (lento, consciente y reflexivo y que requiere esfuerzo y reglas) queda absolutamente desbalanceado y los jóvenes quedan sujetos a conductas violentas que surgen automáticamente.


Por eso sucede que cuando hay consumo en los jóvenes de ambos sexos, de edades comprendidas entre 16 y 20 años éstos tienen una probabilidad cuando menos del doble de sufrir un accidente en automóvil que los conductores que cuentan entre 20 y 50 años. Los accidentes de circulación son la principal causa de deceso entre los 16 y los 20 años. Más del 30 por ciento de los jóvenes conductores fallecieron, en las décadas del 2000 ya que al estrellar sus vehículos habían estado bebiendo. El 40 por ciento de los alcohólicos informa que empezó a tener problemas con la bebida entre los 15 y los 19 años.


LA MUERTE DE LA ADOLESCENCIA


El alto stress, las drogas y el alcohol, vivir en medios violentos, la deserción escolar, la sexualidad sin un marco de amor responsable entre otros hechos negativos son las heridas en esa “carne viva” que es la adolescencia y así van a aparecer depresión, conductas suicidas, automutilaciones; enfermedades físicas, accidentes; fracaso y abandono escolar; desmotivación; problemas legales y conflictos con la ley en general; embarazos precoces entre otros hechos clínicos en la adolescencia.


La falta de políticas del Estado y de la sociedad civil tiene mucho que ver con los que nos pasa. Hoy los estudios nos muestran que hay varios fenómenos unidos:


 a. Pobreza y riquezas críticas que son germen de familias Multiproblemáticas y disgregadas;


b. crisis de los padres y /o adicción de estos;


 c.presión de los pares (grupos de amigos en carrera de consumo, ambientes adolescentes con sustancias);


 d. creciente acceso a las drogas (tema clave en nuestro país);


 e. falta de políticas de salud pública de detección precoz.


En la adolescencia hay una llamada “programación” del cerebro en donde existen podas de neuronas para hacerlas aptas para un nuevo ciclo de la evolución, un nuevo trazado de autopistas de información eléctrica y química del billón de neuronas que tenemos y al mismo tiempo se realiza una sincronización oscilatoria de todas las estructuras y las drogas descompensan todas estas autopistas de información y la sincronización de todos los sistemas y es responsable todo esto de los más severos trastornos de conducta y de los síntomas psicóticos.


El 70% de las enfermedades psiquiátricas graves comienza en la adolescencia y de no ser bien prevenidas o tratadas tienden a perpetuarse. Esta parece ser la cosecha de estos últimos años.

Dr. Juan Alberto Yaría, especialista en drogadependencia y adicciones

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